El mundo del arte y la cultura está de luto por la muerte del artista colombiano Fernando Botero, quien falleció a los 91 años en su residencia en el principado de Mónaco. La noticia inicialmente reportada por W Radio de Colombia fue confirmada por fuentes cercanas al artista. El pintor nacido en Medellín el 19 de abril de 1932 sufría complicaciones de salud desde hace varios días, y aunque fue internado en un centro médico por una neumonía, él mismo pidió luego ser trasladado a su hogar para afrontar las dolencias.
El deceso del maestro antioqueño (nació en Medellín, capital de Antioquia, en 1932), se dio tan solo cuatro meses después de que su esposa, la artista griega Sophia Vari, falleciera por complicaciones asociadas al cáncer, el pasado 5 de mayo. La hija del artista colombiano aseguró que la partida de su amada Sofía fue uno de los desencadenantes del deterioro de su estado de salud. “La partida de Sophia deterioró mucho su salud. Mi papá ya llevaba muchos años con un parkinson terrible, pero hasta el último día de su vida continuó pintando”, afirmó Botero Zea a W Radio. La también curadora adelantó que los restos de su padre descansarán junto a los de su esposa.
Quién era Fernando Botero
Fernando Botero es uno de los artistas más influyentes y admirados de América Latina desde hace varias décadas y también una de las figuras que llevó el arte del continente a la gran escena artística internacional. Sus pinturas y sus monumentales esculturas se exhiben en importantes capitales de todo el mundo, ya sea en museos o en el espacio público, como su Torso masculino emplazado a metros de la avenida Libertador en Buenos Aires, su icónica Gertrudis que atrae la mirada de los turistas en el casco histórico de Cartagena o sus estatuas de Adán y Eva que engalanan una tienda de Nueva York.
El artista colombiano ha abordado en muchos de sus trabajos la cotidianidad y la cultura latinoamericana, con sátiras de la sociedad y la política. El impacto de su muerte ha conmovido a su país y también dejó repercusiones en las esferas de poder. El presidente Gustavo Petro manifestó en sus redes sociales: “Ha muerto Fernando Botero, el pintor de nuestras tradiciones y defectos, el pintor de nuestras virtudes. El pintor de nuestra violencia y de la paz. De la paloma mil veces desechada y mil veces puesta en su trono”, en alusión a la paloma que se exhibe en la Casa Nariño (sede presidencial) y que el artista regaló para conmemorar el acuerdo con las FARC de 2016.
El expresidente Juan Manuel Santos, quien había encabezado el acuerdo de paz, también lo despidió con estas palabras: “Lamentamos profundamente la partida de Fernando Botero, uno de los más grandes artistas de Colombia y del mundo. Siempre generoso con su país, un gran amigo, y apasionado constructor de paz. Nuestras más sinceras condolencias a toda su familia”. En tanto que el también antioqueño Álvaro Uribe lo recordó este viernes en sus redes como “un grande”, que “dio buen nombre a la patria, enalteció la cultura. Gracias Maestro Botero”.
A lo largo de su carrera, Botero forjó un estilo único que se caracterizaba por representar figuras y objetos de manera exageradamente redondeada y voluminosa, lo que le confería a su obra una identidad artística inconfundible. El antioqueño atrajo multitudes a los museos con exposiciones que han sido visitadas por cientos de miles de personas, tanto en América Latina como en Europa. Muchas de sus piezas fueron adquiridas por coleccionistas a precios millonarios, como su escultura Hombre a caballo, que se vendió el año pasado por 4.3 millones de dólares en una subasta de la casa Christie’s en Nueva York.
El legado de Botero seguramente siga siendo una fuente de inspiración y admiración en el mundo del arte. Su contribución al arte contemporáneo y su habilidad para capturar la esencia humana se han capitalizado de diversos modos. En su ciudad natal, un parque enorme con sus esculturas inmortaliza el genio creativo del artista, en tanto que en Bogotá el Museo Botero exhibe su colección de obras de arte, tanto propias como ajenas.
Comenzó a desarrollar sus habilidades artísticas desde muy joven cuando estudiaba en un colegio jesuita y luego se trasladó a Bogotá, donde se impregnó de los debates estéticos y políticos de la época, juntándose con artistas e intelectuales de la vanguardia colombiana. Tiempo después viajó a Europa para continuar su formación artística en Madrid, aunque luego pasó por México y por Nueva York. En la década de los 60 empezó a mostrar su característico estilo figurativo en los Estados Unidos, donde despertó su fama. En cada lugar donde vivió, aprendió algo distinto que terminó aplicando a sus obras.