La exposición Andy Warhol y el arte ruso, un diálogo entre el célebre creador del arte pop y obras de creadores rusos, abrió sus puertas con alusión a temas eternos como la identidad, la gloria, el dinero o la muerte. Warhol dijo de sí mismo: “Soy un espejo”. Han pasado décadas, pero el público sigue reflejado en él. Cada capítulo de la exposición está dedicado a un aspecto de la cultura del consumismo que interesó al artista pop. “Se trata de temas infinitos. Este diálogo no cesará ni dentro de un año, ni dentro de diez. Continuará, mientras existamos”, declaró la curadora de la muestra, Yana Zvenigoródskaya, en el Museo Hebreo de la Tolerancia de Moscú.
En cada sección, junto con las obras del gran artista pop, se presentan creaciones de maestros rusos, entablando un diálogo con un representante icónico de la cultura popular del siglo XX. Entre ellos se encuentran los artistas modernos rusos Victor Ponamorenko, Vladimir Potapov, Pavel Pepperstein y muchos otros. Algunas de estas obras fueron realizadas específicamente para la exposición y el público las verá por primera vez. La exposición invita al espectador a sumergirse en la comprensión de los temas del consumismo en sus más diversas manifestaciones.
Los organizadores de la exhibición lograron reunir en un mismo espacio más de 60 piezas del célebre “gurú de la modernidad”, en su mayoría serigrafías y xilografías procedentes de colecciones privadas rusas, y medio centenar de obras de artistas rusos. Según se informó, la “marca Warhol” jugó un papel significativo en el surgimiento del mercado del arte en la extinta Unión Soviética, donde, “en lugar del culto al consumo de bienes, se promovía el culto al consumo de productos ideológicos”.
Un recorrido a través de generaciones
En cada sección, junto con Warhol, se presentan maestros rusos que entablaron con él un diálogo conceptual directa o indirectamente. Su interpretación creativa de las obras del artista pop comenzó en la década de 1970 y continúa en la actualidad. La exposición revela dos opciones para dicha interacción. Los artistas rusos interpretan la historia soviética a través de los temas del arte pop estadounidense, ya que en la URSS no existía el culto al consumo de bienes, pero sí el consumo de productos ideológicos. También es típico que los representantes de la escena artística nacional aborden directamente, en el espíritu de Warhol, el problema del consumismo en sus más diversas manifestaciones.
La curadora de la exposición señaló que esta “no solo es una comparación y un diálogo entre la obra de Andy Warhol y la de pintores rusos, sino un recorrido a través de generaciones. El diálogo comienza en los años sesenta del siglo pasado y concluye en la actualidad”.
Nada más entrar a la exposición, el visitante “choca” con las icónicas latas de sopa Campbell, parte de la amplia serie de 32 “sabores” multiplicados por el artista plástico estadounidense en el lejano 1962, yuxtapuestas a la serie “Pop ruso pobre” de Daria Krótova. La artista rusa, reconocida a nivel internacional ante todo por sus instalaciones y esculturas, no acude a la serigrafía, un proceso que requiere de capacidades tecnológicas, sino que presenta una sucesión de latas rasgadas en papel craft arrugado, en alusión al arte pobre, una tendencia surgida en paralelo al pop.
La amplia exposición está dividida en varios sectores temáticos como “Farándula”, “Soy mi propia marca”, “Shopping” (Compras), “Como Andy se convirtió en Warhol”, “Medio ambiente”, “Dinero”, “Monroe”, “Gloria” y “Memento mori” (Recuerda que morirás). En todos ellos el creador de raíces eslovacas reflexiona e incluso polemiza con sus colegas rusos.
Contrapuntos sobre Eros y Tánatos
La amplia muestra presenta los principales hitos de la obra de Warhol: sus autorretratos, las series “Mao Zedong”, “Dinero”, “Flores”, “Muerte y desastre” y “Marilyn Monroe”.
Precisamente, esta última contrapuntea con obras del artista leningradense Vladislav Mámishev-Monroe, fallecido hace diez años en Bali, en las que el creador se fotografía trasvestido en el papel de una glamorosa Marilyn con nuez de Adán.
La serie “Three Dollar Bills” (Billetes de tres dólares) dialoga a su vez con dos piezas curiosas de autores rusos: Olga Tobreluts presenta una imagen holográfica de un inofensivo globo dorado, que puede ser inflado y vuelto a inflar, y que al mirar desde otro lado se cubre de espinas.
Por su parte, Oleg Semiónovij representó con especial sorna la palabra “dinero” y el monograma del rublo con cabellos propios, “cortados en un día propicio según el calendario lunar para atraer dinero”.
“Por un lado se comparan dos épocas, dos mentalidades, pero todos los visitantes de la exposición podrán hallar sus propias aristas, y nuestro objetivo es que la gente sienta el ambiente en que se gestó el arte pop”, concluyó Zvenigoródskaya.
Fuente: EFE
[Fotos: EFE/Fernando Salcines]