Este jueves 23 llega a todos los cines de la Argentina Un pájaro azul, una película dirigida por Ariel Rotter que aborda la búsqueda de una pareja por formar una familia. Sin embargo, una noticia inesperada los pondrá a prueba, llevándolos a confrontar sus valores y su sentido de responsabilidad.
Javier y Valeria, interpretados por Alfonso Tort y Julieta Zylberberg, llevan años buscando tener un hijo. Y su vida toma un giro inesperado cuando Camila, una compañera de trabajo de Javier, revela una noticia shockeante. Este sorprendente desarrollo coloca a Javier en medio de un conflicto que desafía sus valores y su capacidad de enfrentar la responsabilidad. Con el paso de los días, su existencia y su relación se ven amenazadas, hasta una encrucijada que cambiará sus vidas para siempre.
En palabras del director Ariel Rotter, Un pájaro azul es más que una película; es un relato profundo sobre el proceso interno de una persona. Rotter explora la transición a la madurez, dejando atrás el papel de hijo para encontrar el camino hacia la paternidad. La película se construye sobre dos motivaciones centrales: la búsqueda para convertirse en padre durante ocho años y la impactante muerte de su progenitor, cuya sombra aún persiste en su vida.
Rotter comparte una experiencia personal que influyó en la trama de la película: la mañana en que su padre lo llevó a un bar y le reveló que se estaba muriendo. Este evento traumático marcó su vida, influyendo en la película y convirtiéndose en un elemento clave que refleja la incapacidad de procesar el dolor y la amenaza constante de la muerte.
Al abordar el guion, el realizador se encontraba en medio de su propio viaje hacia la paternidad. A lo largo de su proceso creativo, nacía su hija, trayendo consigo una nueva dimensión de amor desconocido. La película busca explorar la conexión entre el dolor, el amor y la paternidad, cuestionando cómo nuestras experiencias más difíciles pueden influir en nuestras relaciones más cercanas.
Un pájaro azul tuvo su presentación en el Festival Biarritz Amérique Latine 2023 en Francia, donde cautivó a la audiencia con su narrativa emotiva y actuaciones impactantes. Además, la película se presentó en el prestigioso Festival de Mar Del Plata.
El elenco de Un pájaro azul cuenta con talentosos actores y actrices como Alfonso Tort (Javier), Julieta Zylberberg (Valeria), Norman Briski (padre Javier), Susana Pampín (Nuria Palau), Romina Paula (Camila), Walter Jakob (Diego), María Villar (Julieta), Julián Larquier Tellarini (Damián), Alejandra Fletchner (madre Valeria) y Eugenia Guerty (médica).
Ariel Rotter conversó con Infobae Cultura sobre esta película que aborda una temática muy personal y sin embargo, apunta hacia cuestiones universales y centrales en la vida de los seres humanos.
—¿Cómo nace este proyecto?
—Es un guión que empecé a escribir hace como 11 años cuando estábamos con mi pareja buscando ser padres y en un momento lo abandoné porque tenía miedo que la ficción se me vuelva realidad, como que lo que la película cuenta empieza a pasar en la vida real. En el medio, hice mi película anterior, La luz incidente, que también me tomó muchos años. Cuando terminé esa película lo volví a leer y sentí que estaba vivo, pero en el medio yo había tenido una hija, que ahora tiene diez años, entonces me permitió repensar el proyecto desde otro lugar. Por un lado, ese guión inicial se repartió entre esa búsqueda de paternidad y otro proceso también vinculado a mi vida personal, que tiene que ver con mi infancia y mi adolescencia, conviviendo con un padre que atravesaba una enfermedad. No sabía muy bien cómo esos dos temas que en principio no tenían nada en común podrían convivir en el argumento. La película es una hipótesis de que quizás lo que más queremos se comunica con lo que más nos duele y que en ese devenir las cosas se tocan y contactan.
—Siempre está rondando el tema de la paternidad…
—En todo momento está tratándose de paternidades y maternidades si se quiere, pero si lo tuviera que definir diría que es un hombre que en su proceso de querer ser padre, primero tiene que dejar de ser hijo. Hay algo de los roles y los momentos de la vida en los cuales uno para seguir adelante tiene que también soltar ciertas cosas del pasado. La película plantea un conflicto y de golpe lo desactiva. Es una película de derivas que intenta conectar al espectador con los que está contando. Con el tiempo, perdí un poco el temor a que mis películas tengan todo pensado, estén bien definidas y tengan un guión de hierro porque cada segundo de producción es carísimo. Aprendí a perder el miedo a no saber del todo si las cosas se van a armar.
—¿En qué instancias encontrás esa conexión?
— En muchas, pero pasa algo muy hermoso en la edición, que primero es un duelo tremendo porque todo lo que no va es lo primero que ves. Después, una vez que aceptás lo que hay, empezás a jugar con eso, y se arma un nuevo relato. Aparte, no todo lo que filmas, por decirlo muy llanamente, se hace carne, es decir que no todo lo que filmas queda, sale bien y pide pantalla. Por otro lado, hay cosas que no parecían tener una fuerte importancia y luego se hacen clave para la película, como la escena que el protagonista toca la guitarra con el padre. Cualquier especialista de guión me hubiera dicho que esa escena podría ser irrelevante, pero la intuición me dijo que era importante, porque se ve algo de él, su pasado, su relación con la madre. Entendés más al personaje y ya no lo ves como un boludo que se mandó cualquiera, sino que hay un ayer. Es un momento que la película se anima a salirse del relato. Está bueno que haya un lugar más lúdico y salir del esquema reduccionista de protagonista y antagonista. Es una simplificación de los conflictos.
—¿La música puede pensarse como un personaje más?
—Está la sensación de que aparece en toda la película, pero solo aparece en momentos puntuales. Ella toca una canción, él toca esa misma canción después y hay una canción más. Admiro mucho a Rosario Bléfari y era una manera de homenajearla con una de sus canciones más hermosas, no solo escuchar la canción, sino tocarla para que su música atraviese la historia de ellos dos. El tema “Estaciones” encajaba con la imperfección de la película. Hay una parte que dice “decímelo otra vez que no entendí nada” y creo que macheaba con esos planteos que tiene el argumento. Le dedicamos también una placa a ella para que sea parte de la película.
—¿Cómo pensaste abordar y a los actores que encarnan esa relación padre e hijo tan particular?
—En el caso de Alfonso Tort, lo vengo siguiendo desde hace años, ya que protagonizó la película de un amigo muy querido que es Pablo Stoll, 25 Watts. Después él hizo una película muy especial y hermosa que se llama Las Olas, sobre un chico que entra y sale del agua y cada vez que sale del mar está en otro momento de su vida. Pensaba que era el indicado para mi película porque era un protagonista difícil que no es muy querible y no te identificás. Necesitaba a alguien que sea bueno, que se note que no era un mal tipo más allá de sus acciones. En el caso de Briski, siempre tuve una intriga sobre cómo era trabajar con él y a quien le preguntaba me decían: “fijate no es fácil, hace lo que quiere, es imposible dirigirlo”. Pero tenía la intuición de que iba a funcionar, me encontré con él y me hizo acordar mucho a mi viejo.
—Además, te diste el lujo de formar un elenco de grandes actores.
—Fue un sueño. Julieta está increíble. Todos los actores vinieron a hacer personajes chiquitos, actores que ya son protagonistas de películas hace rato y, sin embargo, aceptaron y transformaron esos personajes que parecían pequeños en algo muy importante que transforma a la película.
*”Un pájaro azul”, de Ariel Rotter se podrá ver en salas desde el próximo jueves 23 de noviembre
[Fotos: Prensa Tommy Pashkus y Festival Internacional de Cine de Mar del Plata]