Los Calzones y una historia de 35 años de cultura ska en Argentina

La banda surgida a fines de los años 80 se prepara para una gran celebración, este viernes en La Trastienda de Buenos Aires. “No buscamos nada en particular, solo divertirnos y no solo nos divertimos, sino que sorpresivamente la música terminó siendo nuestra vida”, dice su cantante

Guardar
Los Calzones celebran 35 años
Los Calzones celebran 35 años de historia este viernes 18 de agosto en Buenos Aires (Foto: Archivo Los Calzones)

Los Calzones han sido la banda insignia del ska en la Argentina, pero también en toda Latinoamérica. Mientras la mayor parte de los grupos que definieron el género desaparecieron o tomaron otros caminos, ellos mantuvieron la llama encendida de una música nacida en Jamaica que generó toda una cultura en Inglaterra y que luego tuvo su correlato en este remoto rincón del mundo. De manera independiente, el grupo liderado por Marcelo Del Grosso (más conocido como Pingüino), tomó esas consignas y a la vez supo captar el espíritu futbolero del país y convertirlo, sin dejar de lado un irreverente perfil punk, en canciones para saltar y bailar.

El viernes próximo 18 de agosto festejarán sus 35 años de carrera en La Trastienda, en lo que será el repaso de una historia que incluyen hits de cancha, haber conquistado al Monstruo del Festival de Viña del Mar y un emotivo show en las Islas Malvinas. “No buscamos nada en particular, solo divertirnos”, confiesa Pingüino en conversación con Infobae Cultura. “No solo nos divertimos, sino que sorpresivamente la música terminó siendo nuestra vida”.

Te puede interesar: El hip-hop cumple 50 años, pero no hay que olvidar una celebración de los últimos 20

—¿Qué pasaba con el ska en la Argentina cuando se formaron Los Calzones?

—Cuando arrancamos nosotros el ska estaba de moda. Los Fabulosos Cadillacs y Los Intocables estaban en la cresta de la ola. Eran nuestros ídolos y aprendimos muchísimo de ellos. Por detrás había un ramillete enorme de bandas underground, más chicas o que no trascendieron tanto. Lo que pasa ahora con el trap en aquel momento sucedía con el ska. Nos juntábamos a la salida de la escuela y escuchábamos lo que sonaba. En la adolescencia uno trata de reproducir lo que te pasa a vos y a tu entorno.

“No buscamos nada en particular,
“No buscamos nada en particular, solo divertirnos”, confiesa Pingüino, cantante de Los Calzones (Foto: Archivo Los Calzones)

—¿Y cómo ves el ska hoy, 35 años después?

—Yo lo veo en el mundo como un movimiento consolidado, más que como un estilo de música pasajero y divertido. En muchos lugares incluso está creciendo nuevamente. En Latinoamérica se nota un fuerte crecimiento. En la Argentina quizás no tanto, aunque en estos últimos años empezaron a aparecer nuevas bandas under de ska con buena convocatoria y peleándola. Incluso volvieron algunos de los grupos más tradicionales. Probablemente, el género no llegue a tener la exposición que tuvo a fines de los 80 y ojalá que tampoco la tenga, porque si está de moda, ahí entra en una máquina de chorizos y eso no está bueno. A mí me parece que hoy es una música mucho más libre y que al artista le pesa mucho más lo que tiene su corazón, expresar lo que siente, que el éxito comercial. De hecho, al ska argentino lo veo mucho más contestatario que fiestero.

—¿Hay alguna diferencia entre el ska que se hace en el país y el que se desarrolló en el resto del continente?

—Seguramente no haya diferencias por región, sino por el tipo de ska que las bandas quieren tocar: 2 tone, jamaiquino, ska punk, tercera ola, tradicional… hay un montón de subgéneros. Por ejemplo, Los Calzones hacemos ska punk y Dancing Mood hace ska tradicional. Las dos bandas hacemos ska, pero somos bien distintas.

Los Calzones surgieron en una
Los Calzones surgieron en una época en que el ska estaba en auge por Los Fabulosos Cadillacs (Foto: Archivo Los Calzones)

—A diferencia de otras bandas, todo lo que ustedes lograron en estos años lo hicieron de forma independiente. ¿La autogestión fue una consigna a la hora de manejarse?

—En realidad nosotros no nos planteábamos nada, sino que las cosas sucedían. La verdad es que nos mandamos un montón de cagadas, no fuimos grandes planificadores. Como banda, dejábamos que la situación que vivíamos y el sentimiento que expresábamos genere un montón de otras reacciones, pero no es que las buscábamos. Se trataba más de contar lo que nos pasaba y de ser nosotros mismos y había mucha gente que se identificaba con eso. Me parece que ahí estuvo el secreto de todo lo que vivimos. Apenas empezamos, todos nuestros compañeros nos iban a ver. Teníamos una convocatoria gigante para lo under que éramos y para lo mal que tocábamos. (Risas)

—Ustedes son parte de un selecto grupo de artistas que lograron que las hinchadas de fútbol se apropien de sus temas y los transformen en himnos de cancha. Y lo consiguieron con más de una canción. ¿Cómo lo hacen?

—Nosotros no tenemos fórmula, es nuestra forma de expresarnos. Hay una coincidencia en los álbumes de Los Calzones y es que todos los estribillos son de cancha, es decir, están cantados por nosotros juntos y abrazados. No es una estrategia comercial, es así cómo lo vivimos. Un disco puede ser más blando, más punk, más agresivo, pero en ese momento estamos todos unidos. “Porrompompero” que es el segundo disco, “No Te Calles” del álbum Jungla Ska, “Levanten Las Copas”, muchas de nuestras canciones se cantaron y aún se cantan en los estadios. Probablemente más en el exterior que acá.

Los Calzones han dejado huella
Los Calzones han dejado huella en todo el mundo, desde tocar en las Islas Malvinas hasta conquistar al público en el Festival de Viña del Mar (Foto: Archivo Los Calzones)

—Pero sin dudas la más exitosa fue “Te Sigo”, homenaje a Diego Maradona.

—Nosotros rara vez le dedicamos un tema a alguien, pero para nosotros el Diego significaba muchísimo. Lo más fuerte fue habernos encontrado con él en el aeropuerto. Nosotros siempre terminábamos los shows con una camiseta de Argentina -con el diez, obviamente-, así que cuando vimos al Diego le pedimos que la firme y nos sacamos una foto. Se nos ve con una sonrisa de oreja a oreja porque él era lo máximo.

—¿Cómo es el proceso creativo de Los Calzones?

—Cada uno lleva ideas a la sala y nos juntamos a zapar por horas. Grabamos todo y después vamos recopilando lo que nos gusta y así vamos armando las canciones. También traemos de casa las letras sin terminar y las vamos completando entre todos. Además, no estamos limitados sino que vamos mechando el ska con un montón de estilos. Cuando empezamos a jugar, vemos para dónde se termina yendo la composición.

—En sus canciones se perciben dos tipos de letras: las divertidas y las contestarias. ¿Cómo plantean las temáticas de sus composiciones?

—Al principio nosotros lo vivíamos como una experiencia adolescente. Ahora somos más conscientes de lo que estamos haciendo. A medida que te vas haciendo grande, empezás a observar la realidad desde otro ángulo. Por momentos somos muy ácidos, probablemente más ahora que antes. Me parece que está bueno criticar lo que creemos que no está bien y lo hacemos desde nuestro lugar. No buscamos ofender a nadie, pero cuando las políticas están mal hay que decirlo.

Los Calzones celebran tres décadas
Los Calzones celebran tres décadas y media de llevar el ritmo del ska por toda Argentina y Latinoamérica (Foto: Archivo Los Calzones)

—De los 90 en adelante muchas bandas de rock nacional incursionaron en el ska para tener un tema que genere pogo en sus shows. ¿Creés que Los Calzones influyeron en un tipo de canción ska dentro del rock argentino?

—En el rock somos como una gran familia. Nos conocemos todos, nos vemos a cada rato en el avión, en el micro, en la ruta, en el escenario, en un festival… Todos tenemos un poquito de todos. Al menos Los Calzones consumimos rock nacional a fondo y me imagino que el resto de las bandas también porque cuando charlas con ellas te das cuenta de que todos escuchamos un 80 por ciento de la misma música. Así como nosotros nos nutrimos de los demás grupos, imagino que a muchos les pasará lo mismo con nuestros temas.

—Ustedes homenajearon al rock nacional en el álbum Plástico, donde participaron muchos de los mismos músicos que compusieron las canciones que versionaron, como Gustavo Cerati, Andrés Calamaro y Stuka de Los Violadores. ¿Cómo es la historia de ese disco?

Plástico es un álbum de versiones ska de las canciones de rock nacional que nosotros siempre escuchamos. Ahora con Internet y las redes sociales es más fácil, pero en ese momento tuvimos que averiguar las direcciones donde vivían los músicos para mostrarles lo que habíamos hecho. Grabamos un demo en los estudios Panda y lo llevamos como muestra a nuestros ídolos. Les dejábamos un cassette por debajo de la puerta con un número de teléfono y una notita que decía: “hicimos esta versión. No queremos ofenderte, fijate si te gusta”. Queríamos saber si les molestaba porque a principios de los 2000 había muchos prejuicios con la música que gracias a Dios ya están rotos. Hoy por suerte creció la aceptación por los diferentes estilos musicales. El álbum fue icónico para la banda porque no sólo fue recontra aceptado, sino que muchos músicos que habían hecho las versiones originales vinieron a grabar. Lo recuerdo hoy y me sigue pareciendo groso.

—Además, es un disco que tuvo mucha difusión y se editó hasta en Japón.

—La versión japonesa además tiene como bonus track un tema que grabamos en vivo con minidisc en las Islas Malvinas cuando fuimos a tocar allá.

La música de Los Calzones
La música de Los Calzones se ha convertido en himnos de cancha, fusionando la pasión futbolera con su estilo único de ska (Foto: Archivo Los Calzones)

—Son contadas las bandas argentinas que pudieron tocar en las Islas. ¿Cómo llegaron a hacerlo?

—Eso se dio gracias a la banda de ska británica Bad Manners. Íbamos a hacer en Malvinas un show juntos, ingleses y argentinos. Ellos al final no pudieron viajar, pero nos dijeron que vayamos nosotros solos y eso hicimos. Cuando llegamos vimos que estábamos anunciados, había afiches pegados. Básicamente, los que fueron a vernos eran soldados. Tampoco es que las islas tienen mucha población joven. Ellos tienen una cultura ska más importante que la nuestra y vinieron vestidos con la vestimenta típica del ska: tiradores y camisetas blancas. La verdad es que el show estuvo muy bueno. Lo que no estuvo bien es que nos invitaron a hacer una nota en la radio y en un momento nos cortaron bruscamente. Se ve que alguien llamó para quejarse.

Para los argentinos estar en Malvinas es un tanto hostil. No te dejaban sacar las cámaras, cuando aterrizas lo hacés en un aeropuerto militar y te tenés que quedar ahí una semana, que no hay mucho para hacer. De todas maneras, probablemente el momento más emotivo y fuerte fue cuando visitamos el cementerio de Darwin. Ese lugar debe ser el más frío de las islas, hay un viento terrible. Esa imagen no me la olvido más.

Los Calzones realmente tocaron en todos lados. En Chile les fue especialmente bien. Incluso enfrentaron al público en el Festival de Viña del Mar. ¿Cómo fue esa experiencia?

—Nos dieron la Gaviota de Oro, que la pide el público. Lo de Chile fue bien fuerte. Ahí tocamos en el estadio de Apoquindo, en el Estadio Nacional y dimos el show más grande de nuestra carrera frente a 80 mil personas. El chileno, al igual que el mexicano, cuando le gusta algo se entrega y canta las canciones de principio a fin y no solo los hits sino todos discos enteros.

En México nos están pasando cosas importantes en los festivales, donde nos ve toda una generación nueva de entre 13 y 17 años, y siempre como banda independiente, es decir, sin la manija de los medios atrás, sino con el boca en boca e Internet. Antes, los medios masivos de comunicación tenían mucho que ver en las elecciones musicales porque eran la única forma que muchos tenían de enterarse de la música que existía. Algunos, en cambio, frecuentaban el circuito underground, leían skazines o tenían una disquería que vendía cassette grabados. Desde el momento en que llega Internet, la gente empieza a elegir qué es lo que quiere escuchar.

Los Calzones mantienen vivo el
Los Calzones mantienen vivo el espíritu del ska en la región (Foto: Archivo Los Calzones)

Ya consagrados, Los Calzones tuvieron un paso fugaz por un sello multinacional, que editó el álbum Mugre en 1999. ¿Cómo les resultó?

—La verdad es que tanto en la grabación, como en la mezcla y en el arte del disco nos dieron la libertad artística suficiente. Lo que pasó es que fuimos creciendo y nos dejaron de interesar los medios masivos y eso a las discográficas mucho no les gustaba. Sin embargo, siempre nos supieron comprender y no nos fuimos enojados de ningún lado.

¿Por qué en los últimos años decidieron bajar el perfil? Durante mucho tiempo lo único que se sabía de ustedes era que tocaban en las fiestas de egresados de Bariloche. De hecho, hay toda una generación de estudiantes de quinto año que vivieron su viaje de fin de curso al ritmo de Los Calzones.

—Como dijo el Indio Solari: “a mí me gusta jugar flipper, pero no quiero ser la pelotita”. Durante muchos años estuvimos con una rutina importante de shows y tocando en escenarios grandes. Sentíamos encima una mochila enorme, así que nos fuimos a vivir a Bariloche, donde se dio la posibilidad de tocar todos los días sin tener que exponernos. Todo empezó con una visita allá como turistas. En una de las discotecas, nos invitaron a subir a la cabina del DJ y ahí se produjo una magia con la gente al punto que no podíamos salir del boliche. Bariloche tiene una paz distinta y una naturaleza increíble. Eso sedujo mucho al grupo, así que nos quedamos ahí mucho tiempo, unidos y sin hacer otra cosa.

—Por eso se tomaron doce años para grabar Chamuyo, su álbum de 2019, ¿verdad?

—Exacto. Pero después de este show por nuestros 35 años, donde vamos a pasar por todos nuestros discos y tocar canciones muy viejas para los que nos siguen desde el principio, nos vamos a dedicar a grabar. Estuvimos encerrados componiendo hasta el mes pasado y ya tenemos como treinta canciones nuevas.

Seguir leyendo

Guardar