El filósofo italiano Gianni Vattimo padre de la teoría “pensamiento débil” y de gran parte del análisis de la posmodernidad, murió a los 87 años en el hospital de Rivoli, Turín, donde permanecía internado en estado grave desde mediados de agosto. Vattimo construyó sobre las cenizas del pensamiento de Friedrich Nietzsche un complejo sistema filosófico capaz de dar sentido a la descomposición surgida en el periodo posterior a Heidegger, su otro gran referente.
Vattimo, además, fue miembro del Parlamento Europeo y militante de izquierda. Contribuyó activamente a la política italiana y europea. También fue un gran divulgador de la filosofía a través programas de televisión para la televisión pública italiana, la RAI y trabajó como columnista para los diarios La Stampa y La Repubblica y para el semanario L’Espresso.
Quién fue Gianni Vattimo
Gianni Vattimo nació en Turín el 4 de enero de 1936. Su obra es conocida internacionalmente por haber desarrollado el concepto de “pensamiento débil”, una crítica a la metafísica tradicional. Fue discípulo de Hans-Georg Gadamer y en 1964 empezó la docencia de estética en la Facultad de Filosofía y Letras de Turín, de la que fue su decano.
Después de dedicarse a la investigación de la estética antigua (Il conceto di fare in Aristotele, 1961) y al estudio del significado filosófico de la poesía novecentista de vanguardia (Poesia e ontologia, 1967), se ha centrado especialmente en la filosofía alemana moderna y contemporánea: Schleiermacher (Schleiermacher, filosofo dell´interpretazione, 1968); Heidegger (Essere, storia e linguaggio in Heidegger, 1963 y (Introduzione a Heidegger, 1971); Nietzsche (Il soggetto e la maschera, 1974 y Introduzione a Nietzsche, 1985).
Alumno y discípulo de Gadamer, fue traductor al italiano de las principales obras de Heidegger. Pero, sobre todo, el horizonte de su reflexión giró en torno a las filosofías de Nietzsche y Heidegger, que para él constituían los cimientos de toda la filosofía en el futuro. A partir de estos autores construyó lo que él llamaba las filosofías de la “diferencia” basadas en la fragmentación y la multiplicidad, nociones que se oponían, en todo y por todo, a la visión “dialéctica” como visión globalizadora basada en Hegel y Marx. A esto se le llamó también “pensamiento débil” o “condición post-moderna” y se define como un toma de distancia respecto a los ideales básicos de la modernidad: progreso, vanguardia, crítica, superación. Y, por tanto, la crisis de la modernidad afecta por completo a todos los valores estéticos, culturales y sociales. Esa era su mirada.
El pensador marcó la escena filosófica del siglo XX con varias obras importantes. En El fin de la modernidad, publicado en 1985, examina la superación de la racionalidad moderna y la aparición de la posmodernidad. En Más allá de la interpretación, de 1995 profundiza en la idea del pensamiento débil y se focaliza en el papel central de la interpretación en la filosofía contemporánea. En su obra están muy presentes temas como la religión y la fe, como en Creer que se cree, donde propone un “cristianismo débil” para la era posmoderna. En Después del cristianismo, por ejemplo, ahonda en la relación entre posmodernidad y religión, y analiza las transformaciones de la fe en el contexto actual. Le encantaba repetir la frase “la religión es un empujón para luchar contra la injusticia”.