El viaje de Darío Villarroel para convertirse en “El hombre más fuerte del mundo”

En una entrevista con Infobae Cultura, Fernando Arditi compartió su experiencia en la realización de la película, destacando la importancia de la empatía y la sensibilidad al narrar la historia del protagonista. Además, reflexionó sobre el estado actual del cine documental

Trailer de "El hombre más fuerte del mundo", de Fernando Arditi

Tras su destacada presentación en el 24º BAFICI, el documental El hombre más fuerte del mundo, dirigido por Fernando Arditi, se prepara para su estreno a nivel nacional en Argentina. La película sigue la asombrosa vida de Darío Villarroel, un jujeño de 1,24 metros de altura que, a pesar de los obstáculos, se convierte en una inspiración para todos como fisicoculturista.

Su historia es un viaje de pasión, perseverancia y una meticulosa preparación. Después de enfrentar un pasado tormentoso como miembro de la selección Argentina de pesas paralímpicas, Darío se embarca en una carrera vertiginosa, viajando por toda Latinoamérica en busca de su sueño de convertirse en campeón mundial de fisicoculturismo.

Darío Villarroel, un fisicoculturista jujeño de 1,24 metros de altura, es el protagonista de este emocionante documental

Este hombre de 43 años, nacido en Palpalá, Jujuy, aprendió a enfrentar los desafíos desde su nacimiento debido a su diagnóstico de acondroplasia, una enfermedad que lo dejó con una estatura muy baja. A lo largo de su vida, luchó contra el acoso escolar y encontró su pasión por el entrenamiento en el gimnasio durante una sesión de rehabilitación. Desde ese momento, se dedicó incansablemente a su entrenamiento y finalmente se convirtió en el hombre más fuerte del mundo. Logró levantar cuatro veces su propio peso. Su impresionante logro fue aclamado por un auditorio repleto en Mar del Plata, donde recibió una ovación de pie.

El documental es más que un registro visual de la transformación física de Villarroel; es un acto de esperanza y una invitación a creer en uno mismo. El director, al narrar la historia de Darío, nos muestra un retrato lleno de empatía y sensibilidad, evitando caer en el morbo o la condescendencia. Revela la verdadera esencia del protagonista, un ejemplo de superación personal que motiva a las personas a perseguir sus sueños, sin importar los desafíos que puedan surgir en el camino. A través de la voz en off de Villarroel, la película nos sumerge en su viaje personal, destacando su serenidad, simplicidad y determinación, cualidades que reflejan su extraordinaria personalidad y capacidad para superar adversidades con gracia y resiliencia.

Darío Villarroel levantó 4 veces su propio peso

Infobae Cultura entrevistó al director que comparte su experiencia en la realización de la película, destacando la importancia de la empatía y la sensibilidad al narrar la historia de Darío. Además, reflexiona sobre el estado actual del cine documental y su flexibilidad como medio de expresión personal.

—¿Cuándo arranca tu relación con Dario y la idea de hacer la película?

—No lo conocía antes de filmarlo. Venía con la idea de hacer una película fuera de Buenos Aires y uno de los lugares que más me gustaba era Jujuy. Entonces, me puse como ejercicio buscar historias en diarios locales y me encontré con una nota sobre los personajes del año y Darío estaba entre ellos. Allí, contaba que estaba empezando como fisicoculturista. Lo investigué, escribí una página contando lo que quería hacer y lo contacté. La primera vez que le escribí, me dijo que estaba esperando ese mensaje de toda su vida y me quedé sin palabras. Después, me respondió: “esperá que me pego una ducha y te llamo”. Me sorprendió porque si bien estaba esperando ese llamado, nada lo sacó de su rutina. Me fui a la semana a la casa y empezamos. Siempre le aclaré que los documentales generalmente son producto de un vínculo, por ende al principio nos teníamos que conocer. De cualquier manera, en los primeros encuentros llevé la cámara y surgieron escenas como la de su cumpleaños, por ejemplo. Si bien él accedió de una, los mecanismos de cómo contamos esta historia todavía no estaban definidos.

Fernando Arditi evita caer en la parodia o la lástima al narrar la historia de Darío, ofreciendo una mirada llena de empatía y sensibilidad

—¿Cómo fueron esos primeros encuentros?

—Si bien él había salido en algunos medios, su historia era bastante desconocida para el público en general. Me parecía que era un personaje con un potencial popular muy grande y con una historia muy pesada, entonces estaba bueno que la película reflejara un poco su punto de vista. Le consulté quién creía que tendría que contar la historia de su vida y me nombró las personas que terminamos usando. En las primeras charlas, me di cuenta de que dos de estas personas veían una relación de causa y efecto entre varios sucesos de la vida de él y eso facilitó mucho la estructura. También era curioso como ellos mismos se estructuraban el recuerdo de lo que había pasado.

—¿Qué herramientas tuviste en cuenta para no caer en la parodia o en la lástima?

—En plena pandemia le mostré algunos fragmentos de la película al realizador Néstor Frenkel, que tiene una larga trayectoria con documentales, y me planteó algo parecido: la película corría el riesgo de caer en el homenaje o en el freak show. De todos modos, siempre confié en lo que estábamos haciendo, ya que sabía que el personaje tenía mucho corazón y lo que me interesaba era analizar conductas humanas. Quería invertir los roles establecidos. En la mitología, las personas de talla baja son grotescas, pero en la película Darío es el héroe y lo monstruoso es el mundo que lo rodea. Además, me parecía que el humor era interesante mantenerlo y tratar de manejarlo con responsabilidad, pero mantenerlo porque él se expresa con humor todo el tiempo, es uno de sus escudos y a la vez, es su manera de expresarse más genuina. Después, no quería tampoco caer en la solemnidad, ni simplemente quedar en el mensaje de superación. Pero, si nosotros no hacíamos tanto énfasis en eso y le dejábamos a Darío decir lo que dice y hacer lo que hace, la película lo iba a expresar e iba a ser fiel al personaje.

Darío Villarroel pude ver por primera vez la película en la última edición del BAFICI

—¿Qué respuestas tuvieron del público durante las proyecciones en festivales?

—Todas las presentaciones tuvieron un nivel de amorosidad y emoción muy lindo. La primera función fue en el Cine Lorca durante el BAFICI pasado y todos terminaron arengando “Dale campeón, dale campeón”, fue una cosa de locos. Encima pudo estar Darío y la gente quería conocerlo y no se iban de la sala. Fue precioso. Las que siguieron también el público estuvo muy afectuoso. Además, tuvimos mucho rebote en la prensa y en general con críticas también muy positivas.

—¿Qué le ocurrió a él cuando la vio por primera vez?

—Estaba muy ansioso porque le mostraba muy poco. Sabía más o menos qué era lo que íbamos a hacer y se fue dando cuenta rápidamente del tono. La primera vez que la vio fue muy fuerte, estaba solo y no tuvo tiempo de procesar la película cuando terminó, ya que el público se le acercaba, quería saludarlo, charlar con él. Quedó muy contento y la milita mucho, es el primero en compartir cuando hay alguna fecha o sale alguna nota.

El cineasta Fernando Arditi siguió la vida de Darío durante los últimos años

—Este no es tu primer documental, ¿qué elementos atractivos le encontrás a este género a la hora de contar una historia?

—Me parece que el documental es una de las bases del cine y siempre se vuelve a las bases en algún momento. Ahora la ficción busca parecerse más de alguna al documental para romper el género. Lo primero y más importante es que es un cine posible. Los que nos tomamos al cine como un medio de expresión personal, ahí tenés un cine absolutamente posible de producir, realizar y costear. También tiene un alto grado de experimentación. Las posibilidades de exploración que tiene y la elasticidad que te da el documental, no te lo da tanto la ficción, hasta por el nivel de inversión que necesitas para la ficción, que te obligan a encorsetar en algún tipo de producto que sea digerible para alguien por lo menos. Creo que lo que tenemos que intentar siempre es construir audiencia, respetarla y seguir defendiendo nuestros nichos, por más chicos que sean, eso es lo que nos va a mantener vivos. Es el cine más estimulante para hacer y para ver, pero el que menos lugares encuentra para ser proyectado.

*”El hombre más fuerte del mundo” tendrá su preestreno el martes 12 de septiembre en el ciclo de cine de “La Nave de los Sueños” que se realiza en el Auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502, CABA) con entrada libre y gratuita y se estrenará el jueves 14 de septiembre en el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635, CABA).