Escribió más de seis novelas y tres libros de cuentos; obtuvo la Beca Guggenheim en 1989 (el mismo año que Tamara Kamenszain); vivió rodeada de amigos escritores y artistas como Alejandra Pizarnik, Elsa Morante, Manuel Mujica Láinez, Julio Cortázar, Héctor Murena y la pintora Aida Carballo. Tuvo además, aunque a veces sin saberlo, muchos pretendientes, entre otros, Adolfo Bioy Casares e Italo Calvino.
Elvira Orphée fue una prolífica escritora argentina, aunque permanece extrañamente ignorada a pesar de su gran cantidad de novelas, cuentos y artículos publicados. Además, estuvo casada con el pintor Miguel Ocampo, primo de Victoria y Silvina Ocampo, con quien tuvo a sus tres hijas: Laura, Paula y Flaminia; y fue amante del poeta venezolano Juan Liscano durante cerca de seis años
Una vida de artista
Elvira nació en Tucumán, y en varias entrevistas sostuvo que irse de allí “la salvó”. Vivió en Argentina, Venezuela, Francia e Italia. A pesar de ese rechazo hacia su provincia, su obra está teñida por los ambientes suburbanos, la precariedad y el tedio del interior argentino. Otro signo que atravesó algunas de sus ficciones fue el antiperonismo, tal como fue el caso de muchos escritores argentinos que vivieron los gobiernos de Perón, aunque no lo decían. Sus novelas Uno y La última conquista de El Ángel tienen varias escenas que incluyen manifestaciones y los bombardeos a Plaza de Mayo de 1955.
Obtuvo premios por sus novelas Aire tan dulce (1967) y En el fondo (1969), y La última conquista de El Ángel (1977) fue traducida al inglés. Durante los años en los que vivió en Francia, fue asesora de literatura española e italiana para Gallimard, una de las editoriales más prestigiosas del mundo.
Flaminia Ocampo, su hija menor, que también es escritora, cuenta que tener esos padres “era algo totalmente inusual entre nuestras compañeras de colegio. En mi caso, a pesar de lo difícil que fue a veces, de alguna manera estuve agradecida por los dos. Por mi madre, porque me enseñó desde muy chica la diferencia entre un pensamiento banal y uno original, y le parecía que leer era lo único que se necesitaba para vivir bien”.
Archivo y misterio
Un tiempo después de que murió, en 2018, sus hijas comenzaron a reunir y clasificar sus papeles. Hallaron borradores de textos publicados e inéditos, artículos periodísticos con las primeras reseñas que publicó, artículos y entrevistas sobre sus libros, fotografías y un gran corpus de cartas. Entre los textos inéditos se halla la novela Amada lesbia que escribió poco antes de morir. Entre las cartas recibidas, se encuentran, entre otros, de César Aira, Marosa di Giorgio, Alejandra Pizarnik, María Luisa Bastos, Leda Valladares, Elsa Morante, Wilcock, Julio Cortázar y Octavio Paz.
Entre las motivaciones para comenzar a revisar y ordenar sus papeles, Flaminia Ocampo, la hija menor, explica: “Las tres [hijas] sabemos que Elvira Orphée fue una persona sumamente distinta a las personas de su época y de sus dos medios sociales: la ‘negrita de provincia’ y la casada con un oligarca. Yo no conocí a nadie que se le pareciera, ni siquiera un poco. Ella con frecuencia presentaba las cosas de una manera nueva. Por eso, después de su muerte buscamos en su archivo la explicación de ese misterio, pero no la encontramos”.
Frente a la pregunta de qué fue lo que más le interesó de su archivo, Flaminia dice que antes de morir su madre ya sabía qué era lo que iba a resultar más interesante: la correspondencia con su padre, Miguel Ocampo, y las cartas con su amante Juan Liscano. Por eso, Elvira le heredó ambas correspondencias en vida.
Con el apoyo del programa de Mecenazgo de la plataforma Impulso Cultural, durante 2023 fue posible ordenar, clasificar y digitalizar una gran parte del material que se conserva, hasta el momento, al cuidado de la familia.
La revalorización de una escritora
Pero ¿por qué no trascendió su literatura? ¿Acaso fue, como muchas otras, por ser mujer? ¿O por su belleza despampanante? Flaminia Ocampo reconoce que conversó en varias ocasiones con su madre sobre este tema: “A ella le sorprendía que, a pesar de la cantidad de buenas críticas que siempre tuvo, la reconocieran tan poco. Mi suposición, algo cruel y que siempre le dije, fue que si hubiera sacado a relucir su abuela indígena pobrísima (palabra de ella), si se hubiera presentado como lo que no le había gustado ser, es decir una negrita tucumana, seguramente los inquisidores de la revista Crisis, que decidían a quién le tocaba la supervivencia literaria y el reconocimiento, la hubieran aceptado. Pero casarse con un Ocampo Leloir y renegar de su pasado en todas partes (menos en sus novelas y cuentos), no ser peronista y vivir en París y Roma no ayudó a que se la aceptara como la escritora única que ella fue”.
A partir de su muerte y de la idea de sus hijas de preservar su archivo, Elvira Orphée está siendo revalorizada y varios proyectos que involucran su obra y su vida se encuentran en curso. Algunas de las personas que consultaron el archivo para investigaciones y publicaciones son Soledad Martínez Zuccardi y Guadalupe Valdez. Actualmente, Soledad Martínez está por editar la novela Basura y luna para la editorial de la Universidad Nacional de Tucumán; además, el Fondo de Cultura Económica está trabajando en una edición conjunta de las dos novelas Aire tan dulce y La última conquista de El Ángel, en Argentina; Gatopardo Ediciones trabaja en una edición de Aire tan dulce para España. Y Flaminia Ocampo, por su parte, está terminando una biografía sobre su madre, que llevará por título Ella en general: Elvira Orphée de cerca. En el medio audiovisual, el realizador tucumano José Villafañe filmará un documental sobre la vida de su comprovinciana.
¿Cuál sería el mejor destino para el archivo? Responde Flaminia Ocampo: “La Biblioteca Nacional, y que sirva para la investigación de su obra”. Muchos papeles de escritores latinoamericanos se encuentran en universidades europeas o norteamericanas, como es el caso de Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Ricardo Piglia, Alejandra Pizarnik o Margo Glantz. Pero también hay otros herederos que optan por ponderar las investigaciones en Argentina y la difusión nacional antes que la internacional. Tal fue el caso de los herederos de Antonio di Benedetto, David Viñas, Fogwill o María Elena Walsh.
[Fotos: gentileza de Laura y Flaminia Ocampo]