Tras su exitoso debut en el 37º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, donde obtuvo el Premio ASA al Mejor Sonido de película argentina en Competencia, la comedia surrealista Hace mucho que no duermo, dirigida por Agustín Godoy, se estrena en Argentina. La película muestra un universo donde los sueños y la realidad se entrelazan en una danza absurda, promete llevar a los espectadores por un fascinante viaje a través de una Buenos Aires tan icónica como interminable.
En un intrigante giro de los acontecimientos, una mochila pasa de mano en mano con destino incierto, desde intrépidos corredores hasta pasajeros de colectivos, motoqueros y automovilistas. Sin embargo, su curso cambia drásticamente cuando cae accidentalmente en las desatentas manos de un insomne, un individuo enigmático, ajeno a las dimensiones del tiempo y el espacio. Este hombre, que parece haber perdido todo color y vitalidad, se embarca en una huida con el misterioso tesoro a cuestas.
Los personajes de la película transmiten el amor a través de rimas y el destino parece trazarse con una combinación de cartas de tarot, cuarzos y mapas. Así como el insomne encuentra en la mochila un medio para sostener su vigilia y una razón para creer, la trama pasea a través de las calles sin fin de Buenos Aires, donde las cómicas persecuciones y enredos son la excusa perfecta quedar atrapado en esta narración.
A veces, la realización de películas puede convertirse en un proceso arduo y desafiante. En el caso de Hace mucho..., Agustín Godoy y su equipo buscaban un retorno a la esencia del cine como fuente de placer y diversión. Durante cuatro años, incluso atravesando la pandemia, se embarcaron en una creación artesanal. Más de 50 jornadas de rodaje, en innumerables locaciones a lo largo de Buenos Aires, los llevaron a vivir en una suerte de paralelismo con los personajes de la trama, en la búsqueda del absurdo que caracteriza la vida en esta ciudad tan particular. El resultado es una vertiginosa comedia de persecuciones que, hasta el día de hoy, continúa siendo un deleite para el equipo de producción. Ahora, con entusiasmo y gratitud, pueden compartir esta obra con el público de la ciudad que tan fielmente retrata.
Infobae Cultura conversó con el director acerca de las motivaciones que lo llevaron a realizar esta película tan particular.
—¿Cómo nace esta película tan arriesgada?
—Fue bastante impulsivo, tenía ganas de hacer una película sobre la Ciudad de Buenos Aires. Arranqué en 2018, fue muy rápido pasar de la escritura a filmar, después el proceso fue muy largo, estuvimos cuatro años haciéndola y un año más de postproducción. Principalmente, teníamos ganas de hacer una película que disfrutemos filmarla, siempre escuchas anécdotas de directores que sufren mucho y se estresan pensando en el resultado. Nosotros hicimos la película creyendo mucho en el proceso. Salió un poco loca, pero lo lindo es que sentimos, ahora que la mostramos, que hay algo de ese amor y esa pasión con la que la hicimos que se ve reflejado en el material.
—¿Qué tuviste en cuenta en la génesis del guión?
—Quería encontrar un tono propio, fue un impulso de ponerme a escribir un poco con el ritmo que tengo en mi cabeza, con mi música. Ahí surgió la idea de escribir parte de los diálogos en rima, venía de estudiar mucho Shakespeare en Inglaterra y algo de eso me quedó resonando. Después todo fue bastante impulsivo, no me lo pregunté tanto, fui adaptándolo a medida que filmamos. Tuvimos muchas etapas de reescritura. El final que teníamos en 2018 no es el que quedó en la última versión. Nosotros trabajamos de una manera muy colaborativa, entonces cada miembro del equipo pudo proponer su punto de vista.
—¿Cómo construiste este equipo que te acompañó en un proyecto tan personal?
—Es un equipo con el que venimos trabajando hace un largo tiempo. Somos parte de la productora Gentil Cine y desde ahí, ya veníamos haciendo cosas. Lo impresionante fue que todos querían sumarse, en especial los actores. Es normal que se sumen al principio o durante un tiempo, pero nosotros sostuvimos este equipo durante cuatro años con la pandemia de por medio. Lo que más me alegra de estos proyectos es que la gente haya querido seguir participando por tanto tiempo de manera generosa a algo tan disparatado. La pasamos tan bien haciéndola que todo el mundo quería venir. Empezamos a filmar en 2018 hasta el cierre en 2020 y recién pudimos retomar en marzo de 2021.
—¿Cómo pudieron desarrollar la trama con escasa información de contexto y diálogos?
—Al principio, pensé en hacer una película muda, pero me di cuenta de que no iba a tener mucho sentido. Hay una intención de no dar toda la información y de jugar con el misterio, como la idea de la caja, adentro puede haber cualquier cosa y uno le puede dar el significado que quiere. También fue un poco copiando la estructura de El Halcón Maltés, es un poco lo mismo. El halcón es muy valioso, ya que hay tres bandas que lo quieren y lo persiguen por todos lados, pero nunca sabemos por qué son tan valiosos. El valor se lo da el hecho que lo persigan.
—¿Cómo fue filmar las escenas de persecución de una manera independiente, en la pospandemia?
—Fue muy divertido, exigió mucho esfuerzo físico de los actores, ya que no hay magia en eso. Por otra parte, muchas personas no entendían que estábamos filmando una película y se preocupaban, porque éramos un equipo muy pequeño y no se notaba que se trataba de una grabación. Vivimos con mucha alegría poder volver a filmar. Además, la película trata de eso, de volver a habitar la calle y el espacio público, de correr por donde no se debe. La pandemia nos hizo resignificar mucho de lo que estábamos haciendo. Sentimos que había algo que había cambiado en la ciudad, como que se había vuelto más colaborativa. Además, cuando cerró todo por la pandemia, a los que hacemos cine se nos puso en un lugar muy raro, porque solo podían salir los esenciales y te hacía sentir cómo que eras algo que sobraba o no era necesario. Fue muy loco porque no éramos esenciales, pero en la pandemia al estar todo el mundo encerrado lo único que se podía hacer era ver cine o series, entonces era bastante importante el trabajo que hacía la comunidad audiovisual.