Fernando Kabusacki, socio del club de los paisajistas

El guitarrista ícono de la música instrumental argentina, discípulo de Robert Fripp y compañero de Charly García, presenta su disco “The Legendary Landscapes”. “Pinto paisajes sonoros”, afirma

"The Legendary Landscapes" es el decimotercer trabajo solista de Fernando Kabusacki (Alejandro Pizarro)

Luego de una gira que lo llevó por catorce ciudades de Japón unos meses atrás, el compositor y guitarrista Fernando Kabusacki vuelve a presentarse con su banda este jueves en Buenos Aires para celebrar el lanzamiento de su decimotercer álbum, The Legendary Landscapes. “Cuando estábamos trabajando en la mezcla del disco, el Nono Di Peco (ingeniero de mezcla) me dijo que yo era del club de los paisajistas. Y me gustó esa idea de que pinto paisajes, porque no son canciones sino, justamente, paisajes sonoros”, explica el músico a Infobae Cultura sobre este nuevo trabajo, grabado en “interminables trances” y con la participación de invitados como León Gieco, Lisandro Aristimuño, Fernando Samalea, Sergio Dawi, Miau Trío y su hija Uma Kabusacki, entre otros.

The Legendary Landscapes ensancha los senderos explorados en Deeper man (2021), basado en delays y guitarras eléctricas, sumando a la ecuación el entusiasmo de Kabusacki por el sonido de las máquinas de ritmos y los secuenciadores utilizados hace medio siglo por artistas como Kraftwerk, Tangerine Dream, Giorgio Moroder y Yellow Magic Orchestra. “Siento una afinidad y un parentesco con toda esa música”, dice este guitarrista que estudió con Robert Fripp y tocó con Damo Suzuki en una de sus visitas al país. Entre las atmósferas y las texturas sonoras del álbum también se cuelan algunas gemas de Talking Heads, Bob Marley y Caetano Veloso, además de otros sonidos tomados de películas antiguas y reportajes.

El 2023 viene siendo un año muy activo para Kabusacki, que aparte de tocar con distintos proyectos compone música para dibujos animados, cine y teatro y es el guitarrista de Francisco Bochatón y Charly García. Después de presentar su disco el próximo jueves a las 20 en Morán, con su coequiper Matías Mango en piano, Juan Ravioli en bajo, Lucas Herbin en batería y su hija Uma en voz y teclados, estará acompañando a la joven de 18 años en su tributo a Adele, el 17 de octubre en Bebop Club. También musicalizará este sábado en el Malba un film mudo japonés descubierto recientemente (Fukujuso, de 1935) y será parte de las presentaciones de los discos de Carola Zelaschi –al día siguiente en Artlab– y Miau Trio –el 4 de noviembre en el Xirgu–.

Además, el guitarrista entrará a grabar en noviembre un nuevo álbum basado en sonidos acústicos y completará el lanzamiento de Legendary Landscapes con una película de dibujos animados realizada junto a Pablo Rodríguez Jáuregui, Gabriel Schiavone y diez artistas visuales.

Fernando Kabusacki en el estudio (Moni Peralta)

–Hay en Legendary landscapes una influencia clara de los pioneros alemanes de la música electrónica. ¿Cómo fue el proceso de grabación del disco?

–El impulso inicial fue mi motivación con la calidad del sonido de Kraftwerk y el buen gusto con el que usan las máquinas. Me puse a investigar y a conseguir un par de máquinas con un sonido realmente impresionante, como la Roland TR-8 S y el sintetizador Erica Synths LXR, con las que empecé a programar bases. Después fue el momento de combinar eso con las ideas del disco anterior (Deeper man) para crear texturas y ambientes jugando con los tempos de las máquinas y los tempos de los delays. Fueron apareciendo algunas melodías y entonces me animé a jugar un poco a hacerme el cantante. Por suerte mi hija Uma, que canta increíble, estaba siempre cerca para ayudarme. Cuando grababa algunas cosas, le pedía que me doblara las voces y me gustaba mucho cómo quedaba esa superposición. También estuve melodizando las voces con un vocoder de guitarra.

–Se advierten además otros sonidos grabados como recurso. ¿Utilizaste muchos samples en la grabación?

–En mi caso, más que samplear agarro los sonidos en YouTube y los pongo en la compu. Soy un poco rústico o menos paciente con el tema de cortar los samples. Estuve usando sonidos de películas antiguas y también algunos reportajes, por ejemplo en un momento aparece la voz de Bela Bartok, yo nunca lo había escuchado hablar y es curioso porque tose todo el tiempo. En otro momento está la voz de Dylan un poco oculta, o la de Paul McCartney. Estuve jugando con esos sonidos hasta que me cansé de mí mismo, como dice Charly cuando es momento de sumar a otros músicos. Así que empecé a llamar a mis amigos para que pusieran sus colores.

–Se afianza tu colaboración con Aristimuño, con quien ya habías grabado EP8 el año pasado.

–Con Lisandro nos conectamos durante la pandemia y ya somos como hermanos. Descubrimos que tenemos muchísima afinidad en lo musical y mucho background en común, pero además tenemos mucho que aprender el uno del otro. Él grabó los bajos y lo invité a hacer lo que le pareciera con total libertad. En ningún momento les doy órdenes a mis músicos, siento que le hace bien al disco tener el pensamiento de ellos ahí y no solamente lo que me parece a mí.

En su nuevo trabajo, Kabusacki programó bases sincronizadas con los delays de su guitarra (Mariano Ottamendi)

–¿Y cómo pensaste la participación de León Gieco para este disco?

–A León lo admiro muchísimo desde que yo era chico. Realmente me parece uno de los mejores músicos del mundo. Entramos en contacto a través de Charly, y cuando tocamos para su cumpleaños 70 empezamos a conocernos más y a compartir nuestro amor por Bob Dylan y otros músicos como David Lindley. Cuando estaba terminando el disco le mandé un mensaje tímidamente para invitarlo a sumar algunas voces y me mandó unos textos hermosos con cuatro opciones que él grabó en su estudio. Una curiosidad es que uno de los dos temas en los que aparece se llamaba El abrazo y yo se lo mandé sin decirle el título. Es un tema instrumental y me pasó un texto que habla de los abrazos. Fue una coincidencia muy linda. La misma música que yo expresaba con una melodía en la guitarra él la podía poner en palabras como buen poeta que es.

–Más allá del sonido electrónico que hay en el álbum, se van armando paisajes ligados a la tierra.

–Sí, hay mucho del paisaje y de la tierra en el disco. Nunca me consideré un músico de folklore, pero como soy de Rosario tengo algo especial con la música del litoral. Y también me toca mucho la música de Atahualpa o el Cuchi Leguizamón, las vidalas y las coplas. La sonoridad de la voz de León en el disco tiene esa cosa que no es folclore argentino, pero es folk. También hay participaciones de mi amigo Curt Golden con unos textos de blues y un breve texto napolitano de Pino Daniele que recita mi amigo Alessandro Bruno en “La lluvia buena”, que habla de la tierra. Debray, un hindú que vive en Estados Unidos, también dice en bengalí unas palabras que expresan el amor por la tierra. Así que está todo eso en el álbum. Por lo que estoy diciendo suena que es un disco de parches y guitarra de nylon, pero la sonoridad es mucho más moderna y volada.

–Estudiaste con Robert Fripp, que de alguna manera es un nexo con esa sonoridad alemana a través de sus colaboraciones con Brian Eno, por ejemplo. ¿Qué aprendiste de él musicalmente?

–Fripp y Eno son como mis grandes maestros. Y sumaría a Phil Manzanera, a quien también fui a buscar cuando viajé a Inglaterra. Si bien era el guitarrista de Roxy Music, participó en los discos para mí más maravillosos de Eno y de Robert Wyatt, y si escuchás sus discos solistas se entiende un poco más el nexo entre esta música de vanguardia y los sonidos autóctonos.

Con Fripp sigo en contacto y seguiré siendo siempre su estudiante. Además de un montón de cosas técnicas de la guitarra aprendí mucho acerca de cómo percibir la música y el silencio en la música. Lo que más me impresionó fue su valentía y su libertad a la hora de hacer música, sin importarle que pueda sonar raro o ser mal visto. En el auge de King Crimson y el rock sinfónico, se ponían a hacer discos en los que Fripp tocaba una sola nota, se alimentaban con unas cintas revox y agotaban las entradas en el Olympia de París. Poder llevar a cabo las visiones que uno tiene es fundamental. Es lo que hizo Dylan cuando salió a tocar en Newport con la banda eléctrica o, para traer un ejemplo más cercano, lo que hace Catriel, que viniendo de tener un éxito súper masivo con Paco Amoroso, se lanzó a grabar un disco de rock extremo con Barro.

Kabusacki realizó en junio una extensa gira por Japón, país que visitó catorce veces desde 2002 (Tony Levin)

–Ya que mencionás a Catriel, ¿te parece que hoy hay mayor libertad en las nuevas generaciones a la hora de hacer música?

–Algunos dicen que la debacle de la industria musical vino bien para que a los músicos se nos termine el sueño de pegarla y llenarnos de plata. Lo único que quedaría entonces es hacer la música que a uno realmente le gusta hacer y hacerlo de la mejor manera posible, sin esa especulación comercial. Me parece súper digno que los músicos profesionales vivamos del trabajo que hacemos, siempre que no esté viciado por la manía del dinero. En los últimos tiempos surgieron muchos raperos muy buenos acá en Argentina que se juntaban en las plazas como en su momento fueron los clubes de jazz para otros músicos. Encuentro mucho más rock en estos artistas que en la mayoría de las bandas de rock que se ven hoy en día. El surgimiento de toda esa movida que algunos llaman urbana tiene mucha sustancia musical y quizás hay más lugar para la motivación artística.

–Hablando de pegarla, aunque a través de algo genuino, tu música despierta mucho interés en Japón. ¿Cómo explicás esa recepción?

–En Japón los músicos suelen ser muy cultos, han escuchado cosas que la gran mayoría de los músicos de acá jamás escucharon. Se podría decir que son un caso parecido al de Borges en la literatura. Y esa curiosidad o avidez por saber las cosas que hubo y que hay en todas las músicas me parece importante. El público en general también tiene muchísima información y cultura, son más abiertos y más respetuosos. Allá jamás te van a decir “esto es medio raro”, como muchas veces pasa acá en Argentina. Es un poco insólito que Schönberg, Bartók o Zappa, por ejemplo, sigan siendo considerados raros hoy en día. Espero que todo eso se modifique y que siga habiendo cada vez más cultura musical y artística y audiencias más atentas. No soy un músico de guerrilla ni creo que lo que hago sea rarísimo, a mí me importa que mi música también sea disfrutable y que la gente pueda pasar un buen rato.

–¿Un poco de este espíritu vas a llevar al show del jueves?

–En realidad el disco es irreproducible en vivo, así que será más bien una celebración de su lanzamiento. Va a estar disponible en todas las plataformas en la misma fecha. También celebraremos la música de artistas a los que admiramos y respetamos tanto, como Ennio Morricone, The Shadows, algunos instrumentales de Charly García, Ryuichi Sakamoto, Bob Dylan y el nexo con Adele, que es una música que mi hija canta muy bien. Vamos a estar tocando música que nos gusta y habrá algunas partes del disco reinterpretadas.