Un diario íntimo de Garfield y la herida que se hace canción: así nació el biodrama del corazón roto

La autora de la obra “Mi corazón fue una trampa para pulpos”, que se presentará los domingos de agosto en el Cultural Thames, cuenta el proceso creativo de esta inquietante puesta en escena

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“Mi corazón fue una trampa para pulpos” se pondrá en escena los domingos de agosto a las 20.30 en el Centro Cultural Thames, Thames 1426 (Foto: Camilo Cespón)
“Mi corazón fue una trampa para pulpos” se pondrá en escena los domingos de agosto a las 20.30 en el Centro Cultural Thames, Thames 1426 (Foto: Camilo Cespón)

“Siempre me he preguntado cual es la función del recuerdo, que no es lo contrario del olvido, sino su reverso.

No nos acordamos, reescribimos la memoria, al igual que reescribimos la historia”

“Sans Soleil”, Chris Marker

El biodrama Mi corazón fue una trampa para pulpos nace de un encuentro y un darse cuenta. El encuentro con mi diario íntimo de tapas amarillas con el dibujo del gato Garfield, escrito desde los ocho años: “hola Garfield, estoy enamorada de dos chicos, pero ninguno me quiere, ¿qué puedo hacer?”. “Querido Garfield: amo con pasión a Agustín A., pero el problema es que no gusta de mí, por eso te pregunto, ¿cómo puedo hacer para que me quiera y mucho?”. “Querido Garfield, aunque el Nahuel le preguntó a la Ana J. si quiere ser su novia, yo sé que el Nahuel y yo en la fantasía somos novios”. Comencé a leer y no pude parar, noté un arrojo y una pasión que no creía recordar. Descubrí también que la última entrada es a los 11 años, después: hojas en blanco. Hasta que retomo la escritura justo antes de cumplir 15, ¿qué pasó en esa época que no dejé registro alguno?

Asistí por primera vez a un seminario de Biodrama en 2017, coordinado por Vivi Tellas, desde entonces quedé asombrada y encendida con la manera de poner la mirada en nuestra vida, para entrar en la ficción. Al final del seminario hicimos una escena cada uno, presencié la transformación de personas, ahora, devenidas en personajes; el paso del tiempo en el cuerpo y el teatro ahí, como intento de capturar algo, sacarle una foto a una emoción, a lo incapturable. Mirar y dejarse mirar como una nueva manera de amar.

Según Jazmín Carballo, la obra surgió en un seminario dictado por Vivi Tellas (Foto: Camilo Cespón)
Según Jazmín Carballo, la obra surgió en un seminario dictado por Vivi Tellas (Foto: Camilo Cespón)

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En 2018, a mis 30 años, encuentro mi diario íntimo en el cuarto de mi infancia, en Córdoba. En ese momento no lo sabía, pero estaba empezando a mirar como lo habíamos hecho en esas clases. Mirar amando. En mi caso era un poco extraño, estaba mirándome a mí, pero en verdad no. Era una versión mía. Una parte que, durante algunos años, quedó relegada.

Volví al seminario en enero de 2021 y ahí fue donde nació el germen de esta obra. Llevé el diario íntimo, compartí esa niña que ama, fantasea y escribe, que actúa, baila, canta, desea y lo expresa. Descubrimos que al crecer se produce su primera herida: a sus 14 años, de un día a otro todas sus compañeras de secundaria le dejan de hablar, no la miran, se alejan y ella no entiende el por qué, el silencio desata una herida y una asociación: ser como soy “está mal”. A partir de ese dolor se apaga la actuación, la danza, el canto y aparece la escritura. La escritura como lugar silencioso donde poder manifestarse, pero resguardada, poder ser sin ser mirada por otros.

Esa adolescente va a crecer, va a mudarse a Buenos Aires para ser actriz y va a trabajar de actuar. Y justo antes de las funciones de sus primeras obras de teatro, será que esas compañeras reaparecerán como fantasmas, haciéndole creer que si actúa nadie la va a querer. La vieja asociación, “ser como soy está mal”, florecerá. ¿Esta herida tiene algo más para decir?

En 2018, a sus 30 años, la autora encontró el diario íntimo de su infancia en su casa de Córdoba (Foto: Camilo Cespón)
En 2018, a sus 30 años, la autora encontró el diario íntimo de su infancia en su casa de Córdoba (Foto: Camilo Cespón)

Cuando encuentro mi diario íntimo, los días eran otros: vivo con un novio que creo que es el amor de mi vida. Leo a la niña que fui, deseando enamorarse desde tan temprano y me veo en el presente: siento una alegría nostálgica. ¿Esa niña estaría orgullosa de la adulta de hoy? Al año y, al igual que mis compañeras de secundaria, ese novio también queda en silencio; un silencio que lo surca y lo aleja. La pareja se rompe y mi corazón también, otra vez. Tengo 31 años y emprendo un profundo duelo amoroso, y comienzo a tener la sensación de que algo tiene que cambiar.

En una entrevista a la escritora Sally Rooney, -quien toma el vínculo amoroso como pregunta central-, habla del dolor y afirma que acceder a la intimidad es aceptar que el otro nos pueda herir: Dejar que una persona entre en tu vida íntima es correr ese riesgo. Da igual si es una relación romántica o entre amigos. Uno abre la puerta al dolor cuando se acerca profundamente a otro ser humano. Empiezo a pensar las heridas como algo inevitable, zonas de dolor y también puertas de acceso a nosotras mismas. Intentar comprenderlo desde el teatro es una manera de poner al dolor en movimiento. Entrar en contacto con otro genera que toquemos heridas que quizás ya estaban ahí y volvemos a ellas en forma de espiral para recibir nueva información. ¿Qué hacer entonces en las relaciones del futuro? ¿De qué nos enamoramos cuando nos enamoramos? ¿Y para qué? ¿Cómo conocer a un otro realmente? ¿Cómo conocer y crecer junto a un otro, en constante cambio y transformación?

"Dejar que una persona entre en tu vida íntima es correr un riesgo", escribe Jazmín Carballo (Foto: Camilo Cespón)
"Dejar que una persona entre en tu vida íntima es correr un riesgo", escribe Jazmín Carballo (Foto: Camilo Cespón)

En el proceso de escritura del biodrama me sumerjo en la infancia en busca de pistas y le doy play a los VHS que mi mamá filmó: tengo 7 años, actúo en el patio de mi casa, cuento historias interminables a cámara. Actúo y al mismo tiempo dirijo a mis amigas en historias donde la magia viene de los espejos, historias de niñas que liberan a otras convertidas en estatuas, clavándoles cuchillos en el corazón, para luego sacárselos y romper hechizos. ¿Cómo conocía estos rituales? ¿En qué se parece un cuchillo en el corazón a un corazón roto? ¿Premonición o destino? ¿Romperse el corazón para romper un encantamiento? Mirar esa niña hoy me hace pensar que en ella vive cierta sabiduría. ¿Qué tengo que descubrir ahora?

Es en una de las clases de biodrama, que Vivi sugiere poner los cuerpos en escena y continuar la escritura desde ahí. Entonces llamo a Ananda Bredice, para que dirija y luego a Uriel Kaufman y a Paula Germino para actuar juntos, por último se suma Victoria Zapata en la asistencia de dirección. Todas amigas que conocí gracias al teatro. El teatro es, en parte, repetición. Repetición y alquimia. Según el filósofo Georges Colleuil, un ritual es algo paradójico ya que se propone repetir algo para salir de viejos esquemas que condicionan. La repetición de un acto es una manera de hacer que el acto no siga repitiéndose. ¿Cuantas veces más se me va a romper el corazón? ¿Romperlo una y otra vez para que deje de romperse?

La palabra símbolo, etimológicamente, es un objeto partido en dos. Según Colleuil el símbolo que define al ser humano es el ombligo. El cordón umbilical nos mantiene unidos al útero y al cortarse es que comenzamos a construirnos como individuos. El ser humano ignora sus raíces, y es el papel del arte iluminar nuestro origen, porque si no sabemos de dónde venimos no sabremos a dónde vamos. Mediante los rituales es que podemos revivir algo que tiene que ver con nuestro origen y del cual estamos separados, el ritual nos permite reapropiarnos de esa parte que creemos perdida.

Jazmín Carballo escribió, dirige y protagoniza “Mi corazón fue una trampa para pulpos” (Foto: Camilo Cespón)
Jazmín Carballo escribió, dirige y protagoniza “Mi corazón fue una trampa para pulpos” (Foto: Camilo Cespón)

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Estrenamos la obra el 26 de noviembre de 2022, día en que cumplo 35 años, el ritual se multiplica y se “repite” cada vez que damos sala. Este año continuamos con las funciones, las preguntas se renuevan, la actuación nos transforma, se expande, crece, crecemos. Hacia el final de la obra proyectamos un electrocardiograma, el que me hago la última vez que se me rompe el corazón, a los 31 años. Cada vez que lo miro pienso en un pentagrama, las ondas que suben y bajan marcan una melodía: para develarla llamo a otro amigo, Eduardo Valdés, con quién componemos la música que interpretamos en escena junto a Paula y Uriel. Una herida también puede ser una canción.

Parafraseando a Couilleul, un ritual crea vínculos y además se expresa en experiencias conjuratorias, el ritual nos recuerda que pertenecemos a algo más grande que nosotros y permite recuperar la sensación de unión. Mi corazón fue una trampa para pulpos de alguna manera es un intento de eso, una historia particular que es parte de algo más grande. El teatro como manera de reescribir nuestra biografía, darle otra mirada a lo que nos paralizó, para liberar algo de eso en el presente, para vivir y crear con libertad, compromiso, ternura; esta obra es nuestro mordisco de fe al pastel del futuro.

* Mi corazón fue una trampa para pulpos” tiene sus funciones los domingos de agosto 20:30 hs. en el Cultural Thames (Thames 1426).

** Dramaturgia: Jazmin Carballo. Actúan: Jazmín Carballo, Paula Germino, Uriel Kaufman. Vestuario: Segundo Etchebehere. Luces: Tomas Capelli. Animación: Bianca Montelparte. Diseño Gráfico: Pilar Sahagún. Video y fotografías: Camilo Cespón, Liliana Malem, Tadeo Pestaña Caro. Música: Jazmín Carballo, Eduardo Valdes, Ezequiel Acosta. Asistencia de dirección: Victoria Zapata. Dirección: Ananda Bredice, Jazmin Carballo.

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