El director argentino Demián Rugna ha dejado una marca indeleble en el mundo del cine de género con su última obra maestra, Cuando Acecha la Maldad. Esta película no solo se ha alzado con el premio a la Mejor Película en el Festival de Sitges, el principal evento de cine fantástico a nivel mundial. La película se convirtió en la primera de la región en recibir el galardón en 56 años de historia del festival. Este logro no solo honra el talento de Rugna, sino que también proyecta a la cinematografía latinoamericana a nivel internacional.
El film se centra en la remota ruralidad de un olvidado pueblo argentino, donde un oscuro maleficio acecha. Dos hermanos descubren a un hombre poseído, a punto de dar a luz al mal que yace en su interior. Su desesperado intento por alertar a la comunidad solo acelera el inevitable desenlace. El demonio ha nacido y su rastro de maldad se extiende como una sombra implacable. Enfrentados a la locura y la destrucción inminente, la única opción es huir.
Ezequiel Rodríguez y Demián Salomón encarnan a los valientes hermanos Pedro y Jimi, cuyo enfrentamiento con el mal desencadena una sucesión de horrores. La presencia de Silvina Sabater como la anciana poseedora de conocimientos cruciales añade profundidad a la trama, culminando en un giro inesperado que dejará a la audiencia sin aliento.
Desde su debut con La Última Puerta en 2007, Demián Rugna ha deslumbrado en el género del terror. Su visión oscura y perturbadora ha trascendido fronteras, llevando el cine argentino al mercado internacional. Con obras como Malditos Sean! y Aterrados, Rugna ha consolidado su lugar en la escena del cine de terror, capturando la atención de cineastas de renombre como Guillermo del Toro.
El impacto de Cuando Acecha la Maldad no se limita a las fronteras de Argentina. La película se ha estrenado en más de 600 salas de Estados Unidos, demostrando su capacidad para cautivar a audiencias de todo el mundo. Con un impresionante 97% de aprobación en Rotten Tomatoes, se perfila como una de las sorpresas cinematográficas del año. No solo es un logro personal para Demián Rugna, sino también un hito para la cinematografía latinoamericana.
Infobae Cultura entrevistó al director de cine argentino que acaba de mostrar su película en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata antes de su estreno oficial en nuestro país el próximo 9 de noviembre.
—¿Cómo nace este proyecto?
—Lo escribí durante el proceso de la remake de Aterrados, pensaba que iba a ser mi próxima película después de esa. Por eso fue pensada tan ambiciosa y tan complicada. Después, ese proyecto se frustró y me quedó el guión. Fue Fernando Díaz, de Machaco Films, quien me preguntó si tenía algo en mente para hacer y se lo mostré. Él se animó y salió. La escribí en 2019 la película, después cayó la pandemia y cuando recién empezó a despejarse pudimos filmarla.
—¿Pudiste filmar ese proyecto tan ambicioso que tenías o lo modificaron?
—Por suerte, todo lo ambicioso del guión original está en la película. La verdad es que me puse muy firme con lo que quería hacer. Tiene tres o cuatro escenas súper ambiciosas para una película argentina y lo logramos. No dejé nada afuera.
—¿Cómo es hacer cine de género en la Argentina?
—Siento que hay una exigencia de nosotros mismos como espectadores argentinos sobre lo nuestro y es mucho más alta que para una película que viene de afuera. Eso nos pone en un desafío para intentar mejorar todo el tiempo. Lo noto mucho cuando viajo a festivales. A nuestras películas las perdonan más en los festivales, pero en la Argentina no pasa tanto, somos súper exigentes con lo nuestro. Hacer una película acá de terror siempre tiene sus complejidades, porque es más cara que las otras. Entonces implica que esté todo detalladamente planificado, que no haya nada para improvisar porque cualquier cosa que te sale mal es un montón de dinero que perdés y seguramente no lo vas a poder volver a hacer. Es bastante arriesgado hacer cine de género en Argentina. Pero también, por suerte, estamos teniendo cada vez más público nacional que quiere ver nuestro propio cine de terror que antes no existía. Por ejemplo, hace diez años no estaba. Además, muchos directores de género hemos demostrado que hay films muy buenos que se han hecho acá y que podemos hacer cosas interesantes.
—¿Qué estás buscando contar con esta historia?
—La premisa siempre fue una película de terror que le cause algo al espectador: angustia, miedo o que lo haga pensar. Para eso tenés que tener primero una buena idea y un buen guión. Esa es mi búsqueda, por lo que parece funcionó esta vez. Nunca voy a dejar de querer contar un buen cuento y tratar de ser yo, crear mis propios universos. A lo largo de toda mi filmografía, fue lo que me propuse. Esta vez también sucedió, creé mi propio mundo y con una historia que la gente quiere.
—¿Cuál es el diferencial que ves en las historias de género que narran los directores argentinos?
—Hay una diferencia que es sustancial, por lo menos en la mayoría de las películas que vienen de afuera, las que son franquicias y están en las plataformas grandes, que es la libertad, o sea, la libertad con la cual yo pude hacer esta película, en la cual pude expresarla no es común. Acá no hubo ejecutivos de estudios que me dijeran cómo tenía que hacer esta historia, o que cambiara algo pensando en audiencias masivas. Es un gran problema para una película de terror creer en audiencias masivas, porque en realidad es una película que no es para todos. Esa es la gran diferencia, acá tuve completamente la libertad que necesitaba y eso se ve expresado en la película. Después, puede ser bueno o malo, pero lo que sí creo es que la libertad es lo caracteriza lo que hacemos a diferencia de otras producciones que ya vienen preformateados.
—Además, te metiste con niños y con animales al mismo tiempo…
—Eso fue lo complejo, porque siempre te dicen no usar niños ni animales. El problema es utilizarlos al mismo tiempo. Es una bomba de tiempo. No fue buscado adrede. Mientras escribía, quería contar un cuento que se atreva a todo y es una historia de terror que no perdona a nadie, es descarnada y un poco es el mundo que nos rodea a veces. Hay muchísimas películas de terror que solo tienen a los niños de artefacto y acá son parte de la historia, no son un adorno.
—¿Qué significa para vos como director y también para el cine argentino y principalmente el de género, haber ganado el premio Sitges?
—Muchísimo porque es el festival más grande de cine de género a nivel mundial y soy un realizador que arrancó haciendo mis cortos de género allá por 2012, estoy hablando de más de 20 años, que tengo cinco películas, que no todas mis películas tuvieron distribución, no a todas les fue bien. Este reconocimiento es parte de un recorrido de remarla muchísimo desde la independencia y desde un género muy difícil de producir y también muy marginado en su tiempo. Lo disfruté no solamente como un triunfo de la película, sino también como una realización mía. Coronó un poco la carrera que vengo teniendo y coronó todas mis películas más que esta solamente, pero súper orgulloso y muy feliz por todos los que estuvieron en la película y sobre todo de ver que había gente en toda Latinoamérica muy contenta con el premio porque fue el primer premio para una película de la región y gente que no conozco me felicitaba y estaba contenta por este premio.
—¿Qué devolución sentís que tuvo la película?
—Por ahora, solamente la estrenamos en salas comerciales en Estados Unidos y ahora la lanzó Shudder, que es una plataforma de streaming de Estados Unidos y fue increíble. La crítica la puso en Rotten Tomatoes como la mejor película de terror del año, al lado de películas de Hollywood, y esta es una película argentina hablada en español. Mejor imposible. Ahora de cara al 9 de noviembre a ver qué pasa con nuestra audiencia. Esperando muy ansioso que la gente vaya al cine y la disfrute en la sala. Es una película muy arriesgada en todo sentido, argumentalmente, es una película que técnicamente fue muy complicada de hacer, la ves y la gente la ama. La audiencia está respondiendo de maravilla.
—Además, pudiste elegir trabajar con colegas que te acompañaron en toda tu carrera
—Sí, somos como una familia. A mí me gusta trabajar con amigos, intento involucrar a la mayor cantidad posible. En la película está Demián Salomón, que es el actor que me acompañó en toda mi carrera, está Fabián Forte, que es otro director que es mi coequiper. También, Mariano Suárez, que es el Director de Fotografía con el que vengo haciendo mis tres últimas películas y Laura Aguerrebehere, que es mi pareja y la directora de arte. Es como una familia que se consolidó en Aterrados, pero con muchos ya vengo trabajando desde el año 2006. Poder trabajar con ellos y tener una película que en cierta forma está triunfando y le está yendo bien, es hermoso. A veces sucede que los estudios te imponen algún equipo técnico. En este caso tuve la suerte de poder elegir y se dio todo para que estemos todos juntos. La libertad que tiene la película se nota en el producto final y es parte de todas las decisiones que se toman en la película, no solamente argumentales.
—¿Qué pasó con el proyecto de realizar una remake de tu anterior película Aterrados?
—Nos agarró la pandemia cuando estábamos a punto de lanzar la primera partida de dinero para producir. Así que se pospusieron todas las producciones de ese estudio y se vencieron los contratos Tenemos esperanza de que se retome el año que viene. Son proyectos que llevan mucho tiempo y se tienen que dar un montón de condiciones a veces. Pero tenemos fe de que el año que viene se empiece a reactivar.
[Fotos: Gentileza Raquel Flotta y Gabriel Bulacio - Festival Internacional de Cine de Mar del Plata]