El microscopio del cirujano Ignacio Pirovano, el proyector del pediatra Juan Pedro Garrahan y el primer libro de ingresos de 1881 –que permite investigar desde la historia de las enfermedades hasta la evolución del concepto de identidad nacional–, son algunas de las reliquias que pueden encontrarse en el Museo del Hospital de Clínicas, que abrió sus puertas recientemente.
Donato Lomando, de nacionalidad italiana, ingresó al hospital en abril de 1882; era soltero, tenía 28 años, su profesión era jornalero, su color de piel blanca y fue asistido por presentar síntomas de “nostalgia”. ”Esa historia nos llamó la atención pero en cada renglón de este libro de ingresos hay información muy valiosa que nos permitiría abrir investigaciones históricas o sociológicas”, dijo Silvana Benítez, jefa de Biblioteca del Hospital de Clínicas y una de las responsables del flamante museo. Al cuadro clínico de Lomando “hoy se lo definiría como depresión seguramente; y uno puede imaginarse a ese muchacho recién llegado que estaba extrañando su tierra, su familia, el idioma”, añadió.
Entre el registro de pacientes que fueron personalidades reconocidas está el diagnóstico de cáncer de próstata avanzado del famoso escritor Horacio Quiroga, quien luego de conocer que su enfermedad era intratable decidió suicidarse tomando cianuro. Pero más allá de las historias personales, el libro es un documento valioso que permite pensar investigaciones a futuro sobre decenas de temas. A simple vista pueden observarse en la columna de la “profesión” oficios que ya no existen, como el de colchonero, o la importancia que le daban al color de la piel (había tres categorías que eran blanco, pardo o amarillo).
”En la columna de nacionalidad la mayoría eran de otros países (Italia, España o Francia), lo que da cuenta de la gran inmigración de esa época, y un dato curioso es que a quienes pertenecían a pueblos originarios no los anotaban como argentinos sino como indígenas”, señaló Benítez. Pero el documento también es valioso para rastrear la historia sanitaria de la ciudad de Buenos Aires y ver qué enfermedades eran prevalentes y la gravedad de los casos o las epidemias. Por ejemplo, en estos primeros años se ve mucha sífilis.
Otro de los libros recuperados en el armado del museo fue uno de estadísticas de 1890. ”En este libro hay pocos datos; sin embargo, pudimos rastrear que durante las jornadas de lo que se denominó la Revolución del Parque (el alzamiento liderado por Leandro Alem contra el entonces presidente Juárez Celman) ingresaron al hospital 78 personas por heridas de bala, tanto civiles como militares y vigilantes”, relató el médico toxicólogo Eduardo Scarlato, director del museo. Y describió que “eso nos motivó a hacer un trabajo que presentamos en unas Jornadas de Historia de la Medicina que se realizaron en el Hospital Rivadavia”.
Pero en el Museo del Hospital de Clínicas, ubicado en un bello salón restaurado lindante con la biblioteca en el primer piso del centro de salud, no sólo están los libros: hay un sinfín de objetos ordenados y clasificados según el período, el área o el interés. ”Hay algunos que son valiosos en sí y otros por su historia. Muchos de ellos dan cuenta de que todos los grandes profesionales que dio la Argentina en esos años, que hoy son nombres de un montón de calles, se formaron en el Hospital de Clínicas”, indicó Scarlato.
Dentro de los objetos que llaman la atención hay dos sillas de ruedas de finales del siglo XIX o comienzos del XX construidas en madera con los apoyapiés de esterillas y una cámara fotográfica fabricada por los hermanos Lumière, creadores del cine. También hay un rincón de oficios que se desarrollaban en el hospital por fuera de la medicina pero que hacían a su funcionamiento, como una máquina de coser, con la que se confeccionaban los delantales y las cofias, y una cardadora, que es un aparato que permitía trabajar con la lana de los colchones.
En cuanto a los objetos que pertenecieron a médicos destacados la lista es abundante y va desde la camilla del doctor Mariano Castex hasta un microscopio que compró Ignacio Pirovano en Francia en 1873, pasando por el proyector de transparencias (antecesor del de diapositivas) con el que Juan Pedro Garrahan daba sus clases de pediatría y la foto de la primera operación de un aneurisma de aorta femoral hecha por Pirovano, ayudado por Juan Bautista Justo. ”También está el instrumental que utilizó el cirujano Pedro Chutró en el hospital de campaña argentino que montó en Francia durante la primera guerra mundial”, señaló Scarlato.
Antes de que se armara el museo, muchas de estas reliquias se encontraban en el depósito del centro de salud. ”Hace mucho que se viene pensando en recuperar todo este material; pero fue recién hace un año que gracias al impulso de la Asociación Médica del Hospital de Clínicas –presidida por Luis Sarotto– y a la dirección del hospital –a cargo de Marcelo Melo– se avanzó y hoy contamos con el Museo abierto”, reconoció el toxicólogo. Tras haberse jubilado después de haber sido jefe de Toxicología del Clínicas durante años, Scarlato fue convocado para el proyecto que lleva adelante junto a Benítez. ”Esperamos que el museo sea visitado por toda la comunidad del Clínicas para que conozcan su historia, pero también por la comunidad en general; por escuelas, facultades o cualquier persona”, sostuvo Benítez. Tanto la bibliotecaria como Scarlato señalaron que el espacio se encuentra abierto a grupos de investigación de las ciencias sociales que quieran utilizar el material como fuente.
*El Museo del Hospital de Clínicas puede ser visitado por el público en general los martes, miércoles y jueves de 9 a 12 y cuenta con visitas guiadas los martes; se ingresa por el acceso de avenida Córdoba 2351.
Fuente: Télam S. E.