Uno de los tantos influjos del expresionismo alemán fue lo que se dio a conocer como la Nueva Objetividad, un movimiento artístico que en los años veinte del siglo pasado proponía una representación más objetiva y crítica de la realidad, en contraste con las tendencias más subjetivas y emocionales del primero. Entre sus representantes se encontraban pintores como Otto Dix, George Grosz y Georg Scholz, cuyas obras sobresalen por la crudeza, la provocación y la sátira con que retratan la vida cotidiana de la época, marcada por la crisis económica y el ascenso del nazismo al poder.
La obra inicial de Georg Scholz (1890-1945), que estudió en la Academia de Bellas Artes de Dresde y más tarde en la de Karlsruhe, reflejaba la influencia del expresionismo alemán, pero fue a través de su participación en la Nueva Objetividad donde halló su identidad distintiva. Como otros de sus pares, Scholz vivió la crueldad de la Primera Guerra Mundial en el frente y se encontró al regreso con la dura realidad que vivía su país. Con un enfoque preciso y detallado, los cuadros del artista se apoyan a menudo en las formas arquitectónicas para comentar sobre la decadencia moral y política de la Alemania de la República de Weimar, como demuestra su serie titulada Arquitectura.
Autorretrato con columna publicitaria, pintado en 1926, es una obra intrigante que también da cuenta de la visión satírica y crítica característica de Scholz y del estilo de la Nueva Objetividad. En esta pintura, el artista se representa a sí mismo de pie frente a una estructura cilíndrica utilizada para publicidad en las calles alemanas. La elección de este escenario no es casual; la Litfaßsäule se convierte en un símbolo de la creciente influencia de la publicidad y la comercialización en la sociedad de la República de Weimar.
La decisión de autorretratarse frente a este paisaje publicitario también sugiere una autorreflexión sobre el papel del artista en la vida moderna. Más que como un pintor, Scholz aparece en el cuadro como un observador de su entorno contemporáneo, de la realidad pública, social y mediática. Con su mirada directa y su rostro serio y penetrante parece desafiar al espectador a cuestionar la autenticidad en medio de un entorno saturado de mensajes efímeros yuxtapuestos.
La Litfaßsäule detrás de Scholz está cubierta con una variedad de anuncios, muchos de los cuales son referencias directas a eventos y personajes contemporáneos. Aquí, Scholz utiliza la publicidad como un medio para comentar sobre la saturación de información y la superficialidad de la cultura de masas. Los anuncios representan una amalgama de mensajes discordantes que dan testimonio de la confusión cultural de la época.
Diversos programas de entretenimiento, como una velada de baile en la que actuará “la mujer más gorda de Europa” o acontecimientos deportivos, se anuncian dentro de este paisaje urbano. Junto a la columna publicitaria, al fondo a la izquierda, se ve un surtidor de gasolina, el escaparate de un concesionario de automóviles y un Mercedes Benz en exposición. La paleta de colores que usa Scholz es notablemente contrastante, con tonos oscuros y sombras que enfatizan la seriedad del mensaje subyacente. La aplicación precisa de la pintura y la atención al detalle contribuyen a la sensación de realismo, haciendo que la obra sea impactante y visceral.
La maestría técnica del artista y su aguda observación de la sociedad le otorgaron un lugar destacado en la escena artística de la época, más allá de los temas oscuros y críticos que abordaba en sus obras, sobre todo al trabajar con sus series de grabados, que reflejaban su perspectiva única sobre la realidad circundante. El compromiso de Scholz y su desafío a las convenciones artísticas no pasarían desapercibidos por el régimen nazi, que lo retiró de su puesto como docente en la Karlsruhe y destruyó varias de sus obras por considerarlas “arte degenerado”.
El artista continuaría pintando hasta su muerte en 1945, pero casi retirado de la vida social. Poco tiempo antes, Scholz fue nombrado alcalde de la ciudad de Waldkirch por las fuerzas de ocupación francesas, donde la Georg-Scholz-Haus alberga hoy exposiciones temporales.