“Entre el alba y la noche hay un abismo de agonías, de luces, de cuidados, el rostro que se mira en los gastados espejos de la noche no es el mismo. El hoy fugaz es tenue y es eterno, otro cielo no esperes ni otro infierno”, recita Víctor Laplace. Vestido con una remera blanca y un jean, sostiene la mirada, esboza una sonrisa apenas y suspira. Forma parte de un envío audiovisual que el actor le hace a esta periodista para mostrar un fragmento de su nueva realización.
Laplace tenía 14 años cuando fue a trabajar como obrero a la Metalúrgica de Tandil, la ciudad bonaerense donde nació y donde descubrió la poesía. Leyó primeros y elementales versos sobre héroes, ascensos, caídas. La felicidad parecía una abstracción. Lejana, difícil de conquistar.
Aquella columna vertebral de serranías bajas y de formas romas o tabulares, con sus valles fértiles y extendidos, fueron el paisaje de su infancia. Apenas adolescente, puso el cuerpo en la planta de fundición de minerales y moldeó su conciencia gremial. En la fábrica tuvo sus primeras experiencias de aprendizaje laboral y político. Rechazó los maltratos porque él mismo tuvo vivencias traumáticas con los curas del colegio, se preocupó y se ocupa del bienestar propio y ajeno.
Para el hombre que decía a Alfonsina y a Borges de memoria en su ciudad de origen, debía haber algo más, algo que lo sustrajera un rato de la realidad para volver a ella, transformado. La escena ficcional.
Después del servicio militar, en 1963, emigró a la ciudad de Buenos Aires y empezó a estudiar teatro. Hoy, con una prolífica carrera en distintos escenarios, la televisión y el cine, presenta Las guerras a través del tiempo. Conocido más que nada como actor, participó en más de 100 películas y dirigió sus propios filmes y documentales.
Las guerras a través del tiempo es un espectáculo multimedial antibélico que celebra la vida y homenajea a la prestigiosa dramaturga y guionista Aída Bortnik. Se lo puede ver este jueves a las 18 hs. en el Centro Cultural Borges, sin reserva previa y con entrada gratuita.
—¿Cómo surge esta propuesta artística que resuena tanto con el momento actual?
—La guerra no ha dejado de existir y el objetivo de este proyecto siempre fue hablar de esa permanencia que hoy azota a tantas personas, en distintos lugares del planeta. Vengo produciendo cosas que me atraen mucho, relacionadas con la violencia extrema, la literatura, el teatro y el cine. Mi pasión es vincular el arte con lo social y la cultural. En el caso de Las guerras..., se trata de una serie de cortos, que creamos a partir de algunos textos de la obra Soldados y Soldaditos (1972) de Aída Bortnik. Optamos por una forma multimedial que permite visibilizar los extremos que conviven en una misma realidad humana. Estrenamos en la sala Alberto Williams, del Borges, y los cortos podrán verse en la plataforma Contar antes de fin de año.
El Soldado Yanqui, Soldado Samurái, Balada del Desertor y La Paloma de la Paz narran una diversidad de conflictos armados y sus nefastas consecuencias. El trabajo textual es una versión libre del original y en formato audiovisual, que incluye además escritos del uruguayo Eduardo Galeano y dos canciones de Viet Rock, la ópera musical sobre Vietnam de Megan Terry, que se montó en el Teatro Payró.
Quien fuera varias veces el general Perón en las pantallas, aquel muchachito que debutó en la escena porteña dirigido por Jaime Kogan y actuó en Timón de Atenas bajo las órdenes de Roberto Villanueva en el Di Tella, fue pareja de Renata Schussheim y padre de Damián, al poco tiempo de llegar a Buenos Aires. Después, llegaría su amor con la actriz y bailarina Nélida Lobato.
Su ex compañera y siempre amiga, la artista visual que expone en El Recoleta obras emblemáticas (las tapas de los discos con Charly García, entre otras) y el hijo de ambos, músico, están involucrados en Las guerras a través del tiempo. También un equipo numeroso de trabajadores que lo quieren y lo admiran.
A los 80 años Laplace contagia energía, gracias a la sabiduría en cuerpo y alma que logró amasar con constancia y esfuerzo. Su excelente estado se ve en los cortos, donde, entre otros personajes, anima a un Perón ya veterano. Su voz suena como la del propio general cuando responde a mujeres y hombres preguntas sobre los temas que hoy deberían formar parte de la agenda de los argentinos. O, cuando se refieren a “la salida, que no se encuentra” o a “qué cosas han quedado de todas las conquistas y grandes obras del peronismo”.
—Habías trabajado en los ‘60 con Aída Bortnik, luego guionista de la película ganadora del Oscar La historia oficial y miembro de la Academia de Hollywood.
—Hicimos Soldados y soldaditos, sobre los soldados de verdad y los que no lo son. La estrenamos y la llevamos en gira por todo el país. Me parece importante ahora volver a esos personajes, un punto de partida para la reflexión y el debate. Aída, gran amiga personal, fue una de nuestras más grandes escritoras y queremos darles vida a sus textos, verdaderas piezas artísticas. Supimos inspirarnos entonces en los hechos más dolorosos de nuestra historia a través de esta joya política y éste también es un merecido tributo a ella.
—¿Vas a estar solo frente al público?
—No, estaremos con (el crítico e investigador) Jorge Dubatti y con (el productor) Luis Schenone. Por otra parte, quiero decir que los herederos de Aída avalan esta producción y, como nosotros, también creen que ella merece su homenaje. ¿Solo? No, siempre trabajo con otras y otros. Y estará el público, la gente, todos y todas, con quienes siempre quiero cumplir.
*Las guerras a través del tiempo es una idea que materializó, interpreta y produce Víctor Laplace, sobre textos de Aida Bortnik. Codirigen Luis Laplace y Diego Poleri. Se presenta el jueves 9 a las 18 hs. en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525, C.A.B.A.).
[Fotos: gentileza Liberarte]
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