Esta semana el Museo Británico estuvo en el ojo de la tormenta tras la renuncia de su director Hartwig Fischer, que confirmó irregularidades en la seguridad que permitió una seguidilla de robos y destrozos de importantes piezas. Ahora, el presidente de esta prestigiosa institución confirmó recientemente que más de 2000 piezas de arte han sido robadas de sus colecciones.
Hartwig Fischer, quien había estado al mando del Museo Británico desde 2016, sorprendió a la comunidad cultural al anunciar su dimisión. Su decisión llegó justo después de que salieran a la luz una serie de robos que habían ocurrido a lo largo de varios años en las extensas colecciones del museo. Esta revelación dejó en evidencia una falla significativa en los procedimientos de seguridad y la gestión interna.
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El exministro conservador George Osborne, actual presidente del museo, brindó más detalles sobre el alcance del robo en una entrevista con la radio BBC. Aunque admitió no tener un número exacto de piezas sustraídas, Osborne proporcionó una estimación preliminar de más de 2,000 objetos robados. Aclaró que esta cifra es provisional y podría cambiar a medida que se realice un inventario exhaustivo.
La magnitud de la desaparición es asombrosa: entre los objetos robados se encuentran pequeñas piezas que no habían sido expuestas al público, junto con artículos sin catalogar. La diversidad es igualmente sorprendente, ya que la joyería de oro, piedras semipreciosas y cristales desaparecidos provienen de colecciones que abarcan desde el siglo XV antes de la era cristiana hasta el XIX d.C. Este robo no solo representa una pérdida material, sino también un vacío en la narrativa histórica que estas piezas ayudaban a contar.
A pesar de la sombría noticia, hay un rayo de esperanza: el museo ya ha comenzado a recuperar algunas de las piezas robadas. Aunque el proceso de recuperación será arduo y complejo, esta primera señal de éxito proporciona cierta tranquilidad en medio de la conmoción. Sin embargo, la tarea de identificar y recuperar las piezas restantes es monumental, y es un recordatorio del valor incalculable del trabajo de conservación y protección de los tesoros culturales.
El Museo Británico, fundado en 1753, es conocido en todo el mundo por sus vastas y preciosas colecciones. Albergando tesoros históricos como la famosa Piedra de Rosetta y los Mármoles del Partenón, ha sido un faro de conocimiento y cultura durante siglos. Sin embargo, las revelaciones sobre los robos han causado un daño significativo a su reputación. George Osborne expresó su lamentación por el impacto negativo y admitió que podrían haberse tomado medidas adicionales para prevenir estos crímenes en el pasado.
El camino hacia la recuperación completa y la restauración de la confianza pública es largo y desafiante. El Museo Británico enfrenta la tarea de acelerar un proceso para establecer un inventario completo, mientras también aborda las fallas en sus protocolos de seguridad. La dimisión de Hartwig Fischer y la investigación en curso resaltan la necesidad de una revisión profunda de los procedimientos internos para prevenir futuros robos.
El Museo Británico, una institución icónica y venerable, se encuentra en un punto de inflexión histórico. La desaparición de más de 2000 piezas de arte de sus colecciones ha sacudido los cimientos de la institución y ha puesto en duda su capacidad para proteger y preservar el patrimonio cultural de la humanidad. A medida que el museo trabaja para recuperar las piezas robadas y reforzar sus protocolos de seguridad, queda por ver cómo se forjará su camino hacia la recuperación y la restauración de la confianza pública. Este evento trágico es un recordatorio de la importancia crítica de preservar y proteger el legado cultural de generaciones pasadas para las generaciones futuras.
Fuente: AFP
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