Akira Kurosawa, en un viaje a través de su filmografía y legado

Hasta el 8 de octubre, el ciclo “Kurosawa lado A” presenta en la Sala Leopoldo Lugones una completa retrospectiva con las películas más relevantes del gran maestro del cine japonés para el mundo

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Akira Kurosawa, uno de los padres del cine moderno (Crédito: Leonardo Cendamo/Getty Images)
Akira Kurosawa, uno de los padres del cine moderno (Crédito: Leonardo Cendamo/Getty Images)

En el vasto universo del cine, pocos nombres resplandecen con el mismo brillo y trascendencia que el de Akira Kurosawa. Este director japonés, nacido el 23 de marzo de 1910 en Tokio, no solo dejó una marca indeleble en la cinematografía de su país natal, sino que su influencia se extendió por todo el mundo, consolidándolo como uno de los maestros indiscutibles del séptimo arte.

A lo largo de su prolífica carrera, Kurosawa demostró una capacidad única para fusionar tradiciones culturales japonesas con una visión universal, creando obras que siguen conmoviendo y cautivando a audiencias de todas las latitudes. A modo de homenaje, una retrospectiva en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín, con sus filmes pasados en 35mm, recorre una rica filmografía (Ver detalle abajo).

Quién fue Akira Kurosawa

Akira Kurosawa nació en el seno de una familia acomodada, lo que le permitió acceder a una educación privilegiada. Eran descendientes de una generación de samuráis, una clase de guerreros en Japón con un alto estatus social, conocidos por su habilidad en el combate y su estricto código de honor. Fue el menor de siete hermanos. Sin embargo, su interés por el cine surgió de forma inesperada, cuando ingresó a la Universidad Imperial de Artes de Tokio para estudiar pintura. Fue en este contexto donde Kurosawa entró en contacto con el mundo del cine y encontró su verdadera pasión. Influenciado por directores como Yasujirō Ozu y Fritz Lang, comenzó a experimentar con la realización de cortometrajes y a desarrollar un estilo propio que pronto lo destacaría en la escena cinematográfica japonesa.

Akira Kurosawa junto a Georges Lucas y Steven Spielberg (Crédito: CHRISTOPHE D YVOIRE/Sygma via Getty Images)
Akira Kurosawa junto a Georges Lucas y Steven Spielberg (Crédito: CHRISTOPHE D YVOIRE/Sygma via Getty Images)

Lo que distingue a Akira Kurosawa es su maestría en el manejo del lenguaje visual. Sus composiciones meticulosas, el uso innovador de la luz y la sombra, así como su habilidad para crear secuencias de acción inolvidables, revelan a un director que dominaba cada elemento de la cinematografía. Kurosawa no solo contaba historias, las pintaba en la pantalla con una paleta de emociones, simbolismo y profundidad que pocas veces se ha visto en la historia del cine.

Aunque es reconocido en todo el mundo, su obra está profundamente arraigada en la cultura japonesa. Sus películas exploran temas universales como el honor, la lealtad, la justicia y la naturaleza humana, pero lo hacen a través de la lente única de la tradición y la filosofía japonesa. Kurosawa logró llevar a la pantalla grande los códigos del bushido, el confucianismo y el zen, produciendo así una filmografía que es a la vez global y profundamente arraigada en su tierra natal. Sin embargo, tuvo que soportar grandes críticas que lo señalaban como un director muy occidentalizado debido a la influencia que tuvo de los grandes directores que admiraba como Charles Chaplin y Buster Keaton.

Toshiro Mifune, en el papel de Barbarroja (Foto: Toho Co., Ltd. 1965)
Toshiro Mifune, en el papel de Barbarroja (Foto: Toho Co., Ltd. 1965)

Sobre esa cuestión, el cineasta comentó en una entrevista realizada por Gabriel García Márquez: “Kurosawa: “Soy japonés, y pienso en tanto que japonés, y realizo mis películas con este estado de ánimo. No he estado nunca influenciado por el extranjero. Cuando leí Macbeth, lo encontré muy interesante. Me hacía pensar en muchas cosas. El Japón de la guerra civil y la época de Shakespeare se parecen mucho”.

Su debut cinematográfico fue en 1943 con la película Sanshiro Sugata (La leyenda del gran judo). Allí arrancaría una racha muy prolífica que seguiría con La más bella (1944), La nueva leyenda del gran Judo (1945), Los hombres que caminan sobre la cola del tigre (1945), Los que construyen el porvenir (1946), No añoro mi juventud (1946), Un domingo maravilloso (1947), El ángel borracho (1949) o El perro rabioso (1949). Pero su gran producción, con la que fue reconocido de manera internacional, fue Rashomon, que se centra en un crimen y las diferentes perspectivas de los testigos. Con ella ganó el León de Oro en el Festival de cine de Venecia de 1951. Cuatro años después, seguían los reconocimientos con Vivir, que se llevó el Premio del Jurado en el Festival de Berlín de 1954. Allí mostró la vida de un joven matrimonio, Kanji y Kimiko Watanabe, quienes luchan por sobrevivir en el Japón de la posguerra.

Trailer de "Rashomon" (1950)

Cómo es el cine de Kurosawa

El cine de Kurosawa tiene múltiples distintivos a la hora de filmar, como el uso de lentes de teleobjetivo para crear un efecto de aplanamiento en la imagen y abogaba por alejar las cámaras de los actores para obtener interpretaciones más auténticas. También se destacaba por el empleo de múltiples cámaras para capturar un mismo plano desde diferentes ángulos. Los actores y técnicos ponían a prueba su paciencia, ya que su histriónico perfeccionismo hacía que tuvieran que repetir numerosas veces las escenas hasta que conformaran al director.

Además, Kurosawa tomaba historias literarias para convertirlas en fuente de inspiración para sus películas, utilizando su propia visión y estilo cinematográfico. Sus influencias eran muy variadas y abarcan desde obras clásicas de autores como William Shakespeare, pasando por las piezas literarias de escritores rusos como Leon Tolstoi y Fiodor Dostoievski, hasta las tragedias griegas escritas por Esquilo, y también obras de escritores estadounidenses como Ed McBain.

Esta inspiración se pudo observar en una de sus últimas películas, Ran, inspirada en la obra de William Shakespeare El rey Lear. Kurosawa adaptó la trama y los personajes de esta tragedia shakesperiana al contexto del Japón feudal. La historia central de un líder anciano que decide dividir su reino entre sus hijos y las consecuencias trágicas de esta decisión son elementos fundamentales que comparten ambas obras. Kurosawa logró crear una versión impresionante y única de esta historia, incorporando elementos culturales japoneses y destacándose por su excepcional dirección y cinematografía.

Trailer de "Los siete samuráis", de Akira Kurosawa

La relación de Kurosawa con el legendario actor Toshiro Mifune es una de las más icónicas en la historia del cine. Juntos gestaron algunas de las obras maestras más memorables de Kurosawa, como Los Siete Samuráis (1954), donde el actor interpreta a Kikuchiyo, un personaje que no es un samurái tradicional, sino un campesino que se hace pasar por uno; y Trono Manchado de Sangre (1957), donde personifica a Taketoki Washizu, el personaje principal, un samurái ambicioso que, junto con su esposa, comete actos de traición y asesinato. Se trata también de una adaptación de la obra de William Shakespeare Macbeth. La química entre el director y su actor fetiche dio lugar a interpretaciones poderosas y a personajes que se han convertido en arquetipos del cine mundial.

Acompañado por el actor, en 1958, estrenó La Fortaleza Escondida, donde la trama sigue a dos campesinos, Tahei y Matashichi, que se encuentran atrapados en medio de una guerra civil en el Japón feudal. En su intento de escapar, se topan con una princesa y su leal general, ambos exiliados y tratando de llegar a un territorio seguro. Para evitar ser capturados por las fuerzas enemigas, el grupo decide esconderse entre los campesinos y emprender un peligroso viaje a través de territorios hostiles. Por otra parte, en Sanjuro, Toshiro Mifune interpreta el papel principal de Sanjuro Kuwabatake, un ronin (samurái sin maestro) errante conocido por su ingenio y habilidades con la espada.

Trailer de "La fortaleza escondida" (1958)

Akira Kurosawa dejó un legado imborrable en la historia del cine. Su obra ha sido fuente de inspiración para generaciones de cineastas de todo el mundo, incluyendo a figuras como Steven Spielberg, Martin Scorsese, Sergio Leone, John Sturges y George Lucas, entre otros. A lo largo de su carrera, recibió numerosos premios y reconocimientos, incluyendo la Palma de Oro en el Festival de Cannes por Kagemusha (1980), la película ofrece una representación magistral del Japón feudal y proporciona una reflexión profunda sobre el poder y la responsabilidad. Al final de su carrera, recibió un Oscar honorífico por su contribución al cine en 1990. Su influencia perdura y su legado sigue siendo celebrado en cada rincón del planeta.

Trailer de "Sanjuro" (1962)

Murió en Tokio el 6 de septiembre de 1998 a los 88 años. Su última producción fue Madadayo (Todavía no) de 1993. El film, una comedia dramática, se estrenó en el Festival de Cannes. Está basada en los ensayos autobiográficos de Hyakken Uchida, un escritor y profesor japonés de alemán. La trama sigue la relación que establece con sus antiguos alumnos, quienes lo cuidan hasta su vejez, y aborda su deseo de no sentirse listo para enfrentar la muerte. El rodaje se llevó a cabo entre febrero y septiembre de 1992, y la película se estrenó en abril de 1993, recibiendo críticas positivas por parte de los expertos en cine.

Retrospectiva Kurosawa en la Lugones

Desde el viernes 29 de septiembre al domingo 8 de octubre, ocho películas de Akira Kurosawa se podrán ver en 35 milímetros en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín. Las cintas a proyectarse serán: Rashomon, Trono de sangre, Los siete samuráis, Yojimbo, Sanjuro, el samurái, El cielo y el infierno, La fortaleza escondida y Vivir.

El ciclo, denominado “Kurosawa, lado A”, completa al realizado en 2021, y es organizado por el Complejo Teatral de Buenos Aires y la Fundación Cinemateca Argentina, en colaboración con The Japan Foundation y el Centro Cultural e Informativo de la Embajada del Japón en Argentina.

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