“Mi familia y yo hemos estado planeando un breve viaje a casa este fin de semana”, escribe Hanif Kureishi en su diario en X Corp (la red social antes conocida como Twitter). Tras sufrir un grave accidente por una descompensación cardíaca, el escritor británico-paquistaní decidió narrar su vida en las redes; hacer de su vida incierta, literatura. El mes pasado fue tajante respecto de su estado de ánimo: “Estoy tan deprimido y enfermo, mi libido ha muerto”. Pero las cosas empiezan a cambiar.
En el texto de hoy, miércoles, titulado “Una vuelta a casa”, dice: “La enfermera clínica insiste en que un fisioterapeuta visite mi casa antes que yo, para garantizar que el lugar es ‘seguro’ para mí y mi silla de ruedas. Me pregunto si realmente tiene derecho a decirme a dónde puedo y no puedo ir, después de todo no estoy en prisión, no me han secuestrado. A la mañana siguiente estoy en mi silla de ruedas e Isabella me empuja fuera del hospital y cruza la calle hasta la parada de autobús”.
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“Casi de inmediato viene un autobús, su rampa se desliza y me empujan. Diez minutos más tarde estoy en la carretera de Shepherd’s Bush donde me encuentran Tracey y el perro Cairo. Esta es la primera vez que veo a Cairo desde mi accidente. Es bastante grande y saltón, y me pregunto si me reconoce; después de todo, él ama a todos”, cuenta. Algo une a un escritor con su perro. Truman Capote y su bulldog Charlie o en Miguel de Unamuno y su pastor alemán Remo. Ejemplos sobran.
Continúa así su crónica: “Juntos caminamos por la calle familiar hacia mi casa. Han pasado ocho meses desde que llegué aquí. No quería enfadarme demasiado, así que intenté imaginarme que había estado fuera durante unas largas vacaciones. Isabella y Tracey me empujan a mi casa y Carlo se une a nosotros. Afortunadamente, el lugar es el mismo, excepto que estoy en un ángulo más bajo; no puedo obtener una visión general como podía antes”.
Esto que vive es apenas una visita. “No podré quedarme mucho tiempo antes de tener que volver a la cama en el hospital. Me alegro de que Isabella haya estado viviendo aquí, aunque ha permitido que el jardín crezca demasiado. En otra vida estaría por ahí con un machete, pero a ella le encanta así, donde entretiene zorros, pájaros y ardillas”. Mientras almuerzan, se pregunta “qué ajustes habrá que hacer en la casa para que vuelva a ser habitable para mí”.
Hace un mes, en este mismo diario digital, Kureishi decía: “Estoy sufriendo más de lo que merezco”. Luego, de sus palabras brotaba un halo oscuro: la supresión de la esperanza. Ahora, si bien el tono negro no ha desaparecido (bromea con que una voz gruesa da seriedad, no importa qué se diga; también se pelea con “una enfermera nocturna que es muy entrometida”), pero en esta historia algo ha cambiado. Volver a casa, aunque sea un rato, es una gran noticia.
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