En su foto de WhatsApp, la cara de Claudio Aboy está iluminada por un sable de luz. Mira a cámara y empuña la espada láser—las líneas del rostro se realzan con el resplandor verde— como si estuviera posando para uno de los posters que él mismo hace para Star Wars. Ese es uno de sus trabajos, el principal: realiza ilustraciones para Disney, la compañía que desde 2012 produce y distribuye la mítica franquicia de George Lucas, que luego vende como afiches oficiales. Pero desde antes, mucho antes, Aboy es fanático de la saga. Y ahora, con todo el camino recorrido, transita los pasillos de las convenciones de cómics como una estrella.
Es uno de los nombres fuertes de la Otaku-Con que se hace en Bariloche este fin de semana. En la grilla también figuran el youtuber Magnus Mefisto, los ilustradores Pablo Bernasconi y Salvador Sanz, y los cosplayers Rodrigo Remon, Taishi Bangalter, Kamikaze Capilar, Paw Jerez y Myioru. Es el primer encuentro de cultura pop de Bariloche y contará con todos los elementos estridentes que caracterizan a este tipo de ciclos: manga, animé, cosplays, música, videojuegos, literatura, tecnología. “Lo más importante es el contacto con el público. Y en estas convenciones suele darse de manera más directa, con más tiempo, con más soltura”, dice.
“Acá en Argentina tenemos dos convenciones que a nivel público son muy grandes: Comic-Con y Argentina Game Show, pero uno agradece que se hagan en el interior del país. Acá hay de todo, por suerte”, cuenta del otro lado del teléfono. “Con mi señora dijimos: ¿por qué no participar en todas las que se puedan dar que nos inviten? Ella tiene su emprendimiento: Bebé de Terror. Y lo hacemos tanto acá, en el país, pero también he recorrido toda Latinoamérica. Ya estuve varias veces en Estados Unidos, invitado, y siempre, desde la más chica a la más grande, es una satisfacción. Sobre todo, el encuentro con la gente”, agrega.
Te puede interesar: La deconstrucción llegó a los superhéroes: diversidad sexual, feminismo y conciencia social
“Es que sino el trabajo de uno, no te digo que es anónimo, pero la cara no me la conocen. Si compraron algo mío y vieron la firma o el crédito igual no me conocen. Yo tampoco tengo una devolución del público. Así que los encuentros de las convenciones es la posibilidad de que un fan de Star Wars o de Marvel o antes de DC me diga: ‘uh, me gustó esto aquello’. Y también hablar de fan a fan, porque yo soy un fanático de ese tipo de personajes. Así que muchas veces la conversación ya no versa solo sobre mi trabajo, sino sobre qué te pareció lo último de Disney o lo último de DC”, explica.
Todo el murmullo que se da alrededor de una saga es demasiado complejo como para tildarlo de celebración acrítica, dice Aboy. “¡El fandom es súper crítico! Ni soñando aplauden solamente. Por más que una persona sea fanática de DC o de Marvel o de Star Wars o de Transformers, primero es fiel a una determinada esencia. En general estamos hablando del público mayor, pero el público más joven va por el manga. Y pasa exactamente lo mismo: son muy fieles al producto gráfico que dio origen y si la película o la serie, después, de alguna manera, distorsiona esa esencia, ¡los van a matar! No van a dejar de ser fanáticos, pero la crítica existe”.
Nació en Avellaneda en 1959 y pasó la infancia con lápices en las manos. Mayormente autodidacta, aunque tuvo dos grandes maestros: José Marchi y Osvaldo Walter Viola, alias Oswal. las primeras ilustraciones pagas fueron para un médico flebólogo. Luego llegó la publicidad. “Si bien siempre hice fantasía, me tocó entrar como ilustrador profesional cuando Argentina había perdido las editoriales: había que mandar los dibujos para afuera. Yo mandaba a Norma España y algunas cosas se empezaban a publicar, pero vivía acá de la publicidad o de trabajos para Noticias, Playboy y cosas como hacer tapas para Rata Blanca”.
El quiebre, asegura, fue cuando empezó a publicar tapas en la revista Heavy Metal de Nueva York. En esa época, su esposa mandó muestras a DC Comics y lo contrataron. Fueron tres años que, según sus palabras, “cambiaron todo”: “volver a los superhéroes de la infancia pero de manera profesional: me pagaban por eso”. La relación con DC terminó porque la empresa se mudó de Nueva York a Los Angeles, y Aboy trabajaba “para alguien que no podía mudarse y que era un director en jefe”. En ese momento aparece la convocatoria de Lucas Film. Pero esa historia merece más detalle.
“Una de dos: o es una broma o es una chantada”. Eso fue lo que pensó cuando recibió un mail firmado por Lucas Film, la empresa de George Lucas, creador de Strar Wars. Lo invitaban a que mande trabajos sobre la saga: era una convocatoria de ilustradores para hacer posters oficiales. Lo desestimó enseguida: no encontró ni un ápice de verosimilitud. Meses después, ese mismo año, para la Fiestas, Aboy mandó, como solía hacer, un dibujo por mail a amigos, colegas y ex compañeros de trabajo deseándoles felicidades: una cortesía. Entre las respuestas de agradecimiento, un mail de, otra vez, Lucas Film. “¿Entonces era verdad?”
“La sorpresa y el gusto por hacer algo de lo que igual ya era fanático”, dice. “Luego me proponen hacer lo mismo para Marvel. Ahí abandono totalmente el trabajo publicitario del cual no reniego, pero que no me divertía de la misma manera, y me dedico directamente a la fantasía y a la cultura pop”. Algo de todo esa sensibilidad sigue operando porque, cuando vio la segunda temporada de The Mandalorian, en el último capítulo —no vamos a spoilear—, “me emocioné y no me avergüenza decir que se me llenaron los ojos de lágrimas... porque soy un fan. Pero también porque es una apelación directa a mi juventud y al momento en que vi Episodio IV”.
¿Superhéroe favorito de Claudio Aboy? “Si bien el personaje que posiblemente más haya ilustrado es Batman, pero no sólo para DC sino también en convenciones porque me lo piden, mi personaje preferido, mi superhéroe preferido es Superman. Y en el caso de Marvel mi preferido es Iron Man, aunque reconozco que es un poco más odioso de dibujar porque es casi un robot”. ¿Y en Star Wars? “¡Obi Wan Kenobi, por supuesto! Siempre fue mi personaje preferido y el que ilustré en la primera ilustración que me pidieron cuando me convocaron de Lucas Film. Me encanta ilustrar a Darth Vader pero mi personaje es Obi Wan”.
Algo dice, algo tiene que decir de la cultura todo este enorme universo que crece año a año, día a día, minuto a minuto. “Desde el punto de vista de la narrativa”, empieza respondiendo Aboy, “uno lo puede tomar de una manera muy primaria, muy superficial, pero está la lucha del bien contra el mal, que en general los estereotipos están radicalmente personificados a propósito. Después se podrán redimir, pero Darth Vader es todo lo que es malo y Obi Wan es todo lo que es bueno. De eso no cabe duda. Pero si uno hila mucho más fino se pueden encontrar metamensajes”, dice y puntualiza:
“Conocemos poco, pero ha habido en Rusia un universo de superhéroes, también en China, y cada uno se encargó de politizarlo y de poner su ideología. Y sin ninguna duda Estados Unidos también lo hace. Eso es ineludible y está. ¿Y esto cómo talla adentro de la cultura pop? No lo sé con exactitud. No puedo dejar de decir, por más que sea mi superhéroe preferido, que Superman pelea por el estilo de vida americano. ¿Qué quiero decir? Este tipo de cultura, para bien o para mal, influye en un montón de personas y generaciones. Si es bueno o es malo es un análisis que por ahí no me toca a mí”.
“Y desde el punto de vista de lo estético, es algo que se ha ido modificando”, dice y concluye: “Ahora estamos a punto de ir a una convención que originariamente es otaku, que tiene que ver con el manga y con el animé. Y esa cultura también se metió e impregnó a todo el mundo. La estética del animé, que el hecho de que yo no la dibuje no quiere decir que no la admire, porque aparte del chico era fanático de Astroboy, invadió el mundo y de alguna manera nos afecta y trabaja sobre nosotros. Pero ese análisis es más para un sociólogo que para mí, que soy ilustrador y, además, un fan”.
* Primera edición de la Otaku-Con: sábado 5 y domingo 6 de agosto en el estadio de Bomberos Voluntarios, Bariloche, de 12 a 20 horas.
Seguir leyendo