La increíble historia de la internet socialista de Allende, contada en un podcast

El investigador y ensayista bielorruso Evgeny Morozov visitó Buenos Aires y conversó con Infobae Cultura. “¿Qué es internet hoy? Diez empresas multinacionales que venden publicidad”, afirma

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Representación digital de CyberSyn (Foto:
Representación digital de CyberSyn (Foto: Wikipedia)

“La soberanía económica es imposible sin la soberanía tecnológica”, dice Evgeny Morozov bajo el sol de Palermo. Detrás de sus anteojos de vidrio grueso mira cómo pasa a toda velocidad un muchacho en bicicleta cargando una mochila gigante de Rappi. Acaba de pedirse una torta de pistacho y un flate white que llega con un dibujo exótico en la espuma. Parece gustarle Buenos Aires. Es bielorruso pero habla muy bien español. Con 39 años, lleva publicados cuatro libros sobre las contradicciones de internet y en estos cuarenta minutos de conversación no se ha detenido ni una sola vez a mirar su celular, que permanece apoyado sobre la mesa con la pantalla en un negro absoluto. Está acá, en América Latina, en Argentina, para presentar un podcast. Se llama The Santiago boys.

Antes de la estampita de las novedades, antes de que los algoritmos borraran la vida predigital, hubo algo que muchos llamaron la internet socialista. Entre 1971 y 1973, en el gobierno de Salvador Allende, Chile forjó un proyecto que prometía establecer una gestión en tiempo real de las empresas que acaba de nacionalizar. Un centro de cómputo desde la ciudad de Santiago modelaría el comportamiento de los sistemas de producción industrial. Se trataba de poner a disposición del pueblo los principios de la cibernética. Era un proyecto secreto, claro; nadie, salvo los involucrados, tenían conocimiento del asunto. Habían contactado a un científico británico para que sea el arquitecto principal. Stafford Beer, ese era su nombre, aceptó de inmediato. Así se inició CyberSyn.

“Para este podcast entrevisté a casi 200 personas, pero también leí muchos textos, entre ellos libros sobre lo que en esa época se llamaba teoría de la dependencia”, cuenta Morozov. “Esta teoría, desarrollada por economistas y sociólogos chilenos y brasileños en los años sesenta, destacaba el papel negativo de las empresas multinacionales en el desarrollo de los países de América Latina. Para ellos, la tecnología era el instrumento más importante a la hora de crear nuevas dependencias. En este período no fue tanto la dependencia financiera, sino la tecnológica. Aseguraban que esa dependencia creaba obstáculos en el desarrollo. La interpretación de Allende, del gobierno de Unidad Popular, de los Santiago Boys, los ingenieros radicales en torno a Allende, fue que la tecnología nunca es neutral”.

Evgeny Morozov en Berlín, año
Evgeny Morozov en Berlín, año 2015 (Foto: WIkipedia)

“Tuvieron esta idea genial de delegar algunas tareas aburridas a las computadoras”, explica. “Crearon procesos productivos en cada fábrica identificando diez indicadores clave. Usaron la red télex, el teletipo, para comunicar los datos en torno a cada indicador a una computadora central en Santiago donde se hacía análisis de datos para distinguir entre los procesos completamente inocentes, esporádicos y aleatorios y los que indican que hay problemas emergentes que necesitan la atención de los gerentes del gobierno. Cuando ellos lograban identificar este tipo de problemas lo informaban a las fábricas. El sistema fue una combinación entre una internet socialista y una inteligencia artificial socialista. El objetivo era también sobrevivir a los enemigos que querían desestabilizar la economía chilena”.

“Hubo otro elemento importante”, dice Morozov: “la sala de operaciones”. Hay imágenes que imitan aquellos diseños. “Parece Star Trek. Es algo espectacular e inesperado”. La sala, conocida como Opsroom, fue un prototipo que “sirvió para mostrar el potencial del proyecto”, pero “la parte técnica, donde las computadoras analizaban los datos que llegaban desde las fábricas vía la red télex, mediante el software que ellos utilizaban para hacer este tipo de análisis, funcionó más o menos un año. El problema fue que la situación política de ese momento en Chile no permitía proseguir a las etapas más avanzadas del proyecto porque, por ejemplo, Stafford Beer quiso crear estas salas de operaciones en cada fábrica. Eso sería una inversión enorme. Y cuando llegó el golpe el proyecto se frenó definitivamente”.

"The Santiago Boys", el podcast
"The Santiago Boys", el podcast de Evgeny Morozov

La neutralidad de tecnología es una discusión que con internet volvió al centro de la escena. Morozov vuelve al Chile socialista para encarar el asunto desde una nueva perspectiva. “Para Allende y los Santiago Boys no es neutral porque siempre hay empresas o gobiernos extranjeros que la controlan. Por eso insistían con la soberanía tecnológica como una política alternativa al desarrollo donde los costos de las dependencias podían evitarse. Hoy en día es posible hablar de uso alternativo de las tecnologías capitalistas. Podemos utilizar WhatsApp para movilizar gente, también Facebook y Google, y darle un uso táctico. En el corto plazo es aceptable, pero necesitamos también desarrollar perspectivas políticas más ambiciosas, más visionarias, donde desarrollemos nuestras propias tecnologías”.

“Si no lo hacemos la dependencia económica, política y tecnológica va a aumentar”, asegura el ensayista bielorruso y recuerda una frase de Allende: “Nosotros, como chilenos, tenemos el derecho a nuestras propias soluciones”. Y amplía la idea: “En vez de comprarle soluciones a otros se pueden desarrollar soluciones propias para problemas reales. En este sentido, hoy en día es necesario hacer una reinterpretación de la tecnología como instrumento de dependencia, como el último punto en una red de conceptos de relaciones de poder muy peligrosas. Nosotros interpretamos la tecnología solo como la consecuencia de la innovación. Hay procesos de innovación muy autónomos y nosotros tenemos que adaptarnos a sus interactivos”.

Sobre este punto, Morozov cita a Oscar Varsavsky, un matemático argentino e investigador del Conicet fallecido en 1976 que fue pionero en aplicar sus conocimientos a las ciencias sociales. “Él desarrolló esta crítica, y lo hizo con mucha fuerza, a la idea de innovación. También participó en algunos proyectos en Chile antes y durante el gobierno de Allende. Hay muchos estilos de desarrollo. Hay estilos de innovación que pueden destruir el mundo porque pueden aumentar los conflictos militares o el cambio climático, pero hay también una innovación que puede democratizar algunos puntos fundamentales de la vida. Y es algo que nosotros olvidamos con el poder creciente de Silicon Valley, que genera la idea unidireccional de la innovación”.

Stafford Beer (Foto: Wikipedia)
Stafford Beer (Foto: Wikipedia)

Stafford Beer murió en Toronto, Canadá, en el año 2002. “No es que haya sido una persona de izquierda antes de su primer contacto con Chile”, dice Morozov. “Él tenía una consultora, trabaja con empresas internacionales. Entonces un proyecto político alternativo, el de Salvador de Allende, Unidad Popular, creó condiciones en las cuales una persona neutral como Stafford Beer se radicalizó. El problema de hoy no es la ausencia de figuras como él, sino la ausencia de gobiernos con proyectos económicos alternativos. No tenía una posición fija en el mundo académico; nunca logró terminar sus estudios universitarios, por ejemplo. Sus perspectivas son muy diferentes a las de socialistas clásicos: Beer no quería planificar, sino gestionar, es decir, aceptar la complejidad creciente de la sociedad”.

Su trabajo en CyberSyn dejó una huella en la forma de pensar la relación entre técnica y política. “A los Stafford Beer de hoy los descubrimos quince años después, porque trabajan en secreto”, explica. “¿Qué es la transformación digital y qué queremos transformar? Ese debate no existe. El problema es que los gobiernos que dicen oponerse a la lógica neoliberal han ignorado al mundo tecnológico, no tienen una mirada estratégica y no entienden que la soberanía económica es imposible sin la soberanía tecnológica”, agrega. El gobierno de Allende, en cambio, tuvo un proyecto. “Los resultados son simbólicos. Es la contestación al poder de las empresas tecnológicas que normalmente prefieren soluciones comerciales. Entonces en vez de utilizar un sistema hecho en IBM o ITT, ellos analizaron las necesidades locales y produjeron algo local. Sobre todo para evitar la dependencia tecnológica”.

Salvador Allende (Foto: AFP)
Salvador Allende (Foto: AFP)

Evgeny Morozov nació en 1984 en una ciudad minera: Soligorsk, Bielorrusia, cuando era una República Socialista Soviética. Vivió cuatro años en comunismo, la mayor parte durante la perestroika. A los 17 recibió una beca y se fue a Bulgaria a estudiar Economía, luego se fue a Berlín a trabajar en una ONG de activismo digital. “Ahí desarrollé mi perspectiva crítica sobre la capacidad de los movimientos sociales, en el espacio digital, frente a los gobiernos autoritarios”. Fueron varios años de escribir artículos, ensayos, en el medio obtuvo una beca para estudiar en Nueva York, donde trabajó en una fundación, hasta que finalmente logró publicar su primer libro, El desengaño de Internet. Los mitos de la libertad en la red, en 2011, cuya traducción al español fue al año siguiente.

En ese libro afirmaba que internet no es “el libertador definitivo” ni “el opresor definitivo”, sin embargo “otorga poder a los fuertes y despoja de poder a los débiles”, y que “no se [la] puede colocar en el corazón de la empresa como promotora de la democracia sin poner en peligro el éxito de dicha empresa”. Dos años después, llegó el segundo: La locura del solucionismo tecnológico. Allí sentencia que “no todo ha cambiado: tal como sucede hoy en día, el sistema aún necesita a los imperfectos humanos para generar los clics que les succionarán los billetes a los anunciantes”. Luego hizo un doctorado en Harvard sobre historia de la ciencia, y publicó dos libros más: Capitalismo Big Tech: ¿Welfare o neofeudalismo digital? y La libertad como servicio: el nuevo feudalismo digital y el futuro de la ciudad.

Representación digital de la Opsroom
Representación digital de la Opsroom CyberSyn (Foto: Wikipedia)

Ahora, en esta entrevista con Infobae Cultura, dice: “En los noventa se hablaba de internet de una forma muy utópica, pero no se lograba entender su corporatización: empresas multinacionales, agencias de seguridad, de inteligencia. En los años 2000 el consenso fue que los gobiernos autoritarios no eran capaces de controlar este espacio. Entonces los activistas digitales y los movimientos sociales podrían utilizar estas plataformas para crear un mundo más democrático. Pero finalmente no pasó”. Y continúa: “¿Qué es internet hoy en día? Diez empresas multinacionales que venden publicidad. Y yo no creo que antes existiera una internet diferente. Hubo otros actores: Yahoo, AltaVista, por poner ejemplos. Pero sería mejor comenzar con una mirada informática del desarrollo”.

“Lo que necesitamos en Argentina, en Francia, en Alemania —dice Morozov— es crear infraestructuras tecnológicas para ayudar a la cultura, a la economía, a la sociedad. Algunas veces estas estructuras pueden tener un elemento global. Necesitamos una interconexión entre estructuras de otros países, sí, pero hay muchos aspectos que no lo necesitan. Ahora estoy acá, en este café, y no necesito una conexión con el servidor de Palo Alto si quiero saber dónde puedo comer una pizza en este barrio. No es que es necesario viajar por esta vía virtual, llegar a Palo Alto, recibir una respuesta, tomar una decisión. Podemos organizarlo de un modo diferente con fuentes de la información local y sin crear dependencias a las empresas multinacionales que hoy dominan este espacio”.

Salvador Allende en la presentación
Salvador Allende en la presentación de un programa educativo nacional, marzo de 1971 (Foto: Europa Press/Contacto/KEYSTONE Pictures USA)

El nudo que intenta desenredar este investigador es el de la dependencia: “Para llegar a este tipo de infraestructuras necesitamos entender por qué son esenciales para el desarrollo del país. Y esta lectura más geopolítica, más histórica, más social, no existe hoy entre los partidos de izquierda, progresistas, sindicatos, movimientos sociales: ellos aceptan en el mundo digital lo que no aceptan en el mundo político y económico. Ahora puede ser que con las plataformas de delivery y mensajería reconozcan que hay un problema de capitalismo y no solo un problema digital. Pero para todos los demás temas, para las fuerzas progresistas, no existe. Ellos piensan que es un debate sobre innovación y que la innovación tiene su propia dinámica, sus propios imperativos y tenemos que adaptarnos”.

“Por eso necesario crear esta conciencia”, insiste el escritor y autor del podcast The Santiago Boys que quizás, más temprano que tarde, esté disponible en un formato visual (“estoy hablando con gente del cine para ver qué podemos llegar a ser a nivel cinematográfico: tal vez una serie o una película”). Para Morozov, observando internet al detalle como un nuevo estadio en la larga historia tecnológica, “hay opciones diferentes”. “Podemos crear estructuras diferentes, como hicimos antes, en los años sesenta y setenta, como lo que se cuenta en este podcast. En Chile, pero también en otras partes del mundo, se tomaron decisiones diferentes para defender su propia soberanía tecnológica. Es un requisito: sino la soberanía económica o política son imposibles”, concluye.

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