¿Qué tanto le gusta a Viggo Mortensen la poesía argentina? Podemos empezar con una casualidad a modo de ejemplo. Es sábado por la mañana y la poeta Dolo Trenzadora está caminando por Palermo con mucha agitación luego de haber presentado la noche anterior su nuevo libro: Se rompe el gualicho (Promesa). De pronto se cruza a un tipo rubio, que carga un cigarrillo entre los dedos de la mano derecha y que tiene cara de estrella de Hollywood. Está solo. Entonces, decir que es una estrella solitaria no es una equivocación. La pregunta de la poeta es inmediata para que no se destruya la magia: ¿Vos sos Viggo Mortensen? La respuesta es afirmativa. La segunda pregunta es más rápida todavía: ¿Te puedo dar un libro? Nuevamente: la respuesta es afirmativa. Y a continuación, la estrella solitaria agarra el libro y pregunta: ¿lo escribiste vos y es de poesía? Dos veces: sí. “Después le pedí una foto y él me dijo que sí pero que sea una selfie de los dos. Y nos sacamos la foto con él mostrando el libro y eso fue todo. Yo me sentía aparato y border, pero gedienta jamás”, cuenta ahora mismo la poeta. Así fue como la estrella solitaria se quedó con un libro de poesía contemporánea argentina recién salido del horno y la selfie apareció en el Instagram. Podemos decir que la poesía argentina encontró a Viggo Mortensen una vez más. Cara a cara, sin intermediarios: dos poetas intercambiando figuritas en la calle y a plena luz del día. Si existe algo así como el destino: acá hay una señal clarísima.
Un día después, el domingo 9 de julio que está marcado a fuego en el almanaque como día de la independencia en esta parte del mundo, tiene lugar la segunda fecha de la pequeña gira de Viggo Mortensen en Argentina para presentar su libro de poesía Ramas para un nido (Vox/Lux). La cita es en La Cúpula del CCK, una de las salas más preciosas en estos momentos para realizar cualquier tipo de evento. Para las 18 hs cada una de las sillas está ocupada. El lugar está lleno pero hay mucho espacio para caminar y para que el aire corra. Hay espacio. Este es un evento de poesía pero con más fotógrafos que lo habitual. Sin embargo, circula cierto respeto por el silencio y la palabra. Acá no hay fanáticos de Aragorn y El señor de los anillo. O si los hay se cuidan de no arruinar el momento con afecto desmedido.
En el escenario dos sillones sobrios y una mesa ratona con dos vasos y una jarra de agua encima. Eso es todo. La presentación va a correr por cuenta del poeta Fabián Casas. Una dupla que ya se conoce hace tiempo: por haber trabajado en varias películas (Jauja y ahora la celebrada en Cannes Eureka), haber leído juntos en Barcelona hace unos años y hace unos días en Bahía Blanca. A esto se le puede sumar un amor real que los trasciende y es por el club San Lorenzo de Almagro.
18:09 hs aparecen en escena el editor de Vox/Lux, Gustavo López, Viggo Mortensen y Fabián Casas. El primero en hablar es el editor. Lo hace brevemente y da paso a la charla entre los poetas. Pero antes de comenzar, Casas destaca el trabajo extraordinario de López. Lo que lleva a pensar a su trabajo editor como una de las formas de la poesía. En ese sentido, que el libro de Viggo salga por Vox/Lux (una editorial independiente de Bahía Blanca) pone en relevancia la importancia del proyecto editorial que lleva adelante López hace más de tres décadas. El valor de su catálogo, para la poesía argentina y la cultura en general, es incalculable y trascendente. Ya hizo historia y dejó su huella. Que Viggo lo haya elegido para publicar en esa casa no hace más que confirmarlo.
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En su prólogo a Ramas para un nido escribe Casas: “Nunca entendí por qué algunas personas creen que hay cosas imposibles de lograr. Creo que la mayoría de las veces es el sistema el que trabaja para quitarte la potencia de la alegría y la posibilidad de la emancipación. Lo único imposible es la inmortalidad. Mortensen es una persona que vive la mortalidad de una manera constante. Por eso es un hombre que esté siempre presente y en estado de disponibilidad. Sin ese estado de disponibilidad. Los poemas pasan por al lado y no los ves, no los podés escribir.”
Son palabras que cuando Casas las lee durante su intervención se alcanza a comprender qué hace una estrella de Hollywood en esta parte del mundo para presentar, sí, sus poemas: simplemente quiere acercarse a la poesía y a una tierra (Argentina) que está en su ADN y tiene a la poesía como una de sus mayores zonas de experimentación violenta, búsqueda lingüística e insistencia en su rastreo de la belleza. Lee Viggo uno de sus poemas (“El pelo de María”) donde dice: “Un poema es el registro de un fracaso” y más adelante: “Parte de un deseo imposible.”
La naturalidad de Viggo, para hablar, para leer sus textos, para contar anécdotas que muchas veces lo dejan mal parado, desarma al público. ¿Qué vino a buscar esta gente? ¿Qué quieren de esta estrella verdaderamente mundial pero que se corre constantemente de su algoritmo exitoso para aproximarse a eso que se conoce como arte verdadero? Hay algo también en la forma de usar la lengua que si se la piensa en este contexto cobra importancia: la batalla de Viggo por hablar en castellano -un castellano argentino. Y ese es un combate de todo poeta: por crear un lenguaje personal, privado y único.
Viggo no quiere perder su castellano porque la lengua es identidad (igual que los colores de su equipo). Ese recorrido, en Viggo, se da con esa forma que tiene de usar y apropiarse del castellano. En ese aspecto, su poesía tiene resonancia argentina por más que también tenga en sus lecturas internas (según contó en la presentación) a los beatniks, la escuela de Nueva York y los poetas de fines de los 80 de Los Ángeles (por entonces Viggo comenzaba a leer en público sus primeros poemas).
Ramas para un nido es un libro de poemas que funciona como registro temporal (están fechados), exploración biográfica sin ser explicativa, trazado de un terreno complejo donde se trata de saber qué es un poema, qué es la poesía y si es posible llegar a esa utopía (¿la poesía es de este mundo?) con herramientas humanas como por ejemplo: la escritura. En este libro, Viggo (que tiene su reconocida editorial Perceval Press) se entrega con humildad a descubrir el misterio de lo poético. De ahí que su lectura tuviera ese tono reverencial y profundo. De respeto a un arte que considera una tierra prometida. Leyó en un momento: “Un poema es una bomba casera.” Y en otro poema dejó en claro algo que puede considerarse una misión que vale la pena encarar: “Hay que proteger a la poesía de los poemas y de los poetas, sobre todo.”
Pasada las 19 hs, Viggo Mortensen dijo que iba a firmar todos los libros que le pidan. La cola fue larga. A través de los vidrios de La Cúpula se veía la luna. Mientras tanto, de este lado del cielo, una estrella de Hollywood compartía su poesía en una tierra muy muy lejana pero para él terriblemente cercana.
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