Un hombre que perdió su ojo tras un disparo, en una manifestación en Colombia. Otro primer plano pone el foco en un chico que sólo conserva su ojo izquierdo. Un joven quedó ciego: le tiraron a ambos ojos. Estos retratos que estremecen, junto con imágenes de la represión violenta en Colombia, Líbano, Chile, Francia y Hong Kong, integran Los ojos desiertos, la exhibición de Gabriela Golder que forma parte de Arrancar los ojos, un proyecto de investigación que la artista inició a partir de la represión violenta en Chile, donde cientos de manifestantes sufrieron lesiones oculares permanentes.
Parte de esta producción se exhibió este año en la Bienal de Sharjah, en Emiratos Árabes, y se expondrá en Bogotá a partir del 17 de agosto en Fragmentos, espacio de arte y memoria creado por Doris Salcedo. Allí, Salcedo presentó una emblemática obra colaborativa construida con el metal fundido de las armas que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) entregaron al gobierno de Colombia como parte del “Acuerdo humanitario” con el que se ponía fin al conflicto armado.
Cuando leyó las primeras noticias que consignaban los disparos en los ojos, Golder comenzó a investigar sobre un hecho que sintió atroz e inexplicable. “En Chile, al día de hoy hay más de 500 víctimas de mutilación ocular. Esta metodología represiva se inició en los años setenta con el conflicto palestino israelí. Se le decía el derecho a mutilar. Por convenciones internacionales, no hay ley que prohíba ese derecho”, dice Golder en diálogo con Infobae Cultura, en donde cuenta además que encontró material de archivo de esta misma metodología represiva implementada en Francia, Chile, Líbano y Hong Kong.
Marcar para siempre, anular la mirada, borrar los ojos, desaparecerlos, secuestrarlos. Son algunas de las ideas en las que la artista no podía dejar de pensar y transformó en potente video instalación. Recopiló material de archivo de medios (la mayoría alternativos) de los cinco países. Viajó a Colombia para entrevistar a víctimas de pérdidas oculares entre 2016 y 2022. Todos son jóvenes, menores de 25 años, de barrios populares o de universidades, dentro de las cuales también recibieron disparos.
Además del material de archivo de las violentas represiones, en el video Ensayo de la resistencia se incluyen puestas en escena donde los personajes se resisten a la violencia ocular. Y Desde el campo de batalla condensa una cronología de los hechos violentos ocurridos en Francia, Chile, Hong Kong y Colombia, relatados por periodistas y locutores de esos sitios.
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Hay también imágenes de cráteres que Golder vio en Neuquén: “Pensé que esos cráteres que son como ojos podían metafóricamente recoger a los ojos arrancados hasta que tuvieran la posibilidad de volver a los cuerpos”.
Otras muestras en Fundación Andreani
En el primer piso de Fundación Andreani, en Cinco movimientos para el vacío, Amadeo Azar pone el foco en el lugar que ocupó el paisaje pampeano en nuestra historia nacional, su rol central durante la conquista y cómo devino un espacio hostil e insondable denominado el desierto, cuando no lo es. Con cinco composiciones musicales creadas por el artista, la exhibición, que incluye cerámicas, dibujos y pinturas, es un espacio inmersivo –creado con economía de recursos— y absolutamente teatral.
Con partículas de plástico trituradas y luego molidas sobre papel, Nicolás Gullotta hizo Poly. Este es un material que le interesa desde hace tiempo: investigó y hasta realizó una residencia en Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Seúl, en Corea, para estudiar los alcances y diferencias en el uso del plástico en Oriente y Occidente. Con curaduría de Alfredo Aracil, la muestra integra la obra sonora de Ailín Grad, Desafíos III: El demonio de la analogía.
“Me interesa mucho este material por sus características alien, en los tres sentidos de la palabra: alien como lo extraño; alien como un cuerpo que invade otro cuerpo o un territorio, y, por último, lo alien como la capacidad de producir ficción o narrativa especulativa dentro de la ciencia”, dice Gullotta.
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Estas partículas de plástico que flotan y que no vemos tienen la capacidad de llegar a cuerpos y superficies. Los resultados son alarmantes. En estudios recientes de detección de trazas de plástico en sangre, heces y placentas de mujeres embarazadas, se detectó plástico del que se usa en las botellas, y poliestireno con el que se fabrican las bolsas.
“Desde un punto de vista etológico, el entusiasmo del plástico (en griego antiguo entusiasmo significa fogosidad de inspiración sobrenatural) recuerda la forma de propagarse de algunos virus especialmente agresivos. A través de los poros sudoríparos y otros agujeros, los restos de poliéster atraviesan nuestra piel, accediendo a un grado de intimidad con el organismo que hace difícil seguir sosteniendo la diferencia entre biología y tecnología; naturaleza y sociedad”, escribe Aracil en el texto de sala.
Esa ineludible simbiosis entre materiales tóxicos y humanos es el eje de esta exhibición donde Gullotta se cuestiona cuánto hizo el hombre para producir e impulsar este “material geológico del futuro”.
En su reciente residencia en el Moderno y el Contemporáneo de Seúl, Gullotta investigó qué se hace con el plástico en el primer mundo. “Mientras nosotros intentamos reciclarlo –y al hacerlo le estamos dando mucha más vida— en los países desarrollados no les importa reciclar: lo tiran, lo queman o lo llevan a un país del tercer mundo para reciclar”, señala. Y añade: “Ya estamos intoxicados. El planeta está intoxicado y esa es la realidad que me interesa plantear”.
Como una entidad autónoma, dejando su huella imborrable y ominosa en el interior de los cuerpos, este nuevo organismo formado por partículas suspendidas es capaz de desplazarse de un sitio a otro.
* Las muestras de Gabriela Golder, Nicolás Gullotta, Ailín Grad y Amadeo Azar se presentan en Fundación Andreani (Av. Pedro de Mendoza 1981, La Boca), de jueves a domingos de 11 a 18 hs., hasta octubre.
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