Charles Dutoit nació en Suiza hace 86 años y en su extensa carrera como director de orquesta dio la vuelta al mundo en un sinfín de oportunidades, durante las cuales tuvo el honor de presenciar ensayos de Igor Stravinsky, creador de La Carrera del Libertino, ópera que se presenta en el Teatro Colón el jueves 20, domingo 23 y martes 25. Al margen, Dutoit participa del Festival Argerich, donde dirigirá el cierre, el domingo 30.
“Yo vine a Argentina por primera vez en 1958 como violinista, tocando en un grupo de cámara en el Teatro Colón, creo que era la segunda temporada del Mozarteum. Fue un viaje muy interesante porque estuvimos 18 días en barco, con escalas en Brasil y África. Había una epidemia de gripe asiática y estuvimos varados en Santiago de Chile porque la frontera estaba cerrada. Estaba el famoso guitarrista español Andrés Segovia, que no tocaba con nosotros, pero sí era parte del pasaje, y con sus conexiones consiguió permisos para cruzar a Mendoza en micro”, recuerda Dutoit en una entrevista en un hotel de Buenos Aires.
Campechano, políglota gracias a los tres idiomas oficiales de su país (suizo-alemán, italiano y francés), también habla inglés y español (estuvo casado con Martha Argerich, con quien tiene a su hija Anne). Mezcla un poco de cada idioma al momento de hablar, quizá no por desconocimiento, sino por buscar la palabra justa que exprese lo que quiere decir.
“En esa primera visita, tocamos en Mendoza, Rosario y Buenos Aires. En los 60 ya vine como director. En Montevideo fue el primero y aquí, lo hice con la Sinfónica Nacional en el Teatro Cervantes. También vine con Martha muchas veces. Tocamos en el Colón, en el Cine Rex... otras veces vine con la Sinfónica de Francia y la de Montreal”, rememora este director que tiene 25 giras por China y una treintena por Japón. Junto a su esposa, la violinista canadiense Chantal Julliet, está armando su archivo, que incluye 70 presentaciones en Estados Unidos.
La travesía por Buenos Aires todavía no la tiene documentada, pero a lo mencionado, le suma el ciclo de óperas de Richard Wagner entre 2002 y 2004 (“quedó inconcluso por el cierre del Teatro por una remodelación”, recuerda) y la apertura de los conciertos de este año con “Resurrección”, de Gustav Mahler, en un colmado predio de La Rural.
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“El público ha cambiado, en el sentido de que nosotros somos viejos y los jóvenes tienen otros gustos. Pero aquí, en Argentina, noto que el público está muy bien. Es muy respetuoso. En otros lugares -se limita a no mencionarlos- la gente sale corriendo de la sala a buscar sus autos. Aquí, no, hay más diálogo”, reconoce Dutoit. A las presentaciones mencionadas, se le suma otra más el 12 de agosto con la famosa obra coral Juan De Arco, de Arturo Honneger.
Durante su exquisita carrera, el director nacido en Lausana se especializó en partituras de Wagner, Maurice Ravel, Giuseppe Verdi e Igor Stravisnky, con quien tuvo el gusto de compartir ensayos y tener charlas en 1959 en Nueva York. Justamente, es una obra del compositor ruso la que dirige, estrenada en 1951 en Venecia, y que cuenta con la particularidad de ser la más larga (2 horas 45 minutos) de las tres óperas que el oriundo de San Petersburgo compuso, y, además, en inglés.
“Es una ópera en inglés, que es algo bien diferente. Las óperas son en italiano o alemán. En italiano es más fácil por la lengua, pero en inglés es bien difícil. Nosotros hablamos inglés, pero es difícil para cantar y entender... el recitado para la conversación es fácil. Pero la parte poética y filosófica es más difícil para cantar. Acá tenemos un elenco muy bueno, el personaje principal de Tom Rakewell (el tenor Ben Bliss) es el mejor del momento”, dice sobre la obra que tiene dirección de escena del genial Alfredo Arias.
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— La Carrera del Libertino no tuvo un gran éxito de la crítica en su estreno y en el Colón no se presenta desde 2001. ¿Qué lugar ocupa dentro del mundo de la ópera?
— Es particular porque es una obra escrita para una orquesta más pequeña que, por ejemplo, Wagner o Verdi, pero más grande que una de cámara. Está como en el medio. Es pequeña porque tiene 2 flautas, dos oboes y tres clarinetes. Óperas de Wagner, tienen tres o cuatro de cada una. Y también tiene un clavecín para la parte de los recitados, como Mozart. Es un estilo clásico, tonal, pero en cada página tiene la firma de Stravinsky; no es una cosa del Siglo XVII. Hay momentos muy de Mozart, pero no tiene nada que ver. Se puede tomar algo, es un acercamiento. Es clásico porque no tiene esas partes que resaltan como el “parabam parabam parabam bam bam” (tararea a capella la famosa parte de “La Caballeriza”) del Guillermo Tell, de Rossini, por ejemplo. Pero hay cosas tácitas, como en el Siglo XVII, en la melodía... en la armonía es donde encontrás a Stravinsky.
— Además, es una obra muy moderna. Uno está acostumbrado a que la ópera sea del Siglo XVIII o XIX y ésta es de mediados del Siglo XX, casi una rareza.
— La Carrera del Libertino no ha tenido un éxito inicial con la prensa y los críticos. Pero en el púbico el éxito fue rotundo desde el primer día. Es una ópera clásica, muy cercana a las obras del Siglo XVII, pero no es neoclásica. Stravinsky es un compositor clásico, al revés de ser un compositor romántico, él siempre está fuera de las cosas, no como el romanticismo, en el que hay mucho personal. Stravinsky es un artesano, pero fuera de las cosas. Esta es una obra fantástica, mi esposa, que no conocía mucho la ópera, viene todos los días al ensayo con la partitura porque quedó fascinada.
— Usted va a presentar conciertos sinfónicos, uno coral y una opera este año. ¿Qué diferencias hay en la gestación de cada uno?
— Ensayar un ópera es más lento porque, por un lado hay un diálogo con el director de escena. Y luego está el tema de los cantantes, que al estar tocando desde la fosa, de abajo del escenario, a ellos los tenemos más lejos que en un concierto. Para un concierto vocal no necesitamos tanto ensayo, pero para las óperas hace falta mucho trabajo. La distancia es diferente. Cuando los cantantes están más cerca, el contacto es inmediato. Pero cuando estamos desde el foso, hay un tema de sincronización que remediar. Los problemas de la ópera son muy específicos.
Fuente: Télam S. E.
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