Sexo gay, según “Compañeros de viaje” y “Tore”, dos nuevas series de gran intensidad para todos los públicos

“La homosexualidad es una forma de amor, no una enfermedad. Y el amor no se cura, se vive”, escribió Manuel Puig en “Boquitas pintadas”. En esta nota, dos producciones que reflejan esta idea

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“Tore”, nueva serie de Netflix con el protagonismo de William Spetz
“Tore”, nueva serie de Netflix con el protagonismo de William Spetz

Al ritmo del emerger abierto, cotidiano y, por qué no, feliz de las personas cuyas identidades de género responden a minorías no heteronormativas en las sociedades que fueron testigos de las luchas por alcanzar derechos; la representación artística LGBTQ tuvo un correlato que se plasmó, sobre todo desde los años 2010 en adelante, en producciones audiovisuales, series y películas en tal número y calidad (con altibajos, claro) como no había conocido en el tiempo anterior. El camino iniciado en 2003 con la superproducción de HBO Angels in America, sobre la vida gay (en el clóset o fuera de él) durante la era del SIDA y la presidencia de Ronald Reagan (y la intervención del despiadado funcionario Roy Cohn, un hombre encerrado en el armario del poder –no olviden este nombre–) protagonizada por un elencazo con Al Pacino, Meryl Streep, Emma Thompson, Patrick Wilson y Mary-Louise Parker, abrió la posibilidad de que la televisión contuviera realizaciones que contaran historias con personajes de estas minorías.

Hoy abundan, basta ver los catálogos de las plataformas para encontrarse desde las historias de amor adolescente de Heartstopper, la movida trans-drag en los ochenta en Pose, los teenagers de colegio privado español de Élite, las chicas patibularias de Orange is the new black, los australianos de Sex education, además del clásico reality (nos ponemos de pie) Ru Paul Drag Race, santo y seña del camp contemporáneo. Por eso, luego de la Marcha del Orgullo GLTBQ+ más masiva en la historia nacional el último sábado (con más de un millón de participantes y caracterizada como “muy politizada” –como dijera alguna Mirtha Legrand, otro ícono camp– debido al multiplicado llamado al voto contra Milei, debido a las declaraciones de su candidata a vicepresidenta contra el matrimonio igualitario y la Educación Sexual Integral), en esta oportunidad recomendamos Fellow travelers (Compañeros de viaje) y Tore, dos producciones recién subidas a sendas plataformas que todo el mundo debería ver y que tienen por protagonistas a personajes intensos, dramáticos y románticos que surgen de la amplia y hermosa diversidad sexual.

Una en la que el armario es obligatorio por la persecución de MacCarthy y el sexo entre hombres se muestra como nunca antes.

Estados Unidos. Década del cincuenta. Durante aquellos años la Guerra Fría entre los EEUU y la Unión Soviética, después de la Segunda Guerra Mundial, se convertía en el centro de las discusiones políticas del momento. Ambas naciones habían anunciado que poseían la bomba atómica, medio mundo se desarrollaba bajo las alas del imperialismo estadounidense mientras la otra mitad se resguardaba en el mandato del Kremlin y su poder estalinista “socialista real”, en una pugna sin tregua. En norteamérica, una comisión dirigida por el senador Joseph McCarthy persigue a los militantes del Partido Comunista estadounidense en todos los órdenes: miles de personas son despedidas de sus trabajos; actores y directores, prohibidos en Hollywood; autores literarios censurados y estigmatizados por sus ideas.

Creada por Nyswaner y basada en la novela de Thomas Mallon, "Compañeros de viaje" es una épica historia de amor y un thriller político que relata el romance clandestino de dos hombres muy diferentes que se encuentran en Washington en los años 50 de la era McCarthy.

Un hombre en sus treinta, héroe de guerra, apuesto, seductor y peligrosamente inteligente trabaja como ayudante del senador Wesley Smith, un demócrata moderado opuesto al republicano McCarthy, con una eficacia invalorable. Se trata de Hawk Fuller (interpretado por Matt Bomer, conocido por su rol en White Collar), quien en el anonimato de los baños públicos seduce a otros hombres para llevarlos a su cama, sin ningún compromiso emocional. Hasta que aparece un aspirante a pasante en Washington, el joven scholar católico Tim Laughlin (Jonathan Bailey, anteriormente en Bridgerton), a quien reconoce como un “one of us” y le consigue un trabajo con McCarthy, por conveniencia política –pero también sexual. Pero pasa que a veces los planes de no dejar involucrarse por las emociones fracasan, y este parece ser el caso.

Comienza una historia tórrida de amor, pasión, sexo, ocultamiento y decepciones que atraviesa, con flash backs y flashforwards, las décadas del sesenta y del setenta, para finalizar en los años ochenta, en plena era del SIDA, cuando uno de los dos miembros de la siempre al borde del riesgo “pareja” contraiga la enfermedad. Esto no es un spoiler, es revelado apenas comienza la trama, lo que importa es cómo se desarrolla la unión de estos dos hombres a lo largo, y al lado, de la historia de los Estados Unidos. Hawk en un momento dice que su objetivo es que lo trasladen como diplomático a Europa y no volver más, renunciar antes que regresar, comprar una villa y tener sexo con quien se le cante. La miniserie empieza con ese deseo cumplido, pero en los años ochenta, casado él y con dos hijos en una familia tradicional.

Debe consignarse que las escenas sexuales rozan el soft porn con recursos inéditos para las habitualmente conservadoras pantallas estadounidenses como, por ejemplo, el desnudo frontal masculino y encuentros amatorios de elevada intensidad, que no se producen de manera gratuita, sino que refuerzan el contenido de la historia en presencia. También hay que destacar las tramas políticas que le brindan un color de thriller al asunto cuando McCarthy –en un episodio histórico poco conocido, al menos para quienes no estamos tan adentrados al detalle en la historia de los Estados Unidos– agregó la persecución a los comunistas incluyendo al personal “desviado” contratado por el Estado: esto es, alcohólicos, drogadictos, pervertidos sexuales. Hombres y mujeres, incluso Hawk y Tim, deberán oscurecer más aún las paredes del clóset que los cobija para no caer en las redadas del Estado.

"Compañeros de viaje" es una producción creada por el nominado al Óscar, Ron Nyswaner, conocido por "Philadelfia" y "Homeland". (Créditos: Paramount+)
"Compañeros de viaje" es una producción creada por el nominado al Óscar, Ron Nyswaner, conocido por "Philadelfia" y "Homeland". (Créditos: Paramount+)

La recreación del bar clandestino queer es un hallazgo cinematográfico delicioso, mezcla de los cabarets de la República de Weimar con los bares de jazz negro en New Orleans, pero clandestinos. Y la historia de la secretaria de Hawk y la del periodista negro gay que debe enfrentar el racismo en el centro del poder y la homofobia de sus compañeros de trabajo son subtramas de peso ascendente. Hasta llegar a la época del SIDA en los ochenta, en la que debido a la inacción estatal los hombres que amaban a otros hombres caían como moscas rociadas por insecticidas. En el medio, este trágico amor-pasión de dos hombres tan opuestos como atraídos el uno por el otro. Ocho capítulos basados en la novela de Thomas Mallon publicada en 2007 cuyos capítulos se emiten cada sábado por Paramount+. Este sábado, el tercero. No se la pierdan. No se arrepentirán.

Otra en que la que un millenial inmaduro pierde el eje ante la muerte y cómo la negación se expande y se contiene mediante una vieja amiga y una nueva amiga drag.

No se podría decir que Tore es una serie LGTBQ+. Más bien –y en esta referencia también sirve para Fellow Travelers– se podría aplicar aquella frase de Manuel Puig, dicha en una entrevista realizada por Tomás Eloy Martínez: “Yo no soy un escritor homosexual, sino un escritor que es homosexual. No escribo para los homosexuales, sino para todos. Lo que pasa es que la homosexualidad es un tema que me interesa mucho, porque es una forma de vida que está muy reprimida y que tiene una gran riqueza humana”. Entonces de ahí que se puedan explorar personajes tan complejos como el que da el nombre a la serie de origen sueco.

En seis capítulos de media hora cada uno, esta primera temporada de “Tore” presenta una historia emotiva, profunda y humanista
En seis capítulos de media hora cada uno, esta primera temporada de “Tore” presenta una historia emotiva, profunda y humanista

Tore es un muchacho de 27 años, gay, virgen, de origen indio, que vive con su padre adoptivo Bosse y su perra M.J. (por Michael Jackson) y que adora a su mejor amiga Linn, a quien su progenitor le anuncia que debe abandonar el hogar paterno. Ambos trabajan en una funeraria y a Tore no le gusta nada la idea de enfrentar al mundo. Bueno, la idea de enfrentar nada: se dijo que era virgen, Linn le dice que ya debería experimentar, hasta cuándo podría esperar. He aquí a un neurótico avant la lettre. Pero algo ocurre. De manera violante, muere Bosse. Algo que Tore no puede aceptar. Entonces se desata en él un sentido desordenado del pensar y del actuar, se la pasa yendo al boliche gay que conoce, bebe a raudales, experimenta con drogas, su vida es un descontrol y no acepta que nadie intente ordenar ese desorden. Le cierra el paso a M.C. hacia la habitación del padre muerto, que permanece intacta y sin visitas: Tore mismo se ha cerrado el paso hacia ella. En el torbellino de la mente, de todos modos conoce a una nueva amiga que hace shows drag en el boliche, que le da el mejor consejo de todos: “Si tiene reloj, es hétero”. Una Biblia para intentar un levante o no.

En seis capítulos de media hora cada uno, esta primera temporada presenta una historia emotiva, profunda y humanista, la de una persona enfrentada a un dolor tan profundo que no sabe qué hacer con él, más cuando desde antes la misma persona no sabe qué hacer con las cosas de la vida, pero que, sin embargo, intenta. Hay un florista ex enfermero, una anciana que acaba de perder a su marido, unas gotitas de LSD, también. Se trata de una miniserie que se puede ver de un tirón y ser atravesado por las emociones de la amistad, el desamparo y también el amor. Ya están los seis capítulos subidos a Netflix.

Volviendo a Puig, el escritor de Boquitas pintadas también dijo: “La homosexualidad es una forma de amor, no una enfermedad. Y el amor no se cura, se vive”. La cita se puede aplicar a cualquier forma de sexualidad. Y al modo de ver, tal vez, estas series.

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