La democracia cumple 40 años y la Ciudad de Buenos Aires lo celebró este sábado por la tarde en la zona más importante y emblemática de la historia argentina. El sonido habitual del tránsito en el microcentro porteño fue reemplazado con música y los pasos y las voces de una pequeña multitud que fue circulando.
Desde las 2 de la tarde y hasta el anochecer, a pesar del tiempo (una tenue llovizna comenzó antes del espectáculo central) BA celebra los 40 años de democracia resultó un encuentro vibrante de arte e ideas de estas cuatro décadas.
Equilibristas, acróbatas y músicos deambulaban por las avenidas Sáenz Peña, Roca y De Mayo haciendo breves presentaciones para los transeúntes que aprovechaban que el tránsito estaba cortado para caminar con comodidad sobre la calzada y acercarse a curiosear a los gazebos, en los que diferentes organismos públicos de la ciudad de Buenos Aires exhibían sus políticas de gestión o invitaban a sumarse a distintos debates de los que participaban personalidades de la cultura y los medios de comunicación.
El escenario principal fue montado sobre la Plaza de Mayo frente al Cabildo, que para esta celebración fue cubierto de banderas celestes y blancas; entre ambos edificios una grúa de varios metros de alto fue instalada para el acto principal de los festejos en el que decenas de artistas y acróbatas volaron sobre el público colgados de sogas mientras que cerca de un centenar de bailarines danzaban sobre la plataforma principal.
El espectáculo multimediático de cierre, bajo la dirección de Ricky Pashkus y Pichón Badinu contó con las participaciones especiales de Moria Casán, Mario Pergolini, Hilda Lizarazu, José María Muscari y Flor Vigna entre otros, y más de 40 bailarines aéreos, una orquesta de 25 músicos en vivo y proyecciones audiovisuales mapping que iluminaron la Avenida de Mayo y su intersección con la histórica Plaza de Mayo.
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Antes de salir a escena, el director de teatro José María Muscari le había anticipado a Infobae Cultura que se trataba de “un montaje gigante, con una estructura escénica para alturas, lo que genera adrenalina”.
El festival por la tarde
Por la tarde, el panorama por Avenida de Mayo es muy activo. En unas mesas, dos maquilladoras ofrecen maquillaje artístico patriótico. Tienen sus rostros cubiertos de banderas de argentina con brillos. Desde un puesto cercano, un DJ elige la canción “Argentina”, de Trueno y Nathy Peluso. Los vendedores ambulantes ofrecen algodón de azúcar y garrapiñadas. Sobre Diagonal Norte, muchas personas rodean el puesto donde las chicas de Fina Estampa realizan grabado y serigrafía en vivo, con la participación de todo aquel que quiera realizar su propio trabajo y llevar de recuerdo un afiche que celebra la democracia. En la misma diagonal, varios foodtrucks ofrecen diferentes propuestas gastronómicas. A su lado, un stand de Derechos Humanos brinda información sobre migración e invita a los asistentes a participar de juegos vinculados con la temática.
La celebración arrancó cerca de las 14hs con un desfile que contó con la presencia de Soledad Acuña, Ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires y Enrique Avogadro, Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. “Queremos que la celebración nos ayude a recordar lo que tuvimos que hacer para conservar la democracia. Hacer memoria es un ejercicio reflexivo que nos permite aprender de lo vivido y valorar lo conseguido. Que esta celebración nos sirva para pensar este aniversario como un umbral al futuro para que juntos, avancemos defendiendo y mejorando nuestra democracia”, dijo Avogadro.
Conversaciones sobre cultura y democracia
Cerca de la estación de subte Bolívar y del Cabildo, en uno de los livings, se realizaron diferentes charlas con referentes de la cultura argentina. El primer diálogo fue sobre “democracia y periodismo” y contó con la presencia de Natalí Schejtman, Diego Iglesias y Pablo Sirvén. Sirvén recordó los secuestros y desapariciones de colegas cuando trabajaba en la editorial Atlántida. “Disfruto mucho de la democracia cuando recuerdo todas estas cosas”, dijo el secretario de redacción del diario La Nación.
En comparación con el oficio periodístico durante la dictadura, Diego Iglesias se reconoció como un privilegiado por la forma en que se puede ejercer el periodismo hoy. “Contamos con amplios márgenes de libertad para trabajar, a diferencia de aquella época. Las limitaciones que tenemos hoy, como las disidencias con la línea editorial, son incomparables con lo sucedido durante la dictadura”, dijo el conductor radial y televisivo. “La calidad y el servicio del periodismo depende de la libertad”, reflexionó la periodista e investigadora Natalí Schejtman.
Sirvén cuestionó algunas situaciones que observa en los medios y el periodismo en general hoy en día, como “los periodistas que se embanderan” y concluyó: “Me parece que no estamos haciendo buen periodismo”. Por su parte Iglesias señaló como uno de los roles del periodismo debe ser “fomentar el espíritu crítico” y destacó el trabajo de periodistas que hacen muy buenos trabajos en diferentes medios. “En el escenario actual yo sugiero seguir a periodistas que nos parezcan confiables y creíbles y que estén dispuestos a no ser previsibles”, aconsejó el periodista.
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Sobre la situación actual del periodismo, Schejtman observó: “Me llama la atención que en la televisión haya gente con tantas certezas con tonos muy acertivos cuando en realidad hay muchas preguntas profundas estructurales sobre cómo va a seguir el país”. Además, los tres periodistas reflexionaron sobre cómo cambió el paradigma de la comunicación con la irrupción de las redes sociales, las métricas y las notas más y menos leídas.
Democracia y literatura
Más tarde, sobre “democracia y literatura” Selva Almada, Mariana Enríquez y Horacio Convertini conversaron con Florencia Ure. Los escritores compartieron sus recuerdos de la dictadura, sus primeras lecturas y reflexionaron sobre cómo el horror de la dictadura se plasmó en la literatura argentina. “A los 14 años leí el Nunca Más que estaba en mi casa y empecé a incorporar toda esa información espeluznante”, contó Almada.
Los tres coincidieron en recordar a las novelas de Osvaldo Soriano como la puerta de entrada al mundo de la literatura y la dictadura. Convertini mencionó los libros de Laura Alcoba y Martín Kohan, entre otros, como los que fueron atravesados por la dictadura.
“Cuando aparece la literatura de los hijos de desaparecidos yo me sentí muy acompañada”, dijo Enríquez. La autora de Las cosas que perdimos en el fuego entre otros títulos, hizo referencia la generación de Félix Bruzzone y Mariana Eva Pérez que se animó a “romper el bronce” y “hablar de la dictadura de una forma más democrática”.
Cine y democracia
La tercera charla de este living ubicado en Diagonal Sur fue sobre “cine y democracia” y contó con la presencia de los directores de cine Alejandro Maci y Marcelo Piñeyro y de la actriz y directora Jazmín Stuart. La periodista Gabriela Radice ofició como presentadora y destacó al cine como “una posibilidad de memoria permanente”.
Piñeyro, director de la emblemática Tango feroz recordó la oscura época de la dictadura y los desafíos que implicó producir una película como La historia oficial. “El cine estuvo obligado a alterar su lenguaje”, recordó, por su parte, Alejandro Maci, quien destacó cómo “algunos directores encontraron el modo de hablar en la más absoluta proscripción”. También fue mencionado el estreno de la película Tiempo de revancha (Adolfo Aristarain,1981): “Una genialidad que nadie entiende cómo se pudo producir en una época tan oscura”, comentó Maci. También, el director de Sol negro reflexionó sobre cómo fue buscar la manera de hacer cine luego de la dictadura: “Costó encontrar el lenguaje. Los directores y artistas se veían obligados a decir brutalmente lo callado”, contó.
Por su parte Stuart, quien nació en 1976 y no tiene recuerdos de aquella época, destacó el rol del cine para mantener viva la memoria y contar la historia. “Qué importante que es el rol del artista que puede transmitir algo tan crudo”, concluyó la actriz y directora.
Rock y democracia
En la charla sobre “rock y democracia”, el periodista Humprey Hinzillo dialogó con la fotógrafa Andy Cherniavsky y el músico cordobés Juan Ingaramo.
“Estoy emocionada de estar festejando 40 años ya que 25 de mi vida fueron vividos en dictadura, así que es un festejo importante para mi”. Después habló de su familia y de su padre que fue representante de artistas como Mercedes Sosa, Daniel Viglietti, Pappo, Moris y Nacha Guevara.
“Mi viejo era una especie de Daniel Grinbank de los 60 y 70 pero mucho más politizado”, contó. Después habla de los comienzo en la fotografía y su vínculo con Charly García. “Llegó a mi casa porque no tenía dónde vivir. Y cuando empecé a empuñar una cámara, no tenía a nadie más cercano que a Charly García para empezar a hacer fotos”. Juan Ingaramo, por su parte, contó que su niñez y adolescencia estuvo muy marcada por el valor de la democracia: “He tenido mucha relación con esa historia a pesar de haber nacido en democracia por mi familia por la educación y por la cultura por la música, así que muy contento de estar acá”, dijo.
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