Camila Peralta como actriz y Martín Bontempo como autor y director son los responsables de Suavecita, uno de los sucesos del teatro independiente de este 2023, que relata con pulso maestro y una actuación deslumbrante la extraña historia de una mujer explotada por un médico en un hospital público que, en una suerte de trance, se transforma y cumple las fantasías sexuales de pacientes moribundos a los que restablece su salud.
Convertida en una suerte de “santita” por sus efectos sanadores, el unipersonal tiene la virtud de pintar una serie de geografías cercanas al desclasamiento del Conurbano a través de un lenguaje anclado en la cotidianeidad y que sabe construirse con los destellos luminosos de unas palabras dichas con la asombrosa fragilidad del personaje pero que resuenan, de a momentos, como dagas.
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Producción de Nün Teatro, la obra se puede ver todos los jueves a las 21 en la sala de Juan Ramírez de Velasco 419 del barrio de Villa Crespo, en una sala habitualmente colmada y en funciones en las que el humor no es ajeno a una construcción extrañada de una realidad que entrega las señas de territorios conocidos: el particular submundo que puede desarrollarse en los pasillos hospitalarios y las vidas marcadas por privaciones y necesidades que enfilan hacia adelante.
“No estamos hablando de nada que no conozcamos, para nosotros un hospital público es algo familiar, yo tuve la mala suerte de tener que estar ahí por una cuestión familiar y entonces el Santojanni es una referencia de un lugar donde tuve que pasar un montón de tiempo. No es que estoy jugando a contar una historia en un hospital, yo estuve ahí adentro, después trabajé 10 años para una empresa donde tenía que visitar diariamente hospitales y clínicas. el hospital publico fue un montón en mi vida”, cuenta Martín Bontempo, autor y director.
En relación con el personaje que encarna, Camila Peralta, que ya trabajó con Bontempo en La piel entre 2016 y 2020, señala que “se fue armando en los ensayos”.
“Cuando leí el texto me fascinó, en ese momento la poesía estaba mucho más en primer plano, Suavecita tenía un decir más poético, más bello para la lectura pero que luego me constaba un poco en escena, de modo que empezamos a bajar a otras cosas, a enrarecer desde otro lugar y lo que hoy termina siendo el lenguaje de la obra es la mezcla que se dio ahí”, destaca Peralta, que es integrante del equipo rotativo de teatro improvisado Los miedos y protagonista, también, de Pequeña Pamela, obra que estuvo en cartel en 2022 en el teatro Sarmiento y que vuelve a escena en septiembre.
—¿Cómo fue esa dialéctica entre actriz-personaje y director-autor para la construcción del lenguaje?
—Martín Bontempo: A mí como autor no me dio temor correrme de lugar cuando el texto no le resultaba orgánico a Camila con el personaje, siempre confié en su punto de vista y me resultó muy valioso su aporte.
—Camila Peralta: Nos pasaba a los dos que, de pronto, en el proceso de elaboración en los ensayos decíamos: “Che, esta frase no la dice Suavecita”, y los dos estábamos de acuerdo. Eso es hermoso para una actriz, porque después nada te queda forzado. Como Martín es actor y es un actor excepcional, entiende los procesos que está haciendo una en escena, y es cierto que cuando algo un personaje efectivamente no lo puede decir no hay manera de que quede en la obra.
—¿Cómo se unió este lenguaje del personaje con el territorio del que forma parte?
—MB: Como autor me gusta trabajar con un tipo de lenguaje cercano a lo coloquial pero que tenga algo corrido. El personaje de Suavecita está situado en algún lugar del conurbano, sin embargo no abraza la forma de hablar que uno podría tener como estereotipo del conurbano. En la obra, no es que Suavecita converse sino que lo que se escucha todo el tiempo es la voz de la cabeza del personaje, eso te permite jugar con una velocidad distinta, con la repetición de palabras; creo que todos esos condimentos más la ternura que aportó Camila en la composición del personaje hacen la particularidad de Suavecita .
—Hablaban de las cosas que descubrieron en los ensayos en relación con los tonos y el modo de hablar de Suavecita, ¿Cómo fue ese proceso?
—MB: Para lo que terminó siendo Suavecita , fue fundamental la manera como pudimos trabajar la disponibilidad que tenía el espacio y la disposición nuestra, porque hubo un tiempo de preparación muy extenso que nos dio la posibilidad de probar algo que no es común que suceda, lo habitual es que los tiempos sean mucho más acotados, lo que lleva a que uno ya vaya seleccionando las hipótesis de puesta antes de meterse en los períodos de ensayo. Acá tuvimos todo un tiempo de prueba-error, de tirar ideas y discutirlas con el tridente creativo que se armó con Camila actuando, Camila Miranda en la asistencia de dirección y yo, los tres estábamos debatiendo ideas y peleándonos para ver cuál era la mejor.
—CP: Sí, gracias al tiempo de ensayo llegamos al estreno diciendo “estamos contentos” cuando es muy común que uno esté rogando por una semana más para seguir ensayando, que nos falta tal cosa, que nunca probamos el espacio, que esto o lo otro, y en este caso ensayamos todos los días en el teatro, con lo cual el espacio ya era parte del cuerpo del personaje.
—MB: De hecho, en términos de características, el personaje antes de los ensayos era bastante diferente a cómo terminó, y una cuestión central fue la ternura que Camila como actriz le aportó para probar esa Suavecita. En el texto original había cierta tensión entre lo suave y lo tosco, donde Suavecita se llamaba suavecita sin serlo y en los ensayos nos dimos cuenta de que funcionaba mucho mejor que Suavecita fuera extremadamente suavecita. Ese es un tinte que Camila le pone a las formas de actuar y hace al personaje mucho más querible, tal vez esa otra Suavecita hubiese sido más distante.
Fuente: Télam S. E.
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