Esther Cross, nueva integrante de la Academia Argentina de Letras

Luego de recibir la noticia, la escritora y traductora habla de la significación del nombramiento y de su apuesta por la literatura. “Mi forma de entender la realidad y la vida es siempre a partir de los libros”, afirma

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Esther Cross fue ingresada a la Academia Argentina de Letras junto a
Esther Cross fue ingresada a la Academia Argentina de Letras junto a

Cuando Esther Cross recibió la noticia de que iba a ingresar a la Academia Argentina de Letras pensó en su padre. “Un hombre responsable y tenso que al leer parecía más joven y feliz”, dijo alguna vez. Un Profesor en Letras al que le importaban las palabras. “Él era muy estudioso. Crecí en una casa con una biblioteca con muchos libros del Lingüística”, dice ahora, del otro lado del teléfono. En ese momento se le habrá figurado la escena en que, con 17 años, le dijo a su padre que quería ser escritora y él, astuto, ensayó una respuesta práctica: le dio Una habitación propia, de Virginia Woolf. “Sí, pensé en él; pensé en que se hubiera puesto muy orgulloso”.

Antes de la conversación telefónica, Alicia María Zorrilla, la presidenta de la Academia Argentina de Letras, habló con Infobae Cultura vía mail. Estas fueron sus palabras: “Con la designación de la escritora Esther Cross y de la lingüista Andreína Adelstein como académicas de número, la Academia Argentina de Letras enriqueció ayer su Cuerpo académico y, por ende, celebró el advenimiento de nuevas voces para trabajar mancomunadamente sobre temas que atañen a la lengua y a la literatura en beneficio de nuestra sociedad”. A Jorge Dubatti y Oscar Conde, que ingresaron a la Academia en junio, se le suman ahora Cross y Adelstain.

“Fue una sorpresa que recibí con muchísima alegría, pero no era algo en lo que hubiera pensado. Jamás se me ocurrió formar parte de la Academia”, dice ahora la escritora, y continúa: “Veo la Academia como un grupo de gente muy estudiosa. Hay muchos expertos, gente de otras especialidades que le dedican mucha atención al idioma, a la lengua, una materia en común que tenemos todos. Y es un reflejo de los grandes cambios. Más allá de estar contenta, particularmente yo, celebro que haya escritores en la Academia que puedan aportar un panorama de lo que se está escribiendo en este momento con los reflejos de los cambios que produce la literatura”.

Tres libros para adentrarse a la obra de Esther Cross
Tres libros para adentrarse a la obra de Esther Cross

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Nacida en Buenos Aires, el 28 de octubre de 1961, Cross estudió de Letras y se recibió de Psicóloga. Sus dos primeros libros fueron en coautoría con Felix della Paolera: Bioy Casares a la hora de escribir y Jorge Luis Borges, sobre la escritura. Escribió las novelas Crónica de alados y aprendices, La inundación, El banquete de la araña, Radiana y La señorita Porcel. Uno de sus más celebrados libros, La mujer que escribió Frankenstein, es también una novela: sigue los pasos de Mary Shelley desde la ficción. Y los cuentos La divina proporción, Kavanagh y Tres hermanos, y un non fiction junto a Betina González: La aventura sobrenatural.

Todo eso escribió, pero además es traductora. Richard Yates, William Goyen, Mark Twain, Cynan Jones y Celia Paul son algunos delos autores que trajo a nuestra lengua. “Cuando uno está escribiendo o traduciendo toma decisiones que tienen que ver con reflexiones del lenguaje. Al traducir se plantean muchísimas cuestiones que a veces van más allá. Como traductora también me alegra esto. Sobre todo por algunas preguntas que tengo y también para escuchar planteos que se deben producir en las reuniones de la Academia. Somos todas personas de distintos puntos de vista pero trabajando en lo mismo”, dice.

“Es una época de las traducciones. La Argentina, además, es un país con una tradición de grandes traductores. En este momento tenemos una traductora como Mariana Dimópulos que es una excelente traductora y una escritora, también excelente, que estudia mucho la filosofía del lenguaje. Es la traductora de Coetzee, quien su última novela, que escribió en inglés, la publicó primero en español traducida por Dimópulos. Hay todo un pensamiento respecto a la traducción y a la preeminencia de ciertos idiomas sobre otros. Por eso, como traductora, tengo muchas inquietudes y quiero escuchar las de los demás”, comenta.

"Si el trabajo con la lengua sale del esquema de que todo tiene que producir y servir para algo, quizás es algo positivo”, dice Esther Cross
"Si el trabajo con la lengua sale del esquema de que todo tiene que producir y servir para algo, quizás es algo positivo”, dice Esther Cross

Sobre el momento de la literatura, la forma en que se relaciona con estos tiempos veloces, Cross dice: “Es el momento de la imagen, sí, pero en eso no soy muy apocalíptica: creo que todavía hay mucho para debatir y que, justamente, la lengua refleja todos estos cambios, está viva”. En una época donde todo es funcional, todo es útil, todo se aprovecha, todo se monetiza, Cross dice: “Hay que preguntarse por qué todo tiene que servir para algo, por qué hay que suscribirse a esta idea de que todo tiene que servir para algo. De todos modos yo no creo que el trabajo con la lengua sea inútil”.

Y continúa: “En ese sentido, si el trabajo con la lengua, el estudio y la reflexión sobre la lengua, estuvieran del lado de la ‘inutilidad’, si sale del esquema de que todo tiene que producir y servir para algo, quizás eso se podría considerar algo positivo”. Por eso, entonces, apuesta a la literatura, pero no de una forma contracultural, mucho menos mesiánica, ni siquiera de resistencia. Lo dice así: “Es lo que hice siempre. Yo crecí entre libros. Es mi trabajo desde siempre; pero más que mi trabajo, es mi vocación. Mi forma de entender la realidad y la vida es siempre a partir de los libros: con la escritura y con la lectura”.

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