La versión argentina
“Toda travesía es un encuentro”, dice uno de los personajes de El apocalipsis del soñador, el espectáculo que estamos próximo a estrenar en Buenos Aires y que tiene la gran particularidad de ser una coproducción entre dos compañías de países diferentes, perdón, de dos continentes diferentes.
Extremo desafío: el teatro es presencia viva, son cuerpos de intérpretes, es un ritual en el que se comparte espacio, tiempo, emociones y una necesidad de contar con la singularidad del arte escénico. Por ende, lograr trabajar en conjunto y estrenar una coproducción entre Argentina y España nos demanda esfuerzo, ingenio, adaptación y aceptar la intensidad.
Toda historia tiene un punto de partida. En este caso, pueden ser los encuentros internacionales de dramaturgos que la Fundación Pluja, dirigida por Alberto Ligaluppi, organizaba en Unquillo (Córdoba) hacia 2006. En la serranía cordobesa, estábamos una veintena de autores dramáticos de diferentes latitudes desvariando sobre la escritura teatral y tratando de gestar un texto colectivo. Allí nos conocimos con Paco Zarzoso, uno de los fundadores de la compañía teatral española “Hongaresa de Teatre” y pudimos comprobar que, pese a los diferentes recorridos personales, teníamos muchas afinidades estéticas e ideológicas.
En los años siguientes, hubo muchos viajes de reencuentro tanto en España como en Argentina. Pero el año 2014 fue especial porque pudimos encarar una primera colaboración en conjunto con el espectáculo “La mujer del anatomista” que contaba la historia del Doctor Pedro Ara, quien cumplió la labor de conservar el cuerpo de Eva Perón. Dicho trabajo hizo dos temporadas en Buenos Aires, recorrió el país y luego hizo gira por distintas ciudades de España. La experiencia fue sumamente enriquecedora. Dos compañías vinculadas a tradiciones teatrales diferentes lograban aunarse en una producción que pudiera ser de interés para ambas comunidades y lograr una forma de trabajo en conjunto.
Dada esa buena experiencia, nos interesó encarar un nuevo desafío. Gracias al apoyo del organismo internacional IBERESCENA, pudimos organizar este año la creación de un nuevo espectáculo, dividiendo roles, pero a la vez generando cruces e intercambios en todas las instancias.
Yo trabajé la dramaturgia de El apocalipsis del soñador con el aporte creativo de Paco Zarzoso. Armamos un elenco y un equipo técnico-artístico argentino de primer nivel y pudimos gestionar que la compañía Hongaresa de Teatre viniera a la Argentina durante un mes para trabajar en el montaje. Lola López se encargó de la dirección de actores y con Paco Zarzoso encaramos la dirección general y la puesta en escena.
En este caso, nos convocaba otro personaje histórico que supo ser de suma trascendencia tanto en Argentina como España: el escritor valenciano Vicente Blasco Ibañez. Lo había leído en mi adolescencia y me había atraído tanto su calidad literaria como su carácter vitalista, esa pasión que tenía por gestar, por tener muchas experiencias de vida. Muchos años después, en un viaje por la provincia de Corrientes, me volví a encontrar con él y supe que era una señal: debía hacer algo con su historia. Hoy puedo cumplir ese deseo.
Así fue que tuve la tarea de documentarme con diversas fuentes sobre el gran proyecto del escritor de fundar una colonia en la provincia de Corrientes (Argentina) en 1910. Centenares de valencianos siguieron al escritor en esta aventura y cruzaron el océano para emprender el desafío de crear una comunidad agrícola modelo, con nuevas formas y medios de organización.
¿Dar vida a un libro es igual que dar vida a un pueblo? Me interesaba indagar desde la ficción sobre ese interrogante que planteaba Blasco Ibañez. Así es como con este espectáculo procuramos relatar las historias de viajes, desencuentros, superación y fracasos de tantas familias que dejaron todo en pos de ese utópico sueño. Por ello, tomando como referencias, entrevistas y el legado de tantas familias españolas que echaron raíces en la provincia argentina, construimos esta ficción histórica.
La versión española
Nuestro viaje a Argentina está siendo una gran aventura ya que con una semana de diferencia vamos a tener dos estrenos.
Por un lado, El apocalipsis del soñador, que es una coproducción con la compañía argentina “Malón teatro”, dirigida por Gabriel Fernández Chapo, con los que ya teníamos una experiencia previa con el estreno de La mujer del anatomista.
Ha sido un proceso muy fértil en el que trabajamos en una primera fase con el autor Gabriel Chapo sobre el texto y luego en los actuales ensayos tanto Lola López, otra de las fundadoras de la “Hongaresa de Teatre”, como yo hemos colaborado en la dirección. Ha sido muy interesante esta colaboración en muchos aspectos. El hecho de que la obra tiene como protagonistas a valencianos, tanto de principios del siglo XX como contemporáneos, y que nosotros también lo seamos… ha ayudado a que el trabajo tenga una mirada cercana sobres esos personajes paisanos…
También ayudó que hace años participé en un documental sobre la aventura de Blasco Ibáñez en Argentina y viajé tanto a Río Negro como a Corrientes, donde el escritor fundó las colonias “Cervantes” y “Nueva Valencia”.
En una época donde parece que los encuentros cada vez son más virtuales, es fantástico que podamos crear puentes entre creadores, y poder unir nuestros imaginarios….
Y el otro estreno es propio de nuestra compañía: Querencia. Después de cinco meses de ensayos, estrenamos en el Festival Mercosur de Córdoba y luego vamos al Teatro Payró de Buenos Aires.
Querencia iba a ser estrenada en el Festival de Autores españoles contemporáneos de España a finales de octubre, pero al recibir la invitación del Festival de Mercosur, donde hace tres años recibimos el premio al mejor espectáculo extranjero con nuestra obra Piedra y encrucijadas, decidimos adelantar el estreno y hacerlo acá.
Hemos tenido la suerte de que nos pudieran realizar la escenografía de la pieza… Por tanto solo hemos tenido que viajar la carne (los actores), el vestuario y algún elemento de utilería…
Una gran aventura estrenar en Argentina, con un público con una gran cultura teatral… Querencia es la producción número 30 de nuestra compañía con 28 años de existencia. Una obra, interpretada por Lola López y Pep Ricart, con mi dramaturgia y dirección, y que es un canto de amor al teatro… y al mismo tiempo una tragicomedia con una pregunta que late en todo momento: ¿qué se esconde en el corazón humano para que matemos a nuestros padres, a nuestros hermanos, a nuestros vecinos, a nuestros hijos?
Una gran diva de la escena, que ha obtenido un éxito internacional gracias a su papel de Medea, y el más prestigioso crítico de teatro del país son los protagonistas de este espectáculo. Ambos se encuentran, después de una larguísima y traumática separación, en la casa que compartieron mientras fueron pareja. Ella sigue representando a la gran heroína griega por los teatros más importantes del mundo y él ha abandonado la crítica teatral para dedicarse en cuerpo y alma a la taurina.
[Fotos: prensa Ministerio de Cultura de la Nación]