Nicole recibe a Elisa, una sencilla ayudante de cocina que la reemplazará durante un viaje. Poco se sabe de esa travesía –ni se sabrá–, pero desde el momento en que la aprendiz ingresa a la cocina, la maestra no dejará de subrayar las diferencias que hay entre ambas. Ese es el inicio de Cocinando con Elisa, de Lucía Laragione, que se presenta en CELCIT.
Diferencias de conocimiento, manifestado en ininteligibles frases y palabras en francés; diferencias de gustos, al proponerle recetas e ingredientes a las que pocas veces la joven podría haber accedido antes. Ese poder que Nicole ostenta –que se lo restriega a Elisa– por medio de acciones cuya violencia genera risas nerviosas en la platea, a la vez genera interrogantes.
¿Qué se esconde y que se cuece en esa casa? ¿Quién es Nicole? ¿Por qué no sale de la casa? ¿Cómo viajó y aprendió tanto?
Madame y monsieur, los dueños de la finca de las que las dos mujeres son su personal doméstico se hacen presente en las conversaciones de ambas. Se sabe que es ella, la dueña de la casa, quien llevó a la joven a esa cocina –hecho que de algún modo disgustó a Nicole y se lo hace saber a Elisa–; se conoce que el caballero no lo es tanto y que tiene afición por la caza competitiva y las carnes jóvenes –advertencia que también le hace la mayor a la joven–, pero nunca se los ve ni se los oye. Nunca bajan donde se cuece todo.
Tampoco se menciona a otro personal de servicio más que a un capataz cuya mirada de Nicole es ambigua. Algo se esconde detrás de ello. Y no es lo único que permanece oculto. Son dos los sucesos que torcerán la trama, que marcarán el quiebre de la historia, cuando Elisa, tal vez, se empodere.
En una sala cuya disposición permite ubicarse y apreciar la escena desde distintos puntos, la experiencia cobra diferentes capas de dimensión no solo por las actuaciones, sino por la escenografía, las ópticas, las tramoyas y los objetos de utilería que potencian el texto y las actuaciones que de por sí son contundentes. Es interesante destacar el recurso del cine del fundido a negro que es utilizado no solo para marcar elipsis temporales, sino, también, como herramienta dramática.
El final, inesperado, genera preguntas y respuestas por igual. Y ya no importarán el faisán, el viaje de Nicole, las recetas ni la comida. Solo un aire inquietante invadirá la sala.
*Cocinando con Elisa, de Lucía Laragione; con las interpretaciones de Luciana Procaccini y Gabriela Villalonga. Dirección: Mariana Giovine. Se presenta hasta el 29 de octubre en CELCIT –Moreno 431, C. A. B. A.–, los domingos a las 19:30.