El empresario ruso Roman Abramovich, antiguo propietario del club de fútbol Chelsea entre otros activos que le fueron inhibidos en el marco de la guerra de Rusia con Ucrania, atesora una de las colecciones de arte más importantes del mundo, integrada por 367 obras entre las que se encuentran piezas de autores como Picasso, Mondrian, Magritte o Freud, que en conjunto podrían alcanzar un valor de 963 millones de dólares, según acaba de revelar el periódico The Guardian.
Los detalles de la colección de Abramovich y su exesposa, Dasha Zhukova, salieron a la luz por primera vez gracias a los archivos conocidos como Oligarch Files, que filtró datos del proveedor de servicios financieros ‘offshore’ MeritServus, con sede en Chipre. Durante el lapso de una década, el antiguo propietario del club de fútbol Chelsea y su exmujer parecen haber creado uno de los acervos privados de arte moderno más impresionantes del mundo: un tesoro de más de 300 piezas cuyo valor ha sido estimado por los propios asesores de Abramovic en casi mil millones de dólares.
La revelación profundiza la caída en desgracia del magnate ruso, que en marzo fue sancionado por el entonces primer ministro británico Boris Johnson y la Unión Europea como represalia por la ofensiva militar lanzada por Rusia sobre Ucrania, lo que implicaría el congelamiento de todos sus activos, incluido el club de fútbol Chelsea. Sin embargo, a pesar de la inhibición de sus empresas en Europa, la propiedad de la colección de Abramovich parece haber quedado a salvo. Y la desaparición de sus tesoros, ahora en un limbo de fideicomisos extraterritoriales y almacenes seguros, es una enorme pérdida pública.
Según The Guardian, las obras figuran como propiedad del Harmony Trust, del que el empresario ruso era el único beneficiario. Entre 2017 y 2018, la colección fue traspasada a una empresa llamada Seline-Invest, controlada por un fideicomiso con sede en Chipre, el Ermis Trust Settlement, creado en 2010 en beneficio del oligarca. En febrero del año pasado, su exmujer pasó a tener “derecho irrevocable al 51%” de ese fideicomiso.
En los círculos relativos al mercado de arte se sabía que Abramovich y Zhukova estaban adquiriendo importantes obras, pero hasta ahora se desconocía el alcance exacto de su colección, aunque habían trascendido algunos indicios: en 2008, por ejemplo, el empresario entró en la historia de las subastas por partida doble tras comprar por 86,3 millones de dólares, un Tríptico de Francis Bacon, el precio el más alto de una obra de arte de posguerra.
Un día antes de ese hito había hecho lo propio con Supervisora de ganancias durmiendo, de Lucian Freud. Los 33,6 millones de dólares pagados por la obra convirtieron a ese artista en el creador vivo más cotizado de ese momento.
Freud es sin duda uno de los pintores predilectos del empresario, que además de Supervisora de ganancias durmiendo cuenta también con otras dos obras del artista. Pero se trata sólo de la cumbre de lo que es una colección de auténticos tesoros artísticos: los archivos difundidos por The Guardian señalan que la colección cuenta con piezas de grandes maestros rusos, europeos y americanos de los siglos XX y XXI. Hay cuadros de Monet y Mondrian, Matisse y Picasso, Natalia Goncharova y Véra Rockline, así como también cotizadas pinturas de Magritte, Kandinsky, Paula Rego, Frank Auerbach, David Hockney o Jasper Johns.
“Se podría llenar un museo con ellas; esta es una colección estupenda -sostuvo Andrew Renton, profesor de curaduría en Goldsmiths, Universidad de Londres, a The Guardian-. No es la colección vulgar de un nuevo rico; demuestra muy buen gusto. Si tienes suficiente dinero, puedes comprar un pedazo de historia”.
Antes de las sanciones europeas y británicas por la guerra con Ucrania, Abramovich solía prestar obras para que fueran exhibidas en importantes muestras. Tal es el caso de dos cuadros de la artista portuguesa Paula Rego que se mostraron en su retrospectiva en la Tate Britain en 2021, su último préstamo público. Con la guerra entrando en su vigésimo mes, no hay constancia de ningún movimiento reciente a galerías o museos.
El hecho de que en la colección privada de Abramovic se encuentren dos de los artistas más importantes (si bien reconocidos póstumamente) del último siglo dice mucho de la capacidad de evaluación artística del oligarca. Tanto La hija del policía como Mujer perro son dos de las mejores obras de Rego, lo que supone una pérdida, por tanto, para el gran público.
Lo mismo sucede con Freud o Malevich: Abramovich parece haber reunido una colección de la mejor obra británica reciente mejor que la Tate. Sin estos cuadros de los artistas contemporáneos nunca se podrá comprender realmente los logros del arte desde 1945. Y aunque estas obras se exhibían de forma destacada en las galerías británicas en fecha tan reciente como 2021, se han vuelto invisibles desde que Rusia atacó Ucrania.
Fuente: Télam S. E.