De vez en cuando, hace bien volver a Alex Katz. Sus piezas irradian cierta frescura que en lo cotidiano –o al menos en cierto cotidiano– hace mucho bien. Mirar un espejo de agua puede convertirse en hipnótico, por tanto en calma. Pero también lo puede ser mirar un prado de margaritas. ¿Será esa la búsqueda de Katz?
En Vista al mar conjuga ambas, lo que llevaría a pensar que lo importante es perderse, mirar hacia una nada, o sí, hacia un punto fijo. Como cita el comentario de la Tate, donde se encuentra alojado, esta obra condensa, conjuga, dos de sus temas favoritos, flores y paisaje. Sin embargo sería válido sumar uno más: el mar. Y si se tironean más hilos, el cielo diáfano podría sumarse a la lista. De su extensa obra –Katz está próximo a cumplir 96 años el 24 de julio y según se sabe, pinta todos los días–, muchas pinturas contienen paisajes marítimos, orillas –como en este caso–, personas en las cubiertas de cruceros, o sentadas en muelles.
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Una de las características de Katz es su capacidad se destaca para capturar la esencia de objetos y sujetos con un enfoque directo y una estética minimalista. Sus retratos suelen presentar figuras a gran escala, con rasgos faciales simplificados y contornos precisos. A menudo, utiliza colores vibrantes y contrastantes para resaltar los rasgos distintivos de sus sujetos. Esto, tal vez, a diferencia de lo que sucede con sus paisajes lo torne inquietante como retratista. Sus planos son primeros planos, colocan al observado y al observador en una indisimulable tensión.
Lo que si es compartido por igual entre paisajes y retratos es el uso del color. Con raras excepciones –como el caso de West 1, de 1998–, sus paletas son vibrantes y luminosas. Otra coincidencia, que a la vez se torna una maestría, es el minimalismo en las pinceladas que, sin embargo, le otorgan una frescura y naturalidad únicas, precisas, preciosas.
Sus paisajes son planos, pero aunque parezcan simplificados a primera vista, transmiten una sensación de presencia y atmósfera. Utiliza pinceladas amplias y seguras para crear una sensación de movimiento y energía, de modo que captura la luz, el espacio y la relación entre los elementos naturales de una manera distintiva. Los colores contrastantes en sus paisajes le permiten evocar una sensación de vitalidad y capturar la esencia emocional de un lugar. A través de su estilo simplificado y su enfoque directo, Katz logra transmitir la belleza y la esencia de los paisajes de una manera única y evocadora.
Sus representaciones de la naturaleza, como bosques, playas y campos, están simplificadas hasta su esencia, eliminando los detalles superfluos y reduciéndolos a formas y colores básicos. Esto crea una sensación de armonía y serenidad en sus obras.
Las representaciones del océano suelen, en Katz, presentar una línea horizontal que divide el lienzo, simulando la línea divisoria o,como sucede en este caso, una sutil línea blanca que bien podría tratarse de espuma en la orilla. Las pinceladas amplias y seguras por su parte, crean una sensación de movimiento en el agua, capturando la energía y la bravura del mar.
El enfoque de Katz en la simplicidad y la reducción de detalles en sus pinturas son las que crean,finalmente, la sensación de calma y serenidad. La paleta varía desde tonos suaves y sutiles hasta colores más audaces, para evocar las diferentes tonalidades y estados de ánimo del océano en diferentes momentos del día y condiciones climáticas.
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