“¿Cómo estás luego de todo este tiempo?”
“Te diría que la palabra es curtido más que cansado.... Vivo este trabajo con mucha energía, con mucho entusiasmo, como una oportunidad de aprendizaje constante”, dice Enrique Avogadro.
El ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires se dispone a reparar seis años de gestión -que concluirán el próximo 9 de diciembre- y en diálogo con Infobae Cultura, echa a mano a una definición que bien podría ser el título de una novela, una obra de teatro, un disco, una película. “Habitar la incertidumbre”. “Estoy en un momento que así definí, a propósito, conmigo mismo, con mi familia, con los amigos, con el equipo”, dice sentado en una oficina del Centro Cultural Recoleta, allí donde lo llevó su habitual apretada y bien provista agenda diaria.
“Hoy nos toca eso. Lo digo porque es una época de balance, y a la vez estoy sin saber hacia dónde voy en lo personal ¿Qué voy a hacer? Estar a disposición como corresponde, aprovechar esta etapa de balance, por supuesto preparar la gestión como corresponde para la transición. Los cambios son saludables en general”, define con tranquilidad.
Avogadro asumió el cargo en 2017, luego de la renuncia de Ángel Mahler (quien había asumido tras la tormentosa salida de Darío Lopérfido) y desde ese momento, se subió a la montaña rusa del trabajo a cargo de un área gigantesca, caudalosa, que requirió su total atención (y presencia) en cada día. Al momento de la entrevista, por ejemplo, viene de asistir a una de las jornadas de la Conferencia Anual del Comité Internacional de Museos de Arte Moderno (CIMAM), que se desarrolló en el Museo Moderno. “La gente está fascinada con Buenos Aires”, dice para definir sus sensaciones luego de haber participado ”como anfitrión”, en este importante encuentro internacional.
—En tiempo de balance, cerca del final de tu gestión ¿Cómo la definirías?
—Traté de hacer una gestión que estuviera siempre en la calle y vinculada a artistas, a espacios culturales. Estar presente lo he sentido como una responsabilidad: no solamente asistir a las inauguraciones o estrenos de actividades que hace el Ministerio de Cultura, sino tratar de representar a toda la cultura de Buenos Aires. A veces, incluso poniendo por delante una actividad que no es nuestra… Porque me parece que ahí hay algo clave: el énfasis en que “cultura es todo”. Hay un gran ecosistema cultural en Buenos Aires y nuestra responsabilidad, la de todo un gran equipo del cual he aprendido mucho a lo largo de estos años, ha sido estar en contacto permanente.
Y en ese sentido es político: político no partidario. Es una visión política ser verdaderamente un ministro que representa a toda la cultura, con independencia de las preferencias circunstanciales de cada uno. Me parece clave para poder hacer bien nuestro trabajo, estar en contacto con todo el mundo y que todo el mundo se sienta representado. Y eso implica construir ese vínculo a lo largo del tiempo. Muchas de las cosas que hago son invitaciones informales que me llegan por Instagram. Yo me siento honrado cada vez que recibo una invitación de ese estilo y trato de estar presente; porque soy también, de alguna manera, un canal de difusión para toda esa gran oferta que tiene la ciudad. Uno de los ejes de la gestión, que por ahí es un intangible pero para mí es muy relevante, es una cercanía extrema, ese vínculo con todo el mundo de la cultura. Lo siento como una responsabilidad.
—¿Y cómo crees que te fue en estos seis años?
—Yo la pondría en plural, primero. Porque creo que no hay ningún resultado que se me puede atribuir a mí, sino al equipo del que soy parte y que circunstancialmente me toca liderar. Creo que nos fue bien, en términos de habernos trazado objetivos y haberlos cumplido. Parte de nuestra cultura de gestión es justamente asumir compromisos y cumplirlos. Compromisos ligados a mantener la excelencia de la cultura pública, por eso destaco mucho al equipo. Hoy estamos viviendo una época muy interesante en todos los espacios culturales que dependen del Ministerio de Cultura. Entre los más visibles, el Teatro Colón, el San Martín y todo el Complejo Teatral. Ahora mismo que estamos en el Centro Cultural Recoleta, en la Usina del Arte, pero incluso en espacios como el Centro Cultural 25 de Mayo, que tiene una programación de excelencia, el Centro Cultural San Martín, el Museo Moderno ni hablar, y también el resto de los museos.
Más allá de eso también buscamos darle una impronta, no digo innovadora, sino más bien complementaria a lo que existía. El énfasis en la cultura independiente parte de una visión de un sistema, que en Buenos Aires es mucho más que lo que hace el propio Estado. En ese sentido, esta es una ciudad única. En Buenos Aires hay más de 500 espacios culturales independientes, con lo difícil que es mantener un espacio en marcha. Por eso el primer gran gesto fue aprobar, hace ya cinco años, la Ley de Espacios Culturales Independientes que resolvió todos los problemas históricos: problemas con las habilitaciones, por ejemplo. Ya no se habla más del tema. Fue un objetivo nuestro para el trabajo diario en conjunto con otros organismos de gobierno, a quienes les dijimos: “Miren... El Ministerio de Cultura defiende estos espacios. Así que antes de hacer nada con ellos, hablen con nosotros porque somos los que los conocemos y trabajamos con ellos”. Esa ley, por supuesto, vela por la seguridad, pero está hecha a medida de los espacios independientes.
Por otro lado, pusimos el énfasis en esta idea de la cultura. No como entretenimiento sino como una herramienta del desarrollo, individual y colectivo; parte de una discusión más amplia, que es cómo construir ciudadanía a través de la cultura. Y cómo el acceso a la cultura es un indicador clave, porque no da lo mismo en una ciudad tan rica culturalmente. si tenés o no tenés la posibilidad de participar. Entonces, ahí, la herramienta más emblemática fue el lanzamiento del Pase Cultural. Además, es una herramienta muy innovadora porque es el primer programa de estímulo a la demanda, con plata en la mano para que los pibes y pibas elijan libremente qué hacer, comprar un libro, ver una obra de teatro, escuchar música en vivo. Hoy tenemos más de 40.000 chicos participando del Pase Cultural. Nos enorgullece porque tiene un impacto fenomenal y es claramente una herramienta que amplía el acceso a la cultura.
Bueno, en esa línea también está la renovación de la infraestructura cultural. Creo que es uno de los logros. Menciono cosas recientes, pero se puede ir más atrás: la reapertura del Teatro Alvear. Y dentro del Complejo Teatral, haber abierto el Cineteatro Del Plata en Mataderos, único teatro, no solo del barrio, sino de toda la región. El Museo Moderno estuvo esperando 60 años a tener su edificio terminado y lo hicimos. Este mismo espacio, el Recoleta, se reacondicionó por completo sin cerrarse en etapas. Se abrieron espacios nuevos como la Biblioteca del Parque de la estación… O sea hubo una inversión muy importante.
—Cierto lugar común indica que el sector cultural es mayormente progresista ¿Sentiste algún tipo de prejuicio o incluso rechazo, por representar un gobierno distinto de esta concepción?
—Aclaro lo obvio: uno no trabaja para que lo quieran, sino para hacer las cosas bien. Y en ese sentido veo la responsabilidad de hablar con todo el mundo como un instrumento para hacer bien las cosas,. Por principios, siento que es así. Me parece absurdo que por diferencias políticas e ideológicas, si las hubiera, uno se pierda de la oportunidad de trabajar con parte del sistema cultural donde hay gente extraordinaria. Puedo decirte que yo no sentí, en todo caso, ese prejuicio. Siempre percibí una apertura a la posibilidad de conversar con todo el mundo, cosa que yo valoro y le agradezco al sector. La cultura además tiene una oportunidad de estar por encima de esas diferencias. Busqué siempre ser coherente con eso.
—En ese sentido hay algo un poco más general que, si bien no específicamente (porque la verdad es que en la campaña presidencial no se habla mucho de cultura), la cuestión parece ser de dos modelos: “Estados sí o Estado no”. Y aplica para la cultura también ¿Existe realmente esa disyuntiva?
—Voy a discutir esta idea de los dos modelos en este balotaje. No siento que en esos “dos modelos” esté representada la opinión de la mayoría. Creo que por cómo se dieron las cosas, por el nivel de fragmentación política, por diferentes razones que todavía es demasiado temprano evaluar, terminamos ante estas opciones. Eso, desde mi punto de vista. Después, respecto al rol del Estado, yo creo que forzosamente necesitamos un Estado que piense, participe y promueva el sector cultural. Hay una pregunta que es bien sencilla y es: ¿A qué países nos queremos parecer en términos de indicadores de desarrollo humano? Cualquiera de esos países que nos vienen a la cabeza son países que invierten en cultura, que tienen una cultura con un rol -con matices por supuesto- con el Estado como parte de esa conversación. Es nuestra identidad, nuestra historia. Y también es una herramienta de desarrollo económico. A través de las industrias culturales y creativas se genera mucho trabajo. Entonces, me parece que es una discusión como muchas otras, que en lugar de abrir el debate, lo clausura por completo. Porque está planteada en términos maniqueos, blanco o negro.
En realidad, esto termina obturando una discusión mucho más interesante: de qué manera el Estado tiene que promover el sector cultural y cómo medimos el resultado de esas acciones. Y si efectivamente, ya que hablamos de una discusión nacional ¿Son las instituciones actuales en su formato actual, las más indicadas? ¿Se pueden hacer mejor las cosas? ¿Llega el presupuesto público de la cultura a quienes realmente debiera llegar? Todas esas preguntas en realidad terminan obturadas en este debate.
Sobre el tema de las asignaciones específicas, lo mencioné en el Consejo Federal con bastante énfasis a mis colegas de todo el país. Yo decía, bueno, aprovechemos a discutir qué hacemos con este dinero, por qué el dinero público tiene que llegar efectivamente a un desarrollo cultural en toda la Argentina, tiene que llegar a los artistas emergentes. Tenemos que poder medir a estas instituciones en términos de impacto. Hay toda una serie de discusiones que a mí me parece que no están arriba de la mesa.
—Abro una pequeña ventana para comentar que, en un momento de esta campaña, apareció una cuestión que roza este interrogante qué mencionas. Fue cuando la candidata a vicepresidenta por LLA respondió a Lali, diciéndole “Te llenás la billetera con el Estado”
—Bueno, primero hay que hacer una aclaración: creo que hay que tratar con respeto la carrera de cualquier artista. Sin ninguna duda, Lali es una persona que ha trabajado toda su vida y ha hecho una carrera al margen del Estado. Es una trabajadora de la cultura muy talentosa que ha ido evolucionando en su carrera. basta verla como actriz y como música. Me parece interesante esa discusión, porque en realidad tiene que ver con el punto anterior: cuál es el rol del Estado en la cultura. Nosotros nos cuidamos mucho de hacer eventos masivos y gratuitos (aunque los hacemos), porque entendemos que la cultura accesible de calidad es un derecho y tiene que estar presente en todos lados.
Ahora, en una ciudad culturalmente tan rica y con un sector privado tan potente, yo no puedo reventar la plaza de eventos gratuitos. Porque si no, nadie va a comprar una entrada para ir a ver un recital a cualquiera de los espacios privados. Hay que tener un balance, un equilibrio. En el caso de la ciudad de Buenos Aires, son ocasiones muy puntuales, festivales o algún evento específico que así lo amerita. Pero intentamos siempre tener ese cuidado de no ser una competencia del sector privado. Nuestro trabajo es ampliar y garantizar el acceso a la cultura, al mismo tiempo no ahogar a un sector privado que no tendría capacidad de existir si el Estado, con los recursos que tiene, estuviera todo el día.
—Hasta ahora no hablamos de esto, pero es un hecho tácito y aceptado que dejaras de ser ministro de Cultura a partir del inicio del gobierno de Jorge Macri ¿Es así?
—El hecho fáctico es que nuestra gestión, encabezada por Horacio Rodríguez Larreta, da las hurras el 9 de diciembre. Por otro lado, Jorge Macri que es parte de nuestro espacio, ha dicho en muchas oportunidades, y es parte de su campaña, que valora enormemente la gestión de la que él mismo es parte. Quiere dar continuidad, por supuesto, con matices, mejorando las cuestiones que él entiende que hay que mejorar. Yo en ese sentido tengo la tranquilidad de que, más allá de los nombres, habrá continuidad. Jorge Macri es una persona que entiende del tema y viene de hacer una gestión interesante en Vicente López, en materia cultural
—¿Qué va a pasar, entonces?
—Nadie sabe porque Jorge, con mucha prudencia creo yo, planteó pública e internamente tomarse el tiempo de entender la gestión. Pero además... Tenemos que esperar el resultado del 19 de noviembre porque son dos países muy distintos los que vienen. También creo yo hay que desdramatizar los cambios, digamos, porque también es natural que si él quiere generar algún cambio de impronta, lo haga. Lo que te puedo decir de mi parte, sí te puedo confirmar, es mi vocación es seguir ayudando y colaborando con Jorge en su próxima gestión. Pero es una conversación que no hemos tenido todavía y es normal que no la hayamos tenido. Veremos. Estaré desde el lugar y el rol que haga falta. No soy un un burócrata.
[Fotos: Adrián Escandar; prensa Ministerio de Cultura C.A.B.A.]