David Lebón repasa una vida de rock: “Podría ser un peliculón”

El guitarrista y cantante que tocó con Pappo, Luis Alberto Spinetta y Charly García, vive a los 71 años una segunda juventud de energía y reconocimiento. “Para mí, la música es el perfume de Dios”, dice

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David Lebón - Herencia (Sony Music, 2023)

“Hay cosas que viví que si pudiera enchufar un aparato en mi cerebro para que se puedan ver en una pantalla, sería un peliculón”. El que habla es David Lebón, protagonista indiscutido de la historia del rock argentino. Tocó con todos y formó parte de bandas fundamentales, como Pappo’s Blues, Color Humano, Pescado Rabioso, Serú Girán, Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll y Polifemo. Como solista, grabó 15 álbumes con grandes canciones que con el tiempo obtuvieron el reconocimiento que merecían, en especial cuando las revisitó con invitados en los dos volúmenes de Lebón & Co. de 2019 y 2022.

A sus 71 años, está más activo que nunca y prepara reediciones, discos nuevos y hasta está escribiendo sus memorias, pero ahora está concentrado en la presentación de Herencia Lebón, un material audiovisual inspirado en la serie de conciertos norteamericana Tiny Desk donde versionó en vivo en un estudio tres temas selectos de su autoría (“Noche de Perros”, “Sin Vos Voy a Estallar” y “Mundo Agradable”) y tres versiones de The Beatles, Charly García y Luis Alberto Spinetta (“Blackbird”, “Desarma y Sangra” y “Despiértate Nena”). A 50 años de la edición de su homónimo álbum debut, bajo este concepto recorrerá lo mejor de su carrera el 11 y 12 de noviembre en el Teatro Ópera con su poderosa banda e invitados de lujo.

Herencia Lebón es mucho más que una introducción a tu discografía. Los temas que elegiste no son los más populares y de Serú Girán y Pescado Rabioso le diste prioridad a las composiciones García y Spinetta ¿Cómo fue ese trabajo de selección?

—Son canciones de gente que yo admiro, entonces me di la oportunidad de poder hacer mi versión. “Desarma y Sangra” me hizo llorar cuando la grabé. Armamos un set con teclado, contrabajo y un violín tocado por un gran violinista de Rusia, con el que conversé un poco en su idioma. Yo lo hablaba ruso con mi abuela, pero con el tiempo lo fui perdiendo y ya no me acuerdo mucho. Es muy complicado cantar como Charly porque él es muy clásico y hace unas melodías muy hermosas, y ni te digo los estribillos. Él es como un hermano, lo amo y sé que él me admira y me quiere muchísimo.

'Despiértate Nena', de Luis Alberto Spinetta por David Lebón, para el disco "Herencia Lebón"

Elegiste “Blackbird” de The Beatles. Ellos han sido una gran influencia en tu música. ¿Cómo fue haber vivido la “beatlemania” de primera mano?

—Cuando tenía ocho años viajé con mi mamá a Estados Unidos después de que mi papá falleció a los 42. Yo me enfermé y el doctor le recomendó que me llevara a otro lugar. Yo llegué allá en el 62, cuando salió el primer single de The Beatles, y le dije a mi vieja: “no sé lo que es esto, pero es lo que quiero ser”. A ella le encantaba la música. Iba a ver espectáculos muy buenos y le gustaba Bill Haley y Los Cometas, Los Plateros, Frank Sinatra y Perry Como, no es que solamente escuchaba folklore o tango. Es inexplicable que una persona que pasó miseria y que fue torturada en la Segunda Guerra Mundial tenga tanto amor y haya sido tan hermosamente divina y buena conmigo. Cuando yo estaba muy triste, ella ponía un disco de The Beatles, me acostaba y me decía que descanse y no me preocupe. Jamás me retó y siempre me dejó ser yo mismo. Sin tener plata, primero me compró una guitarra y después un bajo. Ella fue la primera productora que tuve en mi vida, aprendí mucho de ella.

Tocas varios instrumentos. ¿Cómo fue tu formación musical?

—Estados Unidos fue un lugar clave para aprender. Ahí empecé a ver qué corno iba a tocar. Si hubiera sido el triángulo, yo habría quedado feliz, pero busqué más y más y me dejaron entrar a una banda que le faltaba baterista y aunque no sabía tocarla, me animé a ocupar ese lugar. Había escuchado muchos ritmos y los hacía con las manos en casa y en la escuela, donde a veces se hinchaban las pelotas porque no hacía caso en nada. La escuela nunca me interesó, no porque fuera un vago; sino porque no quería memorizar y buscaba aprender algo que sea para siempre, como los solos de George Harrison, que ponía el tocadiscos a una velocidad más lenta para poder sacarlos.

Fue tan importante esa etapa que voy a grabar un disco en inglés con las canciones que más me gustaban cuando yo era jovencito. Algunos temas van a parecer viejos, pero porque lo son, aunque les voy a dar un toque distinto para que a la gente no le resulte aburrido. Tengo muchas ganas de grabar “Penny Lane” de The Beatles y temas de Joe Cocker, Michael McDonald, Steely Dan, Ray Charles, Eric Clapton y B.B. King, así que imagino que va a ser un disco doble.

Pronto iré a visitar a esos amigos con los que tocaba en la escuela, con quienes sigo hablando por teléfono, y que un día vieron en las redes y se sorprendieron al ver que era famoso. “¿Cómo hiciste?”, me preguntaron. Y les respondí: “fue muy fácil: me vine a la Argentina y listo”.

Serú Girán o "Los Beatles argentinos": de izquierda a derecha Charly García, Oscar Moro, David Lebón y Pedro Aznar
Serú Girán o "Los Beatles argentinos": de izquierda a derecha Charly García, Oscar Moro, David Lebón y Pedro Aznar

Regresaste al país en el momento en el que el rock nacional estaba en pleno proceso de formación. ¿Por qué decidiste quedarte y desarrollar tu carrera acá?

—Cuando vine a la Argentina a visitar a mi hermana y a mi abuela vi a Almendra y a Manal en el Teatro Coliseo a las diez y media de la mañana. La mayoría de las bandas cantaban en un inglés que no era inglés, como Los Walkers y Los Mockers. De esa época, los únicos que me gustaron fueron Los Shakers. Pero cuando escuché a Almendra y a Manal con letras en castellano decidí quedarme y mi mamá entendió que éste era mi lugar. En los Estados Unidos estaba lleno de grupos y a mí no me necesitaban, mientras que acá realmente podía ayudar, pero también recibir ayuda. “Avellaneda Blues” es un blues, que a mí me encanta, pero también es un tango, como “Laura Va”, que es hermosa y a mí me volvió loco. Con esa canción me di cuenta de que Spinetta estaba tocado por la varita mágica y de hecho siempre hizo cosas increíbles.

Una vez que te metiste en la escena tocaste con todos y ayudaste a forjar el sonido y la identidad del rock argentino.

—La posibilidad de haber sido parte de los grupos en los que estuve fue una bendición para mí. Tocar con Pappo, con Billy Bond y La Pesada, con Polifemo, con Sui Generis como invitado, con Serú Girán… No tengo palabras para describirlo. Estoy muy agradecido por el regalo que me dio mi Creador porque nunca podría haberlo hecho solo. Hay alguien dentro mío que sabe más que yo y es el que me ayuda a componer y a sentir y que en realidad soy yo mismo. Yo no soy un tipo religioso, pero sí no soy el tipo que más cree en Dios, entonces soy el segundo. Creo que todos tenemos una Divinidad en nuestro interior y que vivimos un mundo hermoso.

David Lebón Y Emmanuel Horvilleur En Hola Dulce Viento

Con Pescado Rabioso grabaste tu primera composición, “Hola Dulce Viento”. El Flaco te dio espacio en la banda, ¿Cómo lo recordás?

—Cuando volví a grabar ese tema con Emmanuel Horvilleur cerré los ojos y vi la cara de Luis. Él no tocaba la guitarra de forma normal. No copió a nadie, ni a Clapton ni a Hendrix. Hacía notas rarísimas y las dejaba en los temas y eso a mi me parecía espectacular. Ser vos mismo es lo mejor que te puede pasar.

Una de las razones por las que se separó Pescado Rabioso fue porque Luis no podía aguantar que yo no fuera el guitarrista del grupo. Yo le decía que no se preocupara, pero me escuchaba con la viola y me decía que no podía ser que yo tocara el bajo.

Tras tu paso por Pappo’s Blues, La Pesada, Color Humano y Pescado tuviste la oportunidad de grabar tu primer álbum solista.

—Estaba esperando con toda mi alma ese momento. Billy Bond y el productor Jorge Álvarez me ofrecieron grabar un disco y la verdad es que tenía tantas ganas que lo hice en una semana. De ahí salieron muchos temas que después volví a grabar.

Tenés un estilo muy particular de componer, con influencias palpables, pero a su vez con un sello propio en tus discos solistas y en las canciones que escribiste ¿Qué es lo que te inspira a escribir?

—Yo soy muy sensible y si me decís algo muy dulce se me caen las lágrimas y me derrito porque últimamente en este mundo no hay amor. Ser músico no es tocar la guitarra, estar con minitas y drogarse. No, es un trabajo arduo y hay que ser consciente de lo que uno está dando y yo solamente quiero darle a la gente lo que necesita, que es amor. Yo en mis composiciones jamás canté sobre la guerra, matar, tomar cocaína o picarse con morfina. Siempre hablé de transformar un tema doloroso para el corazón, como que te deje una novia, en una canción de amor y así incluso dejé de sufrir. Siempre digo que para mí la música es el perfume de Dios, es como un remedio.

David Lebón - Seminare (Sony Music, 2018)

Es sorprendente que vos y otros rockeros de esa época hayan podido escribir canciones de amor mientras eran perseguidos por los militares.

—En los 70 fui chupado dos veces, me cagaron a trompadas y me picanearon solo por cantar. El militar me decía que la música que hacíamos era el opio para el pueblo y yo no entendía lo que me estaba diciendo. Claro, la música calmaba y ellos querían quilombo. A mí no me mataron porque tuve la suerte de que apareció un abogado que era el cuñado de Juan Rodríguez, el baterista de Polifemo, que me encontró y me sacó de donde estaba. Si no, yo no sé si estaría acá. Cuando asumió Raúl Alfonsín, que físicamente se parecía a mí viejo, lloré porque sentí que se había acabado. Realmente la pasé muy mal, pero no me arrepiento de que mi Creador me haya hecho pasar por esos momentos porque pude ver la violencia que había dentro de las personas y darme cuenta de que hay gente mala en serio, pero que si en el fondo supiera meterse adentro en su corazón, nadie más mataría, nadie haría nada malo contra el otro y la humanidad sería una gran familia, pero somos muy pocos los que nos dimos cuenta de eso.

Gracias a los dos volúmenes de Lebón & Co. tu discografía solista obtuvo reconocimiento y una nueva generación pudo conocer tus canciones. ¿Creés que esos álbumes pusieron en evidencia tu influencia en el rock argentino?

—Gané mi primer premio con casi 70 años. Después de tantos años de trabajo, un día recibí siete Premios Gardel y no lo podía creer. Lo más lindo de esos discos fue invitar a diferentes músicos a cantar cada tema. El concepto lo tomé del álbum Supernatural de Santana . Las canciones quedaron muy bien y los invitados fueron perfectos. A muchos de ellos, cómo Juanes y Julieta Venegas, no los conocía personalmente. Sandra Mihanovich cantó “Copado por el Diablo” y nadie confiaba en que ella pudiera cantar un rock and roll y sin embargo lo que hizo es impresionante. También está Mateo Sujatovich, que el rock que hace con Conociendo Rusia es hermoso. Hay grupos que están haciendo música con armonía. Siempre tiene que haber armonía porque si la música no la tiene, tampoco hay armonía en vos. Todo es armonía.

Quizás sea por la edad, pero lo que me pasa es que me llevo bien y quiero mucho a todos. Soy como un abuelo... Inclusive me está gustando mucho la humildad con la hablan muchos de los chicos que están haciendo trap. No es la música que yo escucho, pero son linda gente. Algunos están trabajando muy duro para llegar y están llenando estadios, como Serú Girán cuando hizo los dos River. Para ellos ahora es normal y hasta les parece poca gente.

Lebón con el Premio Gardel 2020
Lebón con el Premio Gardel 2020

Serú fue la primera banda nacional en tocar en River. ¿Qué sentiste en el momento en que saliste al escenario y viste a tantas personas?

—Lo único que puedo decir es que cuando tenía que arrancar a cantar “Cosmigonón, gisofanía…” no podía porque tenía una papa en la garganta. Me dieron ganas de largarme a llorar y tuve que hacer un esfuerzo muy grande, especialmente en el primer show de River. La verdad es que fue mágico y ambos recitales salieron muy bien.

Después de cinco décadas tocando, ¿cómo elegís las canciones que vas a tocar en un concierto?

—Yo hice un trato con Patricia [Oviedo, su manager y pareja] y con Leandro Bulacio, mi tecladista. Ellos me hacen la lista y la verdad es que me funciona bien porque es una sorpresa. En el Teatro Ópera voy a tocar canciones que casi nunca hacemos en vivo y también material un poquito más nuevo.

Cumpliste 71 años a principios de octubre, tu música está más vigente que nunca y en plena actividad. ¿Qué proyectos se vienen tras la presentación de Herencia Lebón?

—Voy a reeditar Nuevas Mañanas, que es un disco que grabé en los Estados Unidos y Yo Lo Soñé. Además, estoy grabando un disco nuevo con mi banda y con invitados. Tengo un gran productor, que es Gaby Pedernera, baterista de Eruca Sativa, a quien considero mi hermano y amigo del alma. Él es muy talentoso y me ayuda muchísimo porque yo soy muy fiaca, no suelo quedarme horas buscando acordes, sino que trato de ser siempre lo más simple posible, porque, en realidad, la gente también es sencilla.

[Fotos: Patricio Montalbeti; prensa Sony Music]

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