Una ambiciosa exposición en el Metropolitan Museum de Nueva York muestra la compleja relación los pintores Édouard Manet y Edgar Degas, dos grandes genios de la pintura francesa de fines del siglo XIX y considerados precursores del expresionismo.
La exposición, que se podrá visitar hasta el 7 de enero y sucede a uno de los grandes éxitos de la temporada de 2023 como fue Los cipreses de Van Gogh, recién terminada, reúne 150 piezas de dos hombres nacidos solo con dos años de diferencia y cuya relación pasó de la amistad a “la inevitable rivalidad”, como escribió un contemporáneo.
A falta de documentos concretos que atestigüen esa rivalidad, el MET ha puesto a dialogar las obras de unos y otros, en algunos casos con evidentes paralelismos, como la relectura que ambos hicieron del famoso “Retrato de la Infanta Margarita” de Velázquez.
Fue precisamente en una visita al Louvre en 1861, mientras admiraban el cuadro del pintor español, cuando al parecer se produjo el primer encuentro entre los dos artistas, y nació entre ellos una amistad que dio paso a la admiración, al menos en un sentido: Degas admiraba a Manet, y le dedicó varios estudios y grabados. De lo contrario, no existe constancia.
Los dos genios, hijos de familias acomodadas, se movían en los mismos círculos bohemios de París, pero Manet ganó celebridad primero en 1865 como un iconoclasta parte del “Salón de los rechazados” (el foro alternativo) con su pintura “Olympia”, presente en la muestra del MET mientras que Degas pasaba casi desapercibido.
Solo nueve años después, Manet ya había sido entronizado en el canon francés al exhibir su obra en el Salón oficial; Degas, por su lado, organiza la primera muestra de los pintores impresionistas del momento (aún no se llamaban así) donde presentó diez obras, en ese momento despreciadas por los academicistas.
Pero Degas, sobre todo conocido por su inconfundible serie sobre las bailarinas, siempre mantuvo su admiración por Manet, y a la muerte de este último, dijo que “era más grande de lo que pensamos”; además, amasó una considerable colección de trabajos del difunto.
La muestra del MET es un intento de relatar a través de sus cuadros y bocetos la evolución de ambos artistas y la influencia que, consciente o no, ejercieron uno sobre otro, y ambos sobre el arte contemporáneo.