Con fotoperformances de esculturas blandas y efímeras puestas sobre extensas telas verdes, la artista multidisciplinar nacida en Uruguay Ariadna Pastorini, quien es parte de la llamada generación de los 90 y la emergencia cultural posdictadura, presenta la muestra instalativa Mutaciones sobre verde como parte del proyecto “Shapesshifters. Mutaciones”, en la Colección Amalita de Puerto Madero.
En “Mutaciones sobre verde”, la artista presenta fotoperformances de su proyecto más amplio que viene desarrollando desde hace un par de años a partir de la convocatoria a 35 personalidades del arte a los que vistió con diversas texturas de telas y registró fotográficamente en distintas poses.
Pero Pastorini no sólo presenta imágenes detenidas como instantánea de una escultura en el espacio bidimensionalizada, sino también un panel referencial de fotos donde se esbozan los rostros de aquellos que prestaron sus cuerpos a la experiencia como los artistas Daniel Joglar, Adriana Bustos, Carolina Antoniadis, Victoria Yoguel o Ama Amoedo, entre otros, y un video que rescata esos momentos de la creación poética y la música como acompañamiento.
Creadora de “performances de encierro”, cuando la pandemia suspendió el mundo en 2020 y los cuerpos buscaron otros modos de manifestarse, la artista propone en esta oportunidad una continuidad de su trabajo de experimentación en este proyecto “Shapeshifters. Mutaciones” (2021-2022), sobre el que presentará en octubre un libro homónimo con una selección de entre más de 1000 registros fotográficos de esas por menos 200 fotos por cada performer, en el marco de la exposición que podrá visitarse del 31 de agosto a diciembre y tiene la curaduría de Laura Casanovas.
Pastorini (Uruguay, 1965) es egresada de la Prilidiano Pueyrredón, vivió en Alemania del 2001 al 2007, donde se interesó por el video y la edición de modo autodidacta. Como artista multidisciplinaria combina el arte textil con la performance como algo indisociable, creando esculturas blandas, también video, y su trabajo está íntimamente relacionado con la moda y el diseño.
Si bien es situada históricamente como parte de esa emergencia cultural de los 90 con el Centro Cultural Rojas de la UBA, creado en 1984, como eje, Pastorini señala que ella ya venía trabajando previamente a este gran evento socializador de la escena artística. Además apunta que el trabajo con las telas tiene como correlato su primera muestra individual en el Rojas, en 1991, “con los peluches, los primeros que se vendían de tres colores”, una materialidad que es tomada por nuevas generaciones.
Reconoce que empezó previo a los 90, pero tiene que ver con una manera de trabajar, de encontrarse con otros artistas. “Siempre digo que no éramos un grupo, nos juntó Gumier (en alusión a Jorge Gumier Maier). Él vio esa movida de gente trabajando, tratando de crear nuevas maneras, con nuevos materiales y le fascinó eso y nos dio un lugar, una oportunidad”, y agrega: “Nosotros éramos experimentadores, y esa era nuestra diferencia con otros artistas”.
Su práctica artística y búsqueda toma al cuerpo como objeto, algo en lo que viene trabajando desde 1982 en adelante: “el cuerpo me parece un elemento al que recurrí como a ese objeto que siempre representa todo, el tiempo, lo efímero, la vida, la muerte”, explica la artista refiriéndose al cuerpo humano. Y si bien tiene pinturas que realizó estando en Alemania y no desestima volver a este tipo de trabajo, siempre se siente seducida por el volumen, aunque también por el tacto.
“El dar o tomar otra forma se encuentra en la génesis de la obra de Ariadna Pastorini permitiendo hablar de ´la mutación´ como principio a partir del cual tiene lugar la creación. En estás ´Mutaciones sobre verde´, el vínculo entre cuerpos y telas logra una obra superadora del binomio. Porqué ¿dónde comienza y termina el cuerpo humano que intuimos por debajo revelándose en algún caso mediante la aparición de una pierna, un brazo o una cabeza?”, invita Casanovas en su texto.
Tal vez, el atractivo esté en la aparente contradicción de un “acto performático” en tanto “arte vivo” y por tanto efímero que es documentado como base del proyecto en sí.
“Es un proyecto que empecé en 2021 y llegó hasta los primeros primeros meses del 2022, como una cosa performática, una especie de juego de pruebas de volumen y forma y también de reconocer movimientos y cosas de otros cuerpos, surgiendo estas esculturas efímeras que iba captando en las fotos”, relata Pastorini, formas capturadas al ritmo de la música, un elemento muy importante en su vida.
Durante la sesión de trabajo, donde las personas acudían a la cita, les daba las telas, y les pedía que bailaran mientras iba armando esa estructura corporal fusionada, con un fuerte componente de improvisación, porque no siempre sabía qué tipo de telas iba darle a sus invitados: “en realidad era una cosa muy improvisada, en algunos sabía más o menos que telas iba a utilizar, y siempre iba comprando nuevas y mezclándolas”.
El nombre del proyecto se refiere a la transformación, aunque esto se produzca por la intervención de la artista quien argumenta que “ellos prestaron su cuerpo para jugar”, y el resultado fue “una cosa autónoma a la persona”, por ello no pone el nombre de los participantes en las fotos que revela un pie o el gesto de una postura.
Y agrega: “en este proyecto estoy mostrando la punta de un iceberg porque es gigante, porque también les hice unos retratos”, dice esta incansable artista que va proyectando otras obras a medida mientras trabaja.
Además, las esculturas resultantes dependen de la plasticidad de los cuerpos convocados, algunos son performers, otros practicantes de yoga, como Elba Bairon, algo que podrá experimentarse en la programada performance que se realizará en el mes de octubre con invitados que lidiaran con “formas” escultóricas a partir de una propuesta.
Cada foto representa “esculturas efímeras más allá de la persona que está atrás”, define Pastorini a quien también le gusta “eso que sale de la disciplina ¿qué es foto, fotoperformance?”, aunque hayan dado una clave de lectura de la obra.
“La obra implica este proceso y el registro fotográfico de ese proceso creativo”, especifica la curadora sobre ese acto que invita a imaginar y para ello se vale de un vídeo y fotos sobre telones de tela verde dispuestas como murallas escultóricas.
La elección del verde va más allá de la croma utilizada como croma en video para hacer desaparecer el fondo de una imagen: “para mí significó una etapa de mi vida, donde ese color modificó mi living en pandemia. Puse una tela gigante verde, empecé a filmar para performance de encierro primero y después a sacar fotos”, y el verde quedó allí.
“Hice miles de proyectos y cosas con el fondo verde y para mí funciona como una cosa de época. Me marca esta etapa de mi vida, este trabajo que que tuvo más que ver con la performance, también en el sentido de que hice más cosas con otra gente, en colaboración, invitando a otros artistas, compartiendo con otros, y también cuando saqué esa tela fue como que me quedé ciega”, porque “cuando quedó todo azul -el color de las paredes de su casa- fue como un vacío, como que se había ido todo esto”.
La muestra que según la curadora sintetiza el trabajo con “el color, lo textil, la relación de lo textil y lo blando con el cuerpo, el movimiento, lo performático, la escultura efímera”, lo hace siempre “con una vuelta, porque nunca es que es lo mismo”, explica sobre el recorrido de Pastorini.
Ganadora del Premio Konex en arte textil en 2022, Ariadna Pastorini edita sus libros y exhibió en Alemania, Francia, Canadá, Estados Unidos, España Italia, Brasil y Argentina, y su obra forma parte de colecciones públicas y privadas de Argentina, Alemania y España.
Como antecedente del trabajo con otros están los eventos anuales Viva la muerte, día de todos los santos (1993-2000) que organizó al principio con Alfredo Londaibere y Sebastián Linero, y replicó en 2017, 2018 con una convocatoria a otros artistas.
Por otro lado, la Colección Amalita exhibe las 61 obras seleccionadas, entre 2.000 enviadas, para la tercera edición de la nueva etapa al Premio Fundación Amalia Lacroze de Fortabat 2023 que podrá visitarse hasta enero de 2024, mientras que el 20 de septiembre a las 19 se darán a conocer los ganadores.
El jurado está compuesto por la curadora María Teresa Constantin, Alejandra Aguado, el investigador Fernando Davis, Sebastián Vidal Mackinson y la artista Marcolina Dipierro. Entre las 43 obras de la categoría mayores están los nombres de Ivo Aichenbaum & Liv Schulman, Andrés Aizcovich, Diego Bianchi, Zoe Di Rienzo, Bruno Dubner, Kenny Lemes, Gustavo Marrone, Hernán Salamanco, Verónica Romano y Carola Zech, entre otros; mientras que son 18 a la de artistas menores de 35 años donde figuran Valentina Ansaldi, Lautaro Fernández, Julia Padilla, El Pelele y Mayra vom Brocke, por ejemplo.
* Mutaciones sobre verde se exhibe en Colección Amalita, Olga Cossettini 141 (Puerto Madero, C.A.B.A.), de jueves a domingos de 12 a 20 hs.
Fuente: Télam S.E.