Hace casi veinte años, 194 personas fallecieron en la conocida como “tragedia de Cromañón” y ahora la escritora y cineasta argentina Camila Fabbri indaga en las consecuencias que tuvo para toda una generación.
Fabbri adapta su propio libro, El día que apagaron la luz, en la que es su ópera prima, Clara se pierde en el bosque, una película con la que compite en la sección Horizontes Latinos del Festival de Cine de San Sebastián (España), y que se centra en el deseo de maternidad de una joven, Clara, superviviente de la tragedia.
En su libro, Fabbri recopiló testimonios de gente que se vio afectada por la tragedia, aunque no directamente, porque no estuvieron en la sala en aquel concierto en la víspera de Nochevieja, para construir un relato coral de supervivientes que hablan de lo que aquello supuso pero sin hablar de lo que ocurrió.
“Lo que intenta hacer es contar una generación que éramos muy, muy chicos, íbamos a ver mucha música en vivo y eso era algo que nos hacía muy felices”, según la autora. Y esa afición a la música se convirtió en una “tragedia prematura” que de alguna manera les marcó su crecimiento y su vida adulta.
Porque Fabbri había acudido el día anterior a la sala República Cromañón a un concierto de Callejeros, la misma banda que actuaba el día de la tragedia, en la que además de 194 fallecidos, hubo más de 1.400 heridos. Estos hechos la marcaron a ella y a sus amigos, como también a una generación entera, y eso es justo de lo que habla la película, de cómo la protagonista sufre aún las consecuencias de lo que pasó.
“De cómo eso de alguna manera pega un poco en su adultez, en su deseo de ser madre”, explica la realizadora, que ha querido reflejar cómo cambia una persona después de haber sobrevivido a una cosa tan tremenda en un lugar al que se iba a disfrutar, “cómo es volverse adulto” tras algo así.
La película analiza cómo sería la vida actual de una superviviente, cómo se plantea una mujer ser madre y cuidar de una criatura, cómo se sigue adelante después de todo. Y lo hace principalmente a través de conversaciones telefónicas de la protagonista con su amiga, en las que los recuerdos se mezclan con sus vidas actuales y sus miedos con sus deseos. “Éramos muy jóvenes en ese momento y todavía un poco seguimos siéndolo”, resalta la directora, de 34 años y con solo 15 cuando ocurrieron los hechos.
Tanto la marcó que escribió el libro, porque en realidad Fabbri es escritora y aunque sí había dirigido obras de teatro, nunca se había planteado hacer una película.
“No me lo había planteado. No necesariamente. Había dirigido teatro en Buenos Aires. Y había trabajado dirigiendo actores y actrices, pero en un formato muy distinto que es el teatro, que quizás es un formato más pequeño, más pobre, que las audiencias son más chicas también, pero en ese sentido sí había trabajado como directora, pero no desde lo audiovisual”, recuerda.
En 2020 le ofrecieron convertir su libro en un guion y acabó siendo la directora de la película, un medio diferente para contar una historia, y reconoce haber disfrutado de la parte de dirección de actores y de estar rodeada de un equipo “de lujo”.
Pero le ha resultado extraña “esa relación con un mismo proyecto durante una cierta cantidad de años”, aunque no descarta repetir, si bien de momento sigue centrada en la escritura.
Fuente: EFE