En estos tiempos donde se cuestiona la importancia de tener un Instituto de cine nacional, muchas de las voces a favor hablan de una defensa de la soberanía cultural: que el cine de cada territorio sea el encargado de contar su historia, con relatos que sólo las personas que crecieron ahí pueden contar. Es lo primero que se viene a la cabeza al ver la película brasileña Mato seco em chamas, de Joana Pimenta y Adirley Queirós, una historia surgida desde las entrañas de un barrio popular y olvidado por el sistema, que se contradice con la imagen idealizada de esa capital (Brasilia) futurista y cosmopolita.
En un entorno donde la ficción y la realidad entrelazan sus límites, la película se destaca por su enfoque audaz sobre un grupo de mujeres empoderadas que se enfrentan a la adversidad en una favela postapocalíptica. Tras haber recorrido los circuitos de festivales internacionales, incluyendo Berlín, Toronto, Nueva York y Mar del Plata, Mato seco... se estrena en el reabierto CineArte Cacodelphia del microcentro de Buenos Aires.
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La trama de la película se desarrolla en las afueras de Brasilia, específicamente en la favela Sol Nascente, donde un grupo femenino armado se encarga de una refinería clandestina de combustible. Lideradas por figuras como las hermanas Chitara y Léa, interpretadas por actrices no profesionales que aportan autenticidad al relato, estas mujeres se enfrentan a un oscuro panorama político y económico que amenaza su supervivencia. Las protagonistas, con motoqueros a su servicio, extraen y distribuyen petróleo en la zona, desafiando a las grandes empresas y su control sobre el mercado.
La película se desliza por los géneros, fusionando elementos de ciencia ficción postapocalíptica, comedia musical y documental, mientras aborda temas sociales y políticos del Brasil contemporáneo, especialmente en el contexto del gobierno de Bolsonaro. Las mujeres de la película son retratadas como dueñas de su destino, defendiendo su territorio con valentía y perseverancia. Sol Nascente es el escenario principal de la película, y se convierte en un personaje más, reflejando tanto la desigualdad social como la lucha por el empoderamiento y la supervivencia.
El lado B de la capital brasileña, una barrio de los márgenes, de personas olvidadas, donde se abren numerosas temáticas como el estado de las cárceles, la reinserción en la sociedad de los presidiarios, la inestabilidad laboral, las familias, el machismo, la religión, el avance del facismo y hasta el amor queer. Dando lugar a un humor absurdo, cargado de música, baile y fuego. Estas hermanas aprendieron a valerse solas desde una temprana edad, comparten el abandono que ambas sufrieron de un padre que las dejó a cargo de sus madres y se hizo poco presente en sus vidas, debido a los excesos y las adicciones, un hecho común que comparten todas las mujeres que protagonizan el film. También, realiza una cruda refrexión sobre las verdaderas oportunidades que tienen las personas que cumplen una condena y salen de carcel. Casi ninguna logra encontrar un trabajan trabajo estable y son arrastradas nuevamente por la delincuencia ya que, como dice en un diálogo Chitara: “El crimen te arrastra, no importa lo que hagas para escapar”.
El enfoque de Queirós y Pimenta en la realidad política y social del Brasil actual se entrelaza con la estética visual de la película. La mezcla de elementos documentales y de ficción crea una atmósfera única que cuestiona las estructuras de poder y las narrativas hegemónicas. A través de saltos en el tiempo, música y narración visual, la película refleja la vida en la favela y la resistencia que las mujeres ejercen en medio de la opresión.
Un elemento de Mato seco em chamas es su representación de la sexualidad y las relaciones interpersonales. La sexualidad abierta y la diversidad de expresiones de género se presentan con naturalidad, contribuyendo a la complejidad de los personajes y sus interacciones.
En un contexto donde las películas a menudo se producen en los centros hegemónicos de la industria cinematográfica, Queirós y Pimenta se destacan por su enfoque en la autenticidad y la representación genuina de las voces marginadas. La colaboración entre los directores, uno brasileño y la otra portuguesa, agrega una dimensión interesante a la película, mostrando una perspectiva global sobre las cuestiones que enfrentan las comunidades periféricas.
Mato seco em chamas se suma a la filmografía de Adirley Queirós como un testimonio de su compromiso con la narración de historias desde la perspectiva de los marginados. La película invita a los espectadores a sumergirse en un mundo distópico y a la vez realista, donde el empoderamiento femenino, la resistencia y la lucha por la justicia se entrelazan en un relato apasionante. En esta obra, los directores desafían las fronteras entre la realidad y la ficción, y dejan una huella duradera en el panorama cinematográfico.
Ya es un sello en el cine de Queirós, que sorprendió con películas como Branco Sai, Preto Fica (2014) y Era uma vez Brasília (2017) donde también son ambientadas en la periferia menos favorecida de Brasilia; y con intérpretes, en este caso todas las protagonistas son mujeres, no profesionales que dan vida a personajes con muchos elementos tomados de sus propias vidas. La obra destila una vitalidad y profundidad que evita cualquier rastro de complacencia o demagogia, transformándola en un logro cinematográfico de gran valor y resonancia. La colaboración entre Queirós y Pimenta, dos visionarios provenientes de diferentes horizontes creativos, ha dado como resultado una experiencia cinematográfica genuinamente excepcional y de profundo significado.
*”Mato Seco em Chamas”, de Joana Pimenta y Adirley Queirós, se proyecta en el CineArte Cacodelphia (Diagonal Norte 1150, CABA).
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