Mariette Lydis, la destacada artista austriaca nacida en 1887 en Viena, Austria, dejó un legado artístico notable durante el período de entreguerras. Autodidacta y libre de influencias estilísticas restrictivas, Lydis exploró la condición humana en su obra. Sus ilustraciones abarcaron desde grandes obras literarias hasta temas religiosos y surrealistas. Su estilo ecléctico variaba según la temática que abordara, mostrando influencias orientales y renacentistas. Lydis es reconocida por su contribución al arte del grabado y su habilidad para explorar temas sociales y emocionales con una aguda sensibilidad.
Lydis vivió una vida cosmopolita, viajando y residiendo en diversas ciudades europeas, como Viena, Berlín, Buenos Aires y París. Esta experiencia variada y su contacto con diferentes culturas influenciaron profundamente su obra, otorgándole una perspectiva única y ecléctica.
En agosto de 1939, Mariette Lydis dejó París con rumbo a Inglaterra ante la amenaza de una próxima contienda bélica llevada adelante por Alemania. En un primer momento se instaló en la casa de Erica Marx en Cobham, Surrey. Unos meses más tarde se mudaron a una vivienda antigua del siglo XV en Winchcombe, en la campiña de los Cotswolds, condado de Gloucestershire.
La enigmática pintura “De la malicia y del odio” de Mariette Lydis fue realizada en 1940, año en el que ella decide embarcarse rumbo a la Argentina. Presenta una composición intensamente expresiva que se caracteriza por su uso magistral del color y la textura. La paleta de colores dominada por tonos oscuros, como negros profundos y matices de rojos y morados, crea una atmósfera cargada de tensión y emoción. Allí, retrata a las principales figuras políticas y personajes de la época: Churchill, el Papa Pío XII, Mussollini, Hitler y Stalin.
El título de la obra, “De la malicia y del odio”, sugiere una exploración de las facetas más oscuras y complejas de la psique humana. Lydis, conocida por su capacidad para capturar la complejidad emocional, presenta una escena que parece estar impregnada de un conflicto latente. Los trazos fuertes y enérgicos en la composición reflejan una lucha interna o externa, creando una sensación palpable de inquietud.
La figura central en la pintura parece estar envuelta en sombras y se presenta de manera ambigua, lo que permite múltiples interpretaciones. Esta ambigüedad puede ser interpretada como una representación simbólica de la dualidad humana, explorando los extremos de la malicia y el odio en el ser humano.
Lydis estuvo influenciada por movimientos artísticos como el Expresionismo y el Simbolismo, que se caracterizan por su enfoque en las emociones y la representación simbólica de la realidad. Esta influencia se refleja claramente en “De la malicia y del odio”, donde la expresión emocional es central.
Su obra, que incluyó retratos sensuales, estudios de enfermos mentales y profundas representaciones de niños, fue aclamada en galerías parisinas. Trasladándose a Inglaterra y luego a Argentina, Lydis se convirtió en una figura popular en la alta sociedad, retratando a prominentes personalidades y exponiendo exitosamente en Buenos Aires. Permaneció en Argentina el resto de su vida, agradeciendo la acogida del país y donando parte de su obra al Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori. Su legado trasciende fronteras, con obras en destacadas colecciones internacionales como el British Museum y la Galería degli Uffizi.
Su travesía artística comenzó en su Viena natal, donde recibió una educación que cultivó su innato talento. A una temprana edad, contrajo matrimonio con el industrial griego Jean Lydis, lo que la llevó a establecerse en Atenas. Sin embargo, la vida la llevó por caminos diversos y en 1924, se separó de Lydis, iniciando así su carrera artística profesional. Berlín, Florencia y, finalmente, París se convirtieron en los escenarios donde Mariette Lydis floreció como artista. Fue en la vibrante escena artística de Montparnasse donde alcanzó el éxito, viviendo en la Ciudad de la Luz entre 1926 y 1939. Sin embargo, la guerra la llevó a nuevas tierras, primero a Londres junto a su amiga editora Erica Marx, y luego a Winchcombe, Inglaterra, antes de emprender su viaje hacia Argentina.
En Buenos Aires, Mariette Lydis se destacó por su obra figurativa, caracterizada por retratos, desnudos y naturalezas de una delicadeza y exquisitez extraordinarias. Su talento no conoció fronteras y sus obras fueron aclamadas en exposiciones en ciudades como Londres, Bruselas, Ámsterdam, Viena, Venecia, Ginebra, Nueva York, Montevideo y, por supuesto, Buenos Aires.
Lydis falleció en 1970 en Buenos Aires y sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta, perpetuando así su influencia en el mundo del arte. Su trabajo trasciende el tiempo y el espacio, dejando una huella perdurable en la historia del arte internacional. Su capacidad para capturar la esencia humana con una sensibilidad única y su destreza técnica la sitúan como una figura emblemática del siglo XX. Su legado continúa inspirando a artistas y amantes del arte en todo el mundo, recordándonos la inmortalidad de la creatividad y el poder del pincel.
Las obras destacadas de Mariette Lydis fueron la Serie sobre Prostitución y Sexualidad Femenina (1926-1930): Esta serie desafió las normas sociales de la época al retratar de manera audaz y sensual la vida de prostitutas y mujeres lesbianas. Lydis capturó la esencia de estas mujeres con una expresividad conmovedora y una sensibilidad única.
Antes, se caracterizó por los retratos de niños (décadas de 1920 y 1930), donde se podía ver su habilidad para captar la profundidad y la inocencia en los rostros de los niños es evidente en esta serie. Sus retratos transmiten una conexión única con sus jóvenes sujetos, revelando la sensibilidad y el compromiso de la artista con la humanidad en su estado más puro.
Otra de las temáticas que la acompañaron en toda su carrera fue el estudios de enfermos mentales, donde abordó con empatía y comprensió. Sus estudios de pacientes psiquiátricos revelan una profunda exploración de la psicología humana y una sensibilidad hacia aquellos marginados por la sociedad.
En “Ilustraciones del Corán” y “el Jardín de los Suplicios”, Lydis adoptó un estilo “decorativo oriental” que complementa la temática religiosa. Sus ilustraciones demuestran una profunda comprensión de la cultura y la espiritualidad orientales.
Además, ella optó por las temáticas religiosas con una influencia de los artistas renacentistas del siglo XV y XVI que admiraba. Su habilidad para capturar la esencia espiritual y trascendental en sus obras religiosas es evidente en cada pincelada. También, en sus pinturas, en especial de la década del 60, se observan elementos surrealistas, donde añadió una capa adicional de complejidad y profundidad a su exploración de la condición humana.