Renata Schussheim: “Nadie inventó la pólvora; todo está, todo se recrea, todo se retroalimenta”

La artista plástica, vestuarista y escenógrafa presenta la muestra “Al rojo vivo” en el Recoleta, una recopilación de sus grandes éxitos junto a Charly García, Luis Alberto Spinetta y Federico Moura

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Renata Schussheim: “Nadie inventó la pólvora; todo está, todo se recrea, todo se retroalimenta” (Foto: Gustavo Gavotti)
Renata Schussheim: “Nadie inventó la pólvora; todo está, todo se recrea, todo se retroalimenta” (Foto: Gustavo Gavotti)

Dice que no es una retrospectiva: no le gusta ni la palabra ni el concepto. “Una retro es un plomo para mí y para los que miran”, dice. Lo que hay, entonces, no es un recuerdo ni un homenaje, sino una reescritura, una revisita, una re-presentación. En palabras de María Moreno, lo que está haciendo Renata Schussheim es abrir los archivos. La muestra, que se presenta en tres salas del Centro Cultural Recoleta, se llama Al rojo vivo y recorre cincuenta años de trabajos. Es impactante: por la grandeza, por la intensidad, por lo icónico.

Acá, tres sacos floreados muestran las caras de la santísima trinidad del rock: Charly, Spinetta y Federico Moura. Allá, el vestido de la reina de Alicia en el país de las maravillas se deconstruye en capas que van del rojo al blanco. Más acá, una fila de serigrafías numeradas de Música del Alma, con un Charly García de pelo largo y anteojos negros es intervenido por hombrecitos inspirados en el Bosco. Esa fila termina con un cuadro enorme en blanco y negro. Más allá, sillones con forma de nube invitan a perderse frente a una pantalla y también hay almohadones enormes con las fotos de Piano Bar.

Es una tarde de sol y frío en Buenos Aires, y Schussheim tiene en la cara el cansancio ansioso de quien está a punto de estrenar. Lleva más de cincuenta años en esto, y, sin embargo, se la ve como si fuera, no la primera vez, pero sí una de las primeras. Va, viene, da algunas indicaciones —muy gentiles, pero firmes—, habla y se ríe y se hace cómplice del fotógrafo. “A mí lo único que me importa es la luz”, dice el fotógrafo de Infobae Gustavo Gavotti. “¡A mí también!”, le grita ella. Después, en medio de la entrevista va a decir: “Yo tengo mucho agradecimiento a los fotógrafos, porque yo miro por el ojo de la cámara pero no apretó el botoncito”.

Si la muestra no es una retro, la entrevista tampoco lo es. En todo caso trata de ser un abrir la memoria.

La artista plástica, vestuarista y escenógrafa inaugura hoy en el Centro Cultural Recoleta la muestra “Al rojo vivo” (Foto: Gustavo Gavotti)
La artista plástica, vestuarista y escenógrafa inaugura hoy en el Centro Cultural Recoleta la muestra “Al rojo vivo” (Foto: Gustavo Gavotti)

—Si tuviera que definir tu obra, siempre hubiera puesto primero el color. Sin embargo, en esta muestra, la forma impacta. Incluso el negro está muy presente. Entonces, ¿cómo te definís vos?

—Yo soy una dibujante. Como artista plástica, siempre envidié a tipos como Rómulo Maccio. Yo soy de la escuela de Carlos Alonso. Para mí tiene más que ver con el dibujo que con la pintura. Además yo trabajé muchísimo en blanco y negro durante muchos años hasta que de a poquito empecé a meter color. Soy muy controlada con el color.

—Pero esta muestra una explosión de color.

—Es una explosión de color porque es Al rojo vivo. Acá sí tiene que ver el color y la intensidad. En el teatro también uso mucho el teatro también. Pero esta sala, donde están las serigrafías de Charly, es absolutamente gráfica y todo es en blanco y negro. Me gusta mucho el blanco y negro.

—El imaginario del rock nacional no sería lo que es, si no fuera por las imágenes. ¿Te sentís parte de la creación de la Argentina de los 80?

—Sí, absolutamente. Por suerte, ahora que se cumplen cuarenta años de democracia, estamos revisitando esa época. No es casualidad que me llame un chico que está haciendo un documental sobre Ferro, o que me llame otra persona que está haciendo un documental sobre Música del alma, ni que yo esté haciendo un homenaje a lo que fue mi relación en esa época creativa. Lo que más me entusiasma de esta muestra, es que la gente joven lo vea y lo disfrute. Porque hay cosas muy locas: cómo se filmó Ferro, cómo fue BaRock. ¡La precariedad con la que trabajábamos!

—Hablás de Ferro, cuando con Charly hicieron No bombardeen Buenos Aires. ¿Tomaron ahí una influencia de The Wall?

—No, ni lo hablamos. Todas las cosas que hice con Charly fueron a partir de disparadores que tiraba él. No apareció The Wall, pero igual lo teníamos súper adentro porque Pink Floyd nos marcó de una manera impresionante. Nadie inventó la pólvora. Todo está, todo se recrea, todo se retroalimenta de otros artistas.

En “Al rojo vivo” se exponen los trabajos de Schussheim junto a Charly García, Luis Alberto Spinetta y Federico Moura, entre otros (Foto: Gustavo Gavotti)
En “Al rojo vivo” se exponen los trabajos de Schussheim junto a Charly García, Luis Alberto Spinetta y Federico Moura, entre otros (Foto: Gustavo Gavotti)

—En la composición que hiciste para Música del Alma, ¿qué tomaste de él y qué traés de tu propio acervo?

—Está todo mezclado. Yo lo conocí con La Máquina Hacer Pájaros, me encantaba la música que él hacía, que me parece absolutamente cinematográfica. Siempre tuve una relación de mucha admiración con él. Las cosas se van mezclando y relacionando en una especie de hermandad artística que es maravillosa. Me pasó con Charly, me pasa con Oscar Araiz, me pasó con Jean-François [Casanovas], me pasó con Federico [Moura], de alguna manera con Luis [Alberto Spinetta], aunque menos porque no trabajé tanto con él. Me pasó con Eduardo Martí y María Moreno. Hay una hermandad y un intercambio de imágenes, de sensaciones, de música, de proyectos que es maravilloso. Yo tengo un agradecimiento por tener hermanos, tener maestros, tener gente que te aportó y que podés hacer proyectos juntos.

—El dibujo de Charly de Música del alma también tiene una proximidad a las del Di Tella. ¿Cómo fue tu relación con el Di Tella?

—Yo era muy groupie. Soy diez años menor que Marta [Minujin], que Edgardo, que Alfredo Arias. Yo iba y me metía a chusmear. Era un mundo mágico, y me dejaban curiosear. Ahí lo conocí a Oscar, que estaba haciendo Crash. No tenía participación, porque recién empezaba. Y me acuerdo que incluso estaba preocupada porque había movimientos tan de vanguardia que yo me sentía a destiempo. Romero Brest decía “El arte ha muerto” y yo pensaba: ¡qué horror, qué voy a hacer! Tengo un recuerdo increíble con Roberto Aizenberg, a quien yo admiraba, y le pregunté qué quiere decir eso de que el arte ha muerto y él me dijo que mientras uno conmueva estaba vivo.

—¿Cómo fue tu relación con Manuel Puig?

—Hermosa. Nos conocimos cuando yo estaba con Caviar. Hacíamos un espectáculo que se llamaba No Problem y él vino a ver ese espectáculo. Y vio la posibilidad de trabajo, que era la fonomímica. Como Jean-François [Casanovas] era un enfermo de temas y los discos antiguos, estaba la posibilidad de involucrarse en un espectáculo. Me acuerdo de que sentí como una garra, que era la mano de Manuel, que me dijo: “Tenemos que hacer algo juntos” y así empezamos. Cuando terminó el espectáculo viajamos con Jean-François y con Lino [Patalano] a Río, y Manuel empezó a mandar material. Manuel era divino. Me encontraba con él, leíamos cosas, íbamos a lo de la madre a mirar películas. Jean-François casi se muere, porque Manuel tenía las pruebas de la Garbo en la Metro Goldin Meyer. Eran joyas incunables. Sintonizamos maravillosamente. Él empezó a escribir el espectáculo y me mandaba cartas, y después se mudó a México y se murió de una manera absolutamente inesperada y ridícula. El espectáculo quedó inconcluso.

"Soy de la escuela de Carlos Alonso", dice Renata Schusseim (Foto: Gustavo Gavotti)
"Soy de la escuela de Carlos Alonso", dice Renata Schusseim (Foto: Gustavo Gavotti)

—¿Vos hiciste Boquitas pintadas?

—Hicimos la adaptación de Boquitas con Oscar [Araiz]. Fue un trabajo increíblemente maravilloso y placentero.

—Lo mencionaste a Araiz varias veces. Ustedes ya se conocen hace 50 años.

—¡Más! Más de 50 años. Hay una canción que cantaban Maria Elena Walsh y Leda, que decía “¿En qué nos parecemos tú y yo a la nieve?”. Nosotros nos cantamos esa canción porque, de golpe, nos damos cuenta de que estamos pensando en algo a la vez.

—Vos sos alguien que trabaja continuamente, pero que cobra relevancia con las muestras. ¿Por qué?

—No lo sé. Pero yo trabajo muchísimo. Lo que pasa es que mi trabajo es el diseño y eso no aparece en la cartelera teatral. Me ponen cuando les conviene porque hay gente por ahí va a ver la obra porque yo soy la vestuarista. Pero, si no, no te ponen. Ahora salió una crítica de Il turco in Italia, y no dicen mi nombre. No sé todo lo que trabajé en ese espectáculo. ¿Están en bolas los que salieron al escenario? ¿Quién trabajó con el director, quién cuidó los colores, quién vistió a 300 personas? Eso es muy de la ópera: se habla de las voces, del director. ¿Y todos los demás? Es una cosa muy desagradable.

—¿Cómo fue el trabajo con la curadora para esta muestra?

—Es que la muestra es gracias a Romina. Ella me empezó a taladrar el cerebro en la pandemia. Yo siempre me resistí a lo tecnológico porque no tengo paciencia, pero Romina, que viene del cine, me contiene. Y se me abrió un mundo nuevo. Fue ella la que empezó en pandemia a armar, a recopilar y después empezó a despejar qué iba, qué no.

"Tengo un agradecimiento por tener hermanos y tener maestros" (Foto: Gustavo Gavotti)
"Tengo un agradecimiento por tener hermanos y tener maestros" (Foto: Gustavo Gavotti)

—¿Va a venir Charly a tu muestra?

—No lo sé. Va a venir, seguramente, pero no creo que venga a la inauguración porque cuando él sale, se arma un quilombo. Es mucha exposición.

—¿Y los hijos de Spinetta?

—Le dejé un mensaje a Vera. Yo la quería mucho a Patricia, la mamá. Y conozco a Catarina, a Dante. Le dije que había cosas del papá y que me encantaría que vengan. No sé si podrán venir a la inauguración, pero me gustaría que vengan.

* Al rojo vivo se exhibe en el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930, C.A.B.A.).

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