(ENVIADO ESPECIAL) Argentino es argentino donde sea. “Venite que estamos haciendo una tramoya de birra”, dice Martín Furia, porteño, guitarrista de la leyenda thrash metal alemana Destruction, a ver si sale algún descuento, como diciendo algo que solo un compatriota podría entender, en medio del dolor del dólar tarjeta y en la pileta de un resort en Bimini, Bahamas, donde una lata no cuesta menos de diez dólares.
Junto a él está Randy Black, el baterista en su banda, un canadiense flaco que como músico, básicamente, ya lo hizo todo. “¡Decile con quiénes tocaste!”, le insiste Martín. Randy sonríe, abre una lata y comienza: Alice Cooper, Bonnie Tyler, W.A.S.P, Primal Fear, Annihilator. Schmier, el líder y creador de Destruction, su bajista y cantante, de casi dos metros de altura, uno de los forjadores originales del thrash alemán junto con Sodom, Kreator, Violent Force y Tankard, con tatuajes hasta los nudillos, se echa bajo un gazebo con su novia, mojado de pileta.
Martín sonríe como si un viaje de egresado jamás terminara en su cabeza. Mientras tanto, En el agua del Caribe, pandillas de heavies borrachines aplauden en el mar sin olas como haciendo solos de batería. Forman círculos donde agitan parlantes a prueba de agua donde suenan clásicos de metal, todo mientras intentan que sus iPhones no se ahoguen, trazan estrellas satánicas en la arena mojada con sus ojotas.
Hay alemanes y finlandeses que escapan del frío cruel del otro lado del mundo, latinos estadounidenses -los más heavies de todos-, otros argentinos que llevan la camiseta celeste y blanca para demostrar quién es el campeón.
No muy lejos sobre el Caribe, se encuentra amarrado el crucero Freedom of the Seas, uno de los barcos más poderosos de la línea Royal Caribbean, 338 metros de eslora, 14 niveles y una tripulación de más de 1300, con todo lo que un crucero sobre el Caribe implica. Este es el día de playa del 70000 TONS OF METAL, el crucero heavy metal más grande del mundo, el Disneyworld de los adultos del metal que llevó a 2700 asistentes desde Miami hasta Bahamas desde el 29 de enero al 2 de febrero últimos.
Esta semana, el crucero lanzó a la venta sus entradas para su viaje de 2024, desde Miami hasta Puerto Plata en República Dominicana para luego regresar, desde el 29 de enero hasta el 2 de febrero. Tocarán 60 bandas. El cartel es tentador: Sodom, Unleashed, Grave Digger, Epica, Nile, Blind Guardian, Lord of the Lost, My Dying Bride, entre otros. Angra, una leyenda del metal brasileño, filmará un DVD.
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También 60 bandas a bordo este verano. Destruction fue una de ellas, junto a nombres clave del género como Kreator, Dark Tranquillity, Nightwish e Hypocrisy. El día anterior al desembarco en Bahamas, realizaron en la cubierta principal, una descarga de muerte y aceleración en la brisa del Caribe.
Frente al escenario, por ejemplo, había un jacuzzi.
“Esto es diferente, el setup es distinto a un show de metal, la estructura, es un concepto muy diferente, un barco que se mueve en el Caribe. Pero la energía era la misma, la gente estaba prendida fuego. Nosotros teníamos muchas ganas de tocar. El último show que hicimos fue en octubre y después no ensayamos más. Salimos a matar. Y en estos festivales te cruzás con músicos con los que no te cruzás hace diez, quince años”.
“Destruction hace 40 que está. Todos fueron superpositivos, elogiaron las dos guitarras. Lo felicitaban a Schmier por no dejarse caer, es difícil. Se te va un miembro fundador, es un legado que tomás con mucho respeto. Tenés la responsabilidad de hacerlo como corresponde. A Destruction yo lo escucho desde pendejo, tenía el poster de ‘Infernal Overkill’, el segundo disco. Tocamos para tipos que tienen 55 años”, dice Martín.
“Esos tipos dicen: ‘El legado está en buenas manos’. Dejamos la vida en el escenario. Por eso Schmier nos eligió. Ese es nuestro triunfo como intérpetes”.
Decir “desde pendejo” no es algo fortuito. Martín es un pionero en el metal argentino, uno de los encargados de renovar el género a mediados y fines de los 90, junto a grupos como Vrede. Su banda, Jesus Martyr, dio un giro en la historia del heavy porteño con una forma de modernidad sin ridiculez, concentrada en discos como Sudamerican Porno y The Black Waters. Ingeniero de sonido y productor, fue parte de Manso Jeremías, de proyectos como Bark o Furia, bajista en giras europeas de los activistas grindcore porteño The Killing, trabajó con grupos como Avernal, Dragonauta, Toxik y Nervosa detrás de los controles.
A Destruction -con los que grabó su último LP, Diabolical- llegó como sonidista. Trabajó durante cinco años con la banda. Luego, en agosto de 2021, Mike Sifringer, su guitarrista fundador, decidió dejar la banda.
Martín, que sabía las canciones de memoria, estaba en el lugar y en el momento justo.
“Dejé Argentina hace 15 años, en 2006. En enero de 2007 ya me quería quedar acá. Yo vine de vacaciones. La compañía aérea que me trajo, Air Madrid, quebró. La idea era quedarme, volver, juntar un mango. Pero me empezó a ir muy bien acá. Empecé como plomo de una banda de ska. Les faltó el sonidista y me quedé ahí, Amber Gypsy Ska Orchestra se llaman. Entonces, tomé la decisión de solo hacer metal. Eso desembocó en muchísimos años, muchísimas bandas”, sigue.
“Y nunca renegué”, asevera: “No tengo nada de qué renegar. Yo soy un agradecido de la vida, de lo que me tocó vivir. No me fui queriendo irme, me sucedió, lo abracé como una oportunidad. Tomé las decisiones que creía convenientes, me he equivocado. Todos hemos tenido altibajos. Te encontrás con vos mismo en el fondo del pozo. Pero nunca es el final de nada. Lo que nosotros hacemos, el esfuerzo que yo le puse a ser un músico de metal en Europa sí me dio frutos más rápido, porque hay un mercado más grande. Este crucero es una iniciativa europea”, continúa.
-Cuando ves el discurso de “la salida es por Ezeiza...”, “país de mierda...”
-Si ves eso, le estás prestando atención a cosas que no deberías. Eso de “prefiero lavar platos en Munich...”, ni en pedo. Son boludeces.
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