Leer a Borges es entrenar la imaginación

Infobae Cultura reproduce el discurso que pronunció el director de “BorgesPalooza” en El Cultural San Martín, durante la apertura de una nueva edición del Festival que se desarrolla hasta el sábado

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Daniel Mecca, director del Festival "BorgesPalooza" (Foto: Mariana Fernández
Daniel Mecca, director del Festival "BorgesPalooza" (Foto: Mariana Fernández

¿Cómo spoiler a Borges? En una clase sobre “La Biblioteca de Babel”, aquel cuento publicado a principios de los años cuarenta, hice el desafío a los alumnos a spoiler este cuento: no hubo modo, claro. ¿Cómo spoiler “La Biblioteca de Babel”? Si es de aquellos cuentos donde el elemento narrativo es un gesto desintegrado, fragmentario, como aquellas ruinas que circulan en sus cuentos (“oh, tiempo, tus pirámides”, leemos justamente en este texto para indicar la potencia de la parte por el todo, el Borges sinecdoquiano).

Es que la literatura de Borges tiene el oficio de lo fragmentario, del concepto, de la idea, de tiempos doblándose en mundos probables e improbables.

Basta ver por ejemplo otros dos hits borgeanos: por un lado el cuento “El jardín de senderos que se bifurcan”, también de los cuarenta, donde, en medio del estrépito y el horror de la Primera Guerra Mundial, se nos juega la idea los universos paralelos o multiversos.

En criollo: la teoría de los multiversos plantea la posibilidad de infinitos universos simultáneos. Esto proviene de la física cuántica. Dentro de las leyes de la mecánica clásica -gracias, Newton- se puede medir un valor único (por ejemplo la trayectoria de una pelota de fútbol, digamos la de la Copa del Mundo que ganamos en Qatar), pero en las partículas cuánticas es diferente: en lugar de tener una posición definida de la partícula en forma perfecta, se tiene una distribución de probabilidades ya que éstas pueden estar en todos los lugares a la vez. En otras palabras, cuando se hace la medición de las partículas microscópicas sólo se obtiene uno de todos esos estados posibles, pero las otras posibilidades que “se descartaron” están ocurriendo en realidad en universos paralelos.

Apertura del festival "BorgesPalooza" (Foto: Mariana Fernández)
Apertura del festival "BorgesPalooza" (Foto: Mariana Fernández)

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Ustedes dirán: ¿pero qué tienen que ver, Mecca, los universos paralelos o la nerdeada de las partículas cuánticas con este festival, el BorgesPalooza, que propone un Borges pop, rockero, desacomodándolo de esa icónica imagen del Borges consagrado del bastón y la mirada curva, desviada en el aire, inmortal?

Lo tiene que ver todo: ya en los años cuarenta del siglo XX Borges abordaba estos temas que vemos en series contemporáneas como la genial Rick and Morty, o la definición de la subjetividad del tiempo (del cuento “El milagro secreto”) que encontramos, por caso, en películas flasheras como Interstellar (cuánto más se acerca un observador a una gran masa curva de espacio-tiempo más lento pasa el tiempo). Y, si seguimos con el cine, es inevitable referir a Mick Jagger, en la película Performance de 1970, leyendo fragmentos del cuento “El Sur”. Sí: Mick Jagger, sexo, drogas, rock and roll, Swinging London… y Borges. (Esto le daría sentido al pensamiento de “¿pero qué te fumaste, Georgie?” ante sus cuentos).

Y eso que ni nos referimos a textos como “Pierre Menard, autor del Quijote”, de 1939, donde Borges le da una patada ninja a los géneros y escribe esa obra maestra que, provocador, se mete con los pesos pesados de la literatura universal y que ni los tiempos googleables debilitan.

En otras palabras, la distancia entre Borges y las juventudes es un imaginario falso de toda falsedad, por lo que la idea de paloozear a Borges no parte de ningún preconcepto original: el autor de “El Aleph” ya lleva dentro suyo la materia rockera, la rebeldía contra las estructuras, la inestabilidad de lo dado, la provocación como idea (lo que lo ubica dentro de la vanguardia duchampiana y conceptual a pesar suyo). ¡Si hasta tenemos un Borges bolche que hacia los años veinte escribía poemas para la Revolución Rusa!

Afiche de la nueva edición del BorgesPalooza
Afiche de la nueva edición del BorgesPalooza

Esto no quiere decir en absoluto que la transgresión sea por inercia materia de la juventud. El propio Borges escribió sus textos más revolucionarios cuando tenía más de 40 años. La transgresión a los cánones establecidos es el oficio de sienes ardientes que son todo el tesoro.

Borges entonces, como el Álbum Blanco de los Beatles, está sonando mañana. O, más cerca aún, Borges es como Luca Prodan: si todo el mundo se tomó una Ginebra con Luca, lo mismo también tienen una anécdota con Borges. Lo cual debe ser efectivamente cierto porque tenemos un Borges que caminaba literalmente Buenos Aires y, repetentista, este flaneur porteño andaba dejando frases como aquella cuando lo paraban y le decían: “Borges, yo soy escritor”. Y él respondía: “Caramba, yo también”.

¿Por qué entonces esta idea de querer salir del laberinto borgeano porque es difícil, porque no “se le entiende nada”?. Propongo lo contrario: la mejor forma de salir del laberinto borgeano es entrando.

Habría que agregar que, como la mayoría de los y las jóvenes, Borges tuvo que trabajar de todo en su vida (desde trabajador municipal en una biblioteca a dar charlas en pueblitos), e incluso dirigiendo el suplemento de cultura del diario Crítica lo que desbarata la idea, como bien señaló Silvia Molloy, que la literatura de Borges es una literatura para eruditos.

De izquierda a derecha: Diego Berardo, Juan José Becerra, Mercedes Morán y Daniel Mecca, en la apertura de "BorgesPalooza" (Foto: Mariana Fernández)
De izquierda a derecha: Diego Berardo, Juan José Becerra, Mercedes Morán y Daniel Mecca, en la apertura de "BorgesPalooza" (Foto: Mariana Fernández)

Pero el BorgesPalooza no es una misa borgeana (aunque mal no haría un pogo de borgeanos y borgeanas a lo “Ji Ji Ji”) ni busca convertir a Borges en un hecho religioso. Lo peor que podemos hacer con el autor de Ficciones es inmovilizarlo, convertirlo en un gesto fijo, una estampita nacional: Borges, como el río de Heráclito, ocurre en el movimiento. Es allí donde decimos que Borges es cuántico, una probabilidad sucediendo en los simultáneos tiempos de los lectores.

En tiempos de convulsiones políticas y crisis económicas que las paga siempre el trabajador y la trabajadora, en tiempos de discursos peligrosos para la democracia, vale recordar aquello que dijo una vez otro notable escritor, Alberto Laiseca: “Sin imaginación la sociedad humana se destruye porque la sociedad funciona gracias a la imaginación. Sin imaginación no hay física teórica tampoco química ni descubrimientos de la medicina. Ni hablar del arte en cualquiera de sus formas. ¿Para qué sirve el arte? Famosa pregunta pelotudísima: ¿Para qué sirve el arte? Te lo voy a decir: el arte sirve para que funcione todo lo otro. Para eso sirve el arte. Sencillamente. La imaginación es el motor”.

Leer a Borges es entrenar la imaginación.

Sigamos leyéndolo para que funcione todo lo demás.

Bienvenidos y bienvenidas a la quinta edición del BorgesPalooza.

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