Linda Peretz custodia el legado cultural y la función social de la Casa del Teatro

La actriz, quien preside desde 2016 la entidad y residencia de artistas jubilados, impulsa una mayor participación de sus colegas. “Me gustaría convocarlos para que se involucren un poquito más”, expresa

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Linda Peretz, presidenta de La
Linda Peretz, presidenta de La Casa del Teatro (Foto: Maximiliano Luna)

La Avenida Santa Fe al 1200, en el coqueto barrio de Retiro, a cierta hora de la tarde está inmersa en la vorágine de un día de semana: frenético ir y venir de autos, bocinas, ruido, gente que camina a su ritmo. Pero basta con alzar la vista para descubrir el exquisito edificio que se alza diez pisos hacia arriba, la mítica “Casa del Teatro”. Un lugar que desde 1938 alberga gratuitamente a los artistas ya retirados que no disponen de recursos económicos.

Para acceder al edificio hay que subir una escalera. La entrada vidriada está adornada por un arco de flores en tonos pasteles que van del rosado al violeta, y en letras negras se lee: “Casa del teatro”. A un costado, sobre una de las paredes que linda con la boletería del teatro, hay un enorme aviso protagonizado por su actual presidenta, Linda Peretz, que envuelta en un vestido vaporoso rosa invita a “La boutique de la casa del teatro.”

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Escaleras arriba, después de atravesar el hall donde ya están desplegados los percheros de la feria vintage, se llega a la oficina de Linda Peretz, quien saluda y da la bienvenida a Infobae Cultura mientras se prepara para las fotos. Lleva su característico pelo rojizo suelto, el flequillo peinado hacia adelante. Está vestida con un traje color natural, el saco tiene brillos al igual que su maquillaje. La entrevista transcurre en su sitio favorito: el escritorio de la oficina. Un espacio amplio repleto de fotos, reconocimientos y recuerdos de otros miembros célebres que estuvieron al mando de la casa, como la actriz Iris Marga, el director de teatro y autor Julio Baccaro, el escritor de teatro Alberto Vacarezza y la actriz Eva Franco, entre otros.

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La Casa del teatro fue una iniciativa de la soprano Regina Pacini de Alvear (Foto: Maximiliano Luna)

Se destaca una escultura metálica de “La flaca escopeta”, ese personaje abocado a las infancias que ella encarnó durante décadas . Sobre el escritorio, más objetos: una foto de su hijo de pequeño y un retrato de Regina Pacini. A un costado, están sus lentes de marco rosa y un cuaderno que hace las veces de agenda, donde anota rigurosamente los pendientes diarios y los proyectos futuros.

Linda Peretz es presidenta de la Casa del teatro desde 2016, pero su vínculo viene desde antes: “Siempre colaboré donando ropa, estando cerca... Primero fui vocal, después vicepresidente, y ahora finalmente por obra del destino, la presidenta”, dice. Está casi todos los días en esta casa y su trabajo consiste en difundir e impulsar las actividades que se realizan, y tratar de conseguir recursos para hacer mejoras constantes. Pero sobre, quiere todo estar muy cerca de los artistas que viven allí. “Hacemos zumba los sábados, tienen también un profesor de gimnasia y masajista a disposición todos los días. Viene una psicóloga social para charlar con ellos y un médico que los visita permanentemente”, detalla.

Para poder ser admitidos, los postulantes deben demostrar su pertenencia a la Asociación Argentina de Actores, SAGAI (propiedad intelectual de actores y actrices) o Argentores (autores) acreditar al menos quince años de trayectoria, ser mayores de 65 años y no disponer de ingresos ni vivienda. La única condición excluyente es ser un adulto válido. Actualmente, la casa alberga a 32 residentes. “En realidad son 45 habitaciones, pero bueno, hay varias que están en mal estado y no tenemos el dinero para poder arreglarlas, así que hay gente en lista de espera, lamentablemente. Me da mucha pena porque el que quiere entrar puede estar en la calle, ¿viste? Y entonces a mí, como que me moviliza muchísimo y trato de hacer algo para que esas habitaciones funcionen”, dice Linda Peretz.

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La Casa del Teatro fue fundada en 1938 (Foto: Maximiliano Luna)

La Casa del teatro fue una iniciativa de la soprano Regina Pacini de Alvear, esposa del por entonces presidente de la Nación, Marcelo Torcuato de Alvear. Regina estaba buscando un predio para hacer un edificio que funcionara como refugio de aquellos artistas que al momento del retiro de los escenarios no tuvieran recursos. Originalmente, iba a estar emplazado en un terreno en Parque Centenario, pero cuando supo que el predio de la avenida Santa Fe pertenecía a la Municipalidad, pujó legalmente para que lo donaran y lo logró.

El proyecto era ambicioso y visionario para la época: un impactante rascacielos de diez pisos, que ya en su diseño contemplaba una sala de teatro para solventar los gastos de la manutención de los residentes. Se empezó a construir en 1927 bajo las órdenes de Alejandro Virasoro, siguiendo los postulados del estilo art déco, del cual él fue uno de los principales precursores. Virasoro se negó a cobrar por su trabajo. Pero aun así, hubo demoras en la terminación de la obra por falta de fondos y se terminó inaugurando en 1938. Desde entonces permanece abierto.

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La distribución del edificio contempla el hall central donde actualmente funciona la feria vintage, la boutique y la biblioteca, en donde pueden encontrarse más de 5 mil ejemplares referidos a las artes escénicas. Son todas donaciones de autores, editoriales y particulares. La biblioteca conserva los históricos programas de mano del ciclo “Teatrísimo” y los premios “Florencio Sánchez”. Hay dos salas más: una dedicada a la figura de Carlos Gardel, donde se exhibe un audiovisual de su obra junto a fotos, objetos y documentación personal del cantor. Y la otra en homenaje a su fundadora, Regina Pacini, con objetos significativos de su vida y trayectoria como soprano. En el segundo y tercer piso con entrada independiente funciona el Teatro Regina; y el séptimo y décimo piso se alquila al “Instituto del Teatro”. En el quinto piso está el salón comedor y en los pisos restantes las habitaciones de los residentes. La casa cuenta con una capilla propia ubicada en el cuarto piso.

Fachada de la Casa del
Fachada de la Casa del Teatro de Buenos Aires (Foto: EFE/Juan Ignacio Roncoroni)

Una de las principales fuentes de ingreso de la casa es la feria vintage y la boutique que ofrece ropa para hombres y mujeres y se renueva con las constantes donaciones de artistas como Natalia Oreiro, Flor de la V y Mirtha Legrand, quien además es la presidenta honoraria de la casa. La diferencia entre la feria y la boutique es el tipo de prendas a la venta. La feria tiene ropa apta para el día a día, mientras que la boutique ofrece vestidos, zapatos, carteras y accesorios más exclusivos y de fiesta. El stock busca actualizarse con la temporada y las tendencias. Ahora mismo están exhibidos tres modelos en color rosa: un vestido corto fucsia que perteneció a Linda Peretz, un vestido largo con apliques de piedras en un rosa pálido donado por Mirtha Legrand, y un vestido de fiesta también fucsia de Flor de la V, en sintonía con el estreno de la película de Barbie.

Si bien el edificio está abierto de lunes a lunes, los fines de semana son los días más concurridos. “Los domingos, por ejemplo, se llena de gente porque pasean por la avenida Santa Fe, y se acercan a escuchar música y a consultar libros a la biblioteca. Es fulgurante”, dice Linda Peretz.

La casa recibe donaciones de ropa, libros y objetos personales de artistas del espectáculo que quieran colaborar. “Me gustaría convocar más a mis compañeros actores para que se involucren un poquito más con la casa del teatro. No me estoy quejando, es una sugerencia, una idea que les doy para que se acerquen a hacer lecturas, charlas”, dice la presidenta, cuyo objetivo principal ahora es ampliar la oferta de actividades y eventos de la casa.

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Linda Peretz convoca a sus colegas para participar en las actividades de la Casa del Teatro (Foto: Maximiliano Luna)

El hall central de la planta baja está repleto de imágenes que recuerdan a cada paso a grandes artistas del cine, la radio, el teatro y la televisión. Hay retratos de Luis Sandrini, Tita Merello, Nelly Láinez, Claudia Lapacó, Norma Alejandro, Alberto Olmedo y placas que recuerdan que el edificio es patrimonio histórico y bien cultural de la Ciudad de Buenos Aires. El espacio luce cuidado y está abierto para que los visitantes puedan recorrer no solo la feria de ropa, sino cada una de las salas en detalle.

Para completar la renovación del edificio, el año pasado el Teatro Regina volvió a la actividad plena. Recibió un apoyo económico del Ministerio de Cultura de la Nación, sumado a las inversiones de la productora que lo dirige en la actualidad, cargo de Ariel Perrotti. El teatro fue acondicionado y puesto en valor con mejoras que incluyeron la fachada, el café de los artistas, el foyer, la restauración de molduras, la renovación de 350 butacas, y el rediseño de un escenario más amplio y moderno. En la cartelera actual pueden verse shows que van del stand up al teatro infantil, pasando por la revista y espectáculos con nombre propio como los que protagoniza Dady Brieva, Aníbal Pachano, Gabriela Acher o Alejandro Dolina.

Linda Peretz en la boutique
Linda Peretz en la boutique de la Casa del Teatro (Foto: Maximiliano Luna)

La casa del teatro está abierta todos los días de 14 a 18 hs., con entrada libre y gratuita. Y los días sábados a las 16, hay visitas guiadas especiales, en las que se accede a los distintos pisos del edificio. Donde el público tiene la oportunidad de ver en detalle los murales de Quinquela Martín ubicados en el foyer del teatro. Fueron donados por el pintor cuando se inauguró el edificio y ahora, restaurados, vuelven a exhibir su esplendor. Todo esto acompañado por la guía de un arquitecto experto en el edificio. Este año la casa también participa de “La noche de los museos”, que será el próximo 23 de septiembre.

La tarde avanza y Linda Peretz conversa con el público que se acerca a comprar y a saludarla. Mientras en su cabeza sigue haciendo planes para el futuro que espera poder concretar. “Me gustaría tener un barcito al lado para poder solventar los gastos de la casa y convertir la cuadra en un verdadero polo cultural”, dice. A sus 81 años, nada parece detenerla.

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