Hacer un disco, dice Daniel Maza, es una necesidad que cada tanto le pide el cuerpo. “Y en mi caso particular –agrega-, es sin tiempo. No me puedo sentar a hacer un disco; para mí va naciendo muy de a poco”.
Quizás por eso cada nuevo registro del músico uruguayo, todo un referente de la música del Río de la Plata, es una fiesta para sus devotos seguidores. Los que ahora seguramente disfrutaran del recién editado Melomazeando, que presentará el próximo sábado 22 en doble función, en Bebop Club del barrio porteño de Palermo.
—Para estas presentaciones vas a estar con los mismos músicos con los que grabaste Melomazeando, tu reciente disco, algo poco habitual…
—Yo siempre busco eso. Porque cuando grabás un disco elegís los músicos que te gustan o que crees que mejor van a interpretar lo que escribiste. Y el disco queda bárbaro. Pero luego las agendas son todo un tema. Y muchas veces no podés contar con ellos más allá de la presentación o de algún show en particular. Por suerte a mí se me dio todo bien. Por un lado, pude hacer un disco con los músicos con los que toco siempre, otra cosa que tampoco es tan sencillo. Y por otro, puedo llevar el trabajo a todo el país o a Montevideo, adonde vamos próximamente, con estos mismos músicos. Eso está buenísimo.
—Una situación ideal…
—Claro. Lo que pasa es que la música que hacemos nosotros, es muy comunicativa. Tan de miradas, que te llegas a entender totalmente con tu compañero. Entonces en el escenario no hace falta que te diga si está triste o alegre porque vos lo notás en la música. Lo notás en la manera en que toca. Así de profundo es el entendimiento entre músicos que se conocen.
—¿Y el público también percibe ese entendimiento?
—Y yo creo que sí. Mirá, la última vez que tocamos con el Trio Oriental, la gente estaba totalmente asombrada de cómo nos entendíamos con Hugo (Fattoruso). Cómo nos mirábamos y nos reíamos mientras tocábamos. Pero es algo natural. No debería causar asombro. Es lo que qué sucede cuando se hace música con gusto y con libertad. Por eso un mismo tema tocado tres veces en la misma noche, va a sonar siempre distinto. Y eso es lo que nos apasiona y nos llena de placer.
—En esto que mencionas hay una paradoja. Los shows siempre son posteriores a la grabación. Entonces los músicos terminan conociendo los temas mucho mejor que cuando los grabaron.
—Totalmente. Es así. Pero nunca pude modificar eso que decís. Uno escribe la música, la comparte, la toca con sus compañeros y finalmente la graba. Pero después, cuando el tema empieza a caminar en los shows y lo hacés una noche y después otra y otra; el tema va mutando. Se va enriqueciendo. Y uno dice ¡Paaaa...esto tendría que haber estado cuando lo grabamos! Lo ideal sería hacerlo al revés. Salir a tocarlo y grabar un tiempo después. Pero es difícil modificar eso.
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—Grabar, como decís, es una necesidad que te pide el cuerpo…
—Y es así de cierto. A tal punto que nunca se cuándo se va a hacer el disco. Yo voy haciendo los temas, pero no tengo el registro como un destino concreto. Mirá, cuando tocábamos con Osvaldo (Fattoruso) y Abel (Rogantini), podíamos hacer un disco por año. Después eso se fue pausando y vino un disco cada tres años. Y después cada cinco. No nos poníamos fechas. Fijate que Vo!!!, mi disco anterior, es del 2015. Yo no puedo programar.
—¿Por qué no podés programar?
—Porque hay veces que no puedo componer, no me sale. También hay veces que sucede al revés. Me cruzo con mis nietos, el Benja o el Astor y de inmediato me sale un tema para ellos. O de pronto hay un recuerdo que me dispare otro tema. Y recién ahí, cuando comienzan a salir uno atrás del otro, sé que tengo un disco en camino.
—¿Te ha sucedido de tener ya el compromiso de grabar y que te falten temas?
—Me pasó puntualmente con el disco anterior a este. Ya tenía fecha y me faltaban cinco temas. Entonces una noche le dije al Sapo (Fabián Miodownik), que se viniera a casa y trajera el cajón. Nos encerramos a trabajar y esa misma noche terminé los cinco temas que me faltaban.
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—¿Cuál es tu método para componer?
—Siempre empiezo por la melodía. Luego le busco los acordes. En cuanto al ritmo, lo primero que me sale es el candombe. Después que más o menos lo tengo, le voy probando distintas ropas. Lo voy cambiando de ritmo. Lo pruebo en salsa, lo pruebo en funk, en balada, en 6x8, o en ritmos compuestos. Y así voy descartando hasta que encuentro uno que le va perfecto al tema. Entonces me grabo y se lo muestro a los muchachos. Luego ellos hacen su aporte.
—Pero más allá de géneros y melodías, el candombe siempre está.
—Es que mi música se va para ahí. Y me encanta. Porque me gusta el ritmo. Y el candombe tiene un ritmo muy lindo. Es la esencia de todo lo que yo hago. Cuando yo empecé a hacer solos, a improvisar, cada vez que me elogiaban yo pensaba que me estaban cargando. Porque me comparaba con los miles de bajistas que me gustan. Hasta que me di cuenta que yo improvisaba... Como yo. Yo tocaba como yo. Y trabajé eso. Puede gustar o no gustar, pero soy yo. Como me dijo alguna vez Lincoln Goines, un bajista que yo admiro: “Hay gente que le gusta como toco y gente que no le gusta. Yo toco para los que les gusta” (risas) y yo me sumo a eso.
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—Tenés pocos temas tuyos con letra. En este disco uno solo, el que cierra el disco: Candombe pa´la.
—Es que tengo mucho respeto por la gente que escribe letras. Tengo algunas composiciones con María Volonté, con Raúl Carnota, pero no es mi fuerte la letra. La música siempre me cuesta menos. No digo que me resulte fácil, digo que me cuesta menos. De hecho, ahora Hugo Fattoruso me mandó un bolero para que yo le ponga letra y todavía no se me ocurrió nada…
—¿Y cómo surgió entonces Candombe pa´la?
—Ese me salió de una. Es algo que compuse para “La Piojo” (Patricia Zappia, su esposa). Fue un día que nos peleamos y ella se fue a comprar al chino y yo me encerré a hacer una canción del enojo. Pero me salió un tema de amor. Recién me lo aceptó como a la semana. (Risas). Pero como te digo, cada vez que me siento a escribir una letra, me parece que suena ridículo. A mí me gusta como escribe Chico Novarro. Con ese lenguaje tan simple, sin palabras rebuscadas. (Canta): Quiero saber, cómo te arreglarás para ser, la misma chiquitina que ayer, jugó con mi querer. Te das cuenta. Más simple que eso es imposible. Es increíble.
—Decís que las letras no son tu fuerte, pero si disfrutás de cantarlas…
—Eso seguro. Me encantan. Tengo tantas noches de bolero que ni te imaginas. Y ahí me paso cantando toda la noche. Porque yo a los boleros me los creo, sabés. Son historias que me pegan de lleno en el corazón.
* Daniel Maza (bajo y voz), Fabián Miodownik (batería), Leandro Marquesano (piano), Ramiro Cubilla (guitarra) y Agostina Bertozz (percusión) se presentan el sábado 22 de julio a las 20 y 22.45 h en Bebop Club (Uriarte 1658, C.A.B.A.)
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