La belleza de la semana: Erté, el “padre del Art Déco”

Gracias a su creatividad y versatilidad como ilustrador, escultor, diseñador de moda y hasta escenógrafo, Romain de Tirtoff, más conocido como Erté, fue considerado una de las personalidades más influyentes del siglo XX

Romain de Tirtoff, más conocido como Erté, fue considerado el "padre del Art Déco"

“Mi trabajo ha sido mi madre, mi esposa, mi amiga, mi amante y mis hijos…”. Con estas palabras definía su labor artística Erté –cuyo nombre real es Romain de Tirtoff–, quien trabajó durante sus 97 años en campos como las artes gráficas, la moda, la joyería, el diseño de interiores y la escenografía, incluyendo cine, teatro y ópera, todos ellos ámbitos en los que sobresalió.

El conjunto de su obra –y, especialmente, sus ilustraciones– se caracterizó por la fusión de un estilo romántico con toques exóticos. La mujer fue protagonista absoluta en la mayoría de sus creaciones y su figura se representaba de forma lírica, cercana a la androginia. Erté creó su propio universo, distanciado de la realidad, rasgo que lo vinculó con el movimiento Art Déco. Líneas geométricas y colores llamativos se materializaban en vestidos que evocaban elementos como jaulas, agua o humo. Una realidad fantástica que se convirtió en sello del artista, que se inspiró además en estilos como el Art Nouveau y el Cubismo, así como en la antigua alfarería griega o el arte japonés y sus grabados en madera.

Erté es uno de los artistas más imitados, y hoy, más de 30 años después de su muerte, sus obras siguen presentes en los principales museos y colecciones privadas de todo el mundo.

"Amoureuse" (Erté)

Un poco de historia

El conde Piotr Ivanovich Tirtov, almirante de la Armada Imperial Rusa, estaba orgulloso de ser parte de una familia que había pertenecido a la aristocracia rusa desde el siglo XVI. Estaba orgulloso también de servir al ar en tiempos difíciles como aquellos de principios del siglo XX, marcados por el conflicto ruso-japonés y los levantamientos populares impulsados por los bolcheviques. Tenía esperanzas, además, de que su único hijo varón continuara con la gloriosa tradición militar familiar.

Pero Roman Petrovich (1892-1990), el hijo del almirante, tenía inclinaciones artísticas. La necesidad de empaparse en la cultura francesa, esencial para la aristocracia rusa (que hablaba en ese idioma y no en el del país, considerado una lengua popular) hizo que el joven Tirtov se trasladara a París en 1907 para residir allí durante un año. En esa ciudad descubrió a los ilustradores del Modernismo, tanto franceses como de otros países.

Roman decidió que su vida iba a ser el arte y no la Armada Imperial. Volvió a Rusia para convencer a su familia, pero no fue fácil. Hasta 1910 no pudo instalarse definitivamente en la capital francesa. Mientras tanto, pasaba días enteros admirando las líneas simples y contundentes de las vasijas griegas antiguas del Hermitage (por aquel entonces, aún Palacio de Invierno de los zares rusos). Cuando por fin pudo ir a París, lo primero que hizo fue traducir su nombre al francés; así fue como Roman Petrovich se convirtió en Romain de Tirtoff, llamado simplemente por las iniciales de su nombre (R-T, pronunciado er te).

"Costume design: woman dressed in black, with furs, hat and dog on a lead" (Erté)

Erté se sintió atraído toda su vida, desde muy pequeño, por el teatro, hasta el punto de haber dudado si convertirse en bailarín o en artista. En algunas entrevistas contó que se declinó por ser artista cuando llegó a la conclusión de que podía vivir sin bailar, pero no podía renunciar a su pasión por la pintura y el diseño.

Los inicios como ilustrador

En París empezó trabajando como ilustrador para una revista rusa y, poco después, fue contratado por el diseñador de moda Paul Poiret. Este período fue crucial para el desarrollo de su sensibilidad hacia la moda y la ilustración. Erté colaboraba con el costurero en la creación de exuberantes disfraces usados para los populares bailes de la época. Con estos trabajos, Erté desarrolló su faceta de diseñador, que más tarde explotaría creando piezas para importantes artistas como Norma Shearer, Marion Davis o Joan Crawford. Asimismo, diseñó el vestuario de la histórica ópera parisina Folies-Bergère. Igual que sus ilustraciones, sus diseños tenían un estilo inconfundible que ha inspirado a figuras de la talla de Jean Paul Gaultier.

En 1914, ante el estallido de la Primera Guerra Mundial, Poiret tuvo que cerrar su casa de moda y Erté dejó París para buscar nuevas oportunidades en Estados Unidos. Con el Art Déco recién aterrizado en Nueva York, las revistas de moda de la época comenzaron a interesarse por artistas europeos para ilustrar sus tapas. Erté, consciente de que sus dibujos estaban en la línea de esta nueva tendencia estadounidense, dibujó su interpretación de Sheherazade que seis meses más tarde se convertiría en portada de Harper’s Bazaar.

Portadas de la revista Harper's Bazaar diseñadas por Erté

Inició de ese modo un período de colaboración con ese medio que se extendió por 22 años, a lo largo de los cuales llegó a crear 240 diseños que sentaron las bases de la estética Art Decó con unas ilustraciones elegantes, curvilíneas y con un aire decadente. En ese tiempo Erté también ilustró para otras revistas como Vogue, Cosmopolitan o Illustrated London News, así como para diversas tiendas como Henry Bendel’s.

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El salto del papel a los escenarios

La actividad de Erté no se limitó sólo a la ilustración editorial y de moda. Su estilo encajaba a la perfección en la revista musical, que tuvo su apogeo en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, ya que el género requería vestuarios ostentosos, coloridos y exageradamente femeninos, y con la inclusión de diferentes argumentos eróticos. Entre 1919 y 1930, Erté diseñó decorados y vestuario para las revistas musicales del Folies Bergère en París y de Ziegfield Follies en Nueva York.

"Sheerazade 6" (Erté)

En esos años también fue contratado por el diseñador de vestuario Max Weldy, que producía los trajes para las mayores producciones teatrales como las de París, Barcelona o Nueva York. También la recién nacida industria cinematográfica estadounidense reparó en el trabajo de Erté y el mismo Louis B. Meyer, jefe de Metro Goldwyn Meyer, le ofreció trabajo en sus estudios. Erté se mudó a Hollywood, donde trabajó en muchas películas, entre ellas Ben Hur y La Bohème.

Después de un año y medio en Hollywood, el artista se desilusionó de la monótona vida en Los Ángeles, rechazó firmar un nuevo contrato con MGM y volvió a vivir en París para retomar su trabajo como diseñador para revistas. Antes de ese retorno, la popularidad de su trabajo llevó a las actrices más famosas de Hollywood a encargarle diseños exclusivos para sus vestuarios: Joan Crawford, Lillian Gish, Norma Shearer e incluso la bailarina rusa Anna Pavlova lucieron orgullosas los trajes creados por Erté.

Vestuario para "Rigoletto" y para el personaje de Melisande de "Pelleas et Melisande" diseñado por Erté

Quizá su obra menos destacada es lo que diseñó para ópera con un sentido más dramático, menos espectacular y más sobrio, conteniendo la exuberancia de su estilo. Son sus diseños para la puesta de Rigoletto de la Chicago Opera Company en 1922 y para el personaje de Melisande de Pelleas et Melisande en la Metropolitan Opera de New York.

Más tarde, como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, el trabajo disminuyó. Con más tiempo libre, Erté decidió explorar el mundo de la joyería. El resultado fue una de sus obras más valoradas, una serie de letras del alfabeto que empezaron formando parte de un proyecto gráfico para terminar convirtiéndose en una colección de broches. Tras ella, el artista siguió desarrollando su creatividad en el mundo orfebrería, donde sus piezas reflejaban la misma delicadeza, sofisticación y glamour que sus dibujos.

Vestido diseñado por Erté

Entre los años 50 y 60 su trabajo estuvo a punto de ser olvidado por empresarios y directores de teatro porque tenían la idea de que pertenecía a otra época. El encuentro en 1966 con el galerista londinense Eric Estorick cambió la vida de Erté definitivamente. Sus obras, entre las cuales había también piezas de escultura y joyería, sus nuevas pasiones, se expusieron entonces en más de una ocasión en la Grosvenor Gallery de Estorick en Londres y en cada una se consiguió vender todo.

Erté nombró a Estorick como su representante exclusivo y empezaron así una colaboración de casi 25 años que llevó la obra del artista a importantes museos, entre ellos el Metropolitan de Nueva York, que compró una exposición entera integrada por 170 obras de Erté, algo que hasta ese momento jamás había ocurrido con un artista vivo.

La figura humana

"Water" (Erté)

Erté tuvo siempre un sentido diferente de sus ideales de siluetas, tanto femeninas como masculinas. La ambigüedad de sus ilustraciones implica la ruptura con la división entre sinuosidad y decoración (asociado a lo femenino) y músculos y austeridad decorativa (asociado con lo masculino). Esta idea puede vincularse a la homosexualidad que el artista vivió abiertamente. Erté llevó una vida activa después del inicio de la liberación homosexual de la década de 1960, en parte porque París fue siempre más abierta sexualmente, y en parte porque la certitud de su posición social le permitía ser menos apegado a las convenciones.

El artista ha hablado de sus “aventuras encantadoras” y “placeres de los asuntos del corazón”, incluyendo una incursión en una orgía del Hollywood de la década de 1920 que no fue de su refinado gusto. En París vivió con el príncipe Nicolás Ouroussoff durante casi 20 años, hasta la prematura muerte del príncipe en 1933. Posteriormente tuvo una relación con un ex campeón de natación y decorador danés llamado Axel.

De la serie Números de Erté

Su entusiasmo por el físico de los bailarines de ballet se refleja en el fuerte homoerotismo de sus diseños cuando incorporan hombres jóvenes. Una temprana aventura de travestismo lúdico fue tan exitosa que, según Erté, Poiret le pidió que modelara con ropas femeninas para su casa de modas, en un intento de obtener publicidad. En sus primeros años se interesó por reformar el vestuario masculino en un estilo dandi, pero también vistió los colores del arcoíris y trajes hechos y adornados con telas femeninas.

La serie de letras del alfabeto empezó formando parte de un proyecto gráfico para terminar convirtiéndose en una colección de broches

Aunque Erté nunca dejó de trabajar y continuó diseñando revistas, ballets y óperas, se desvaneció en una relativa oscuridad hasta la década de 1960, cuando el renacimiento del Art Déco ayudó a que la visibilidad de su obra resurgiera. Los nuevos campos de actividad durante este período incluyeron impresiones de edición limitada, bronces y arte portátil.

En 1988 creó siete diseños de botellas de edición limitada para Courvoisier, mostrando el proceso mediante el cual se elabora el coñac desde la destilación hasta la maduración. Veinte años después, en 2008, se lanzó la última de las botellas restantes de Courvoisier diseñadas por Erté; cada una de esas piezas se vendió por diez mil dólares.

Botellas de licor diseñadas por Erté

A lo largo de su vida, Erté tuvo tiempo de desarrollar amplias facetas de su capacidad artística. A los 75 años decidió dar un giro a su carrera profesional y comenzó a centrarse en la escultura de bronce y en la serigrafía, con la que alcanzó un éxito notable.

Erté, o Romain de Tirtoff (1892-1990)

Erté murió en París en abril de 1990. Tenía 98 años y aún seguía en plena forma, diseñando decorados y vestuarios para producciones de Broadway y asombrando a todos con su vitalidad y elegancia. Su prolífico legado puede apreciarse en museos como el Metropolitan Museum of Art, Los Angeles County Museum of Art y The Victoria and Albert Museum, en Londres.

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