Un documental retrata la pasión cinéfila de Fernando Martín Peña

“La vida a oscuras” de Enrique Bellande, sigue al crítico y coleccionista porteño en su trabajo de divulgación y preservación de películas clásicas. Se exhibe todos los sábados de julio en el MALBA

Guardar
Trailer de "La vida a oscuras", de Enrique Bellande

Fernando Martín Peña es un personaje clave en la divulgación y preservación del cine argentino, una especie de guardián de películas históricas que, desde años, atesora para que no se pierdan. El documental La vida a oscuras lo muestra en su mejor versión y lo acompaña en las funciones que con mucho compromiso y dedicación, prepara para que los asistentes vivan un momento único. El rol docente es otra de sus marcas distintivas y aquí se lo ve dando información y compartiendo sus conocimientos en cada una de las funciones.

El director Enrique Bellande presenta una película sobre cine y se aleja de los datos biográficos para resaltar la enorme tarea de Peña durante años, debido a que en la Argentina no existe una cinemateca nacional. Esto llevó al protagonista a construir una en su domicilio, un archivo para preservar aquellas películas que sino se hubieran perdido o arruinado, al rescate de autores claves para la historia cinematográfica argentina. El director busca reivindicar ese trabajo invisible pero de mucha dedicación, de tal manera que Peña sabe cuál es el correcto espacio y qué características debe tener para que se conserven en perfecto estado esos rollos y latas en 35 mm, 16 mm, 9,5 mm y super 8.

Te puede interesar: Fernando Martín Peña, con un libro personal sobre esa pasión por el cine que nunca se apaga

"La vida a oscuras" es un retrato de Fernando Martín Peña (Gustavo Gavotti)
"La vida a oscuras" es un retrato de Fernando Martín Peña (Gustavo Gavotti)

Infobae Cultura conversó con el director del documental que se proyectará todos los sábados de julio en el auditorio del MALBA.

—¿Cuándo arranca la relación con Fernando Martín Peña?

—Lo conozco desde 1991. Fui su alumno de la primera promoción de la Universidad del Cine (FUC), era profesor de historia del cine. Seguimos en contacto, fui un fiel seguidor de sus ciclos y estrené mi documental Ciudad de María en el cine del MALBA donde él programaba, Camisea (2005) se presentó en BAFICI cuando él era el director del festival. Estaba yendo mucho a los ciclos que organizaban en la ENERC, que se llamaba “Filmoteca en vivo” y en ese momento, sentí que algo también había cambiado en el modo en que lo veía. Vi en él un modelo de trabajo muy concreto y en especial algo extremo.

—Conociendo su bajo perfil, ¿cómo lo convenciste para hacer el documental?

—Sabiendo que iba a ser difícil, ya que él es bastante huraño, le conté que tenía ganas de empezar a firmarlo. Creo que la relación de tanto tiempo y que él conociera mi trabajo y lo valore, hizo que acepte. Dentro de lo complicado que es seguir a alguien con tantas cosas, fui filmando. Puede captar muchas imágenes entre 2015 y 2017, después la película quedó un poco abandonada ya que me puse en otras cosas. Pasó de todo en el medio, pero cada tanto filmaba algo y así fue hasta que el año pasado pude darle un cierre.

—¿Qué recorte de su vida quisiste mostrar en el documental?

—No quería que fuera algo biográfico, que tuviera esa carga. Me gustaba su sistema de exhibición, concretamente en fílmico (un soporte casi desapareciendo). Y su postura, como si fuese el único que va contra esa corriente y para evitar su desaparición, absorbe todo el material en su casa. Quería, con un poquito de distancia y a veces con cercanía, mostrar ese movimiento que hacía Fernando, no solo por la preservación sino también por la difusión. Quería capturar un poco toda la magia que se dan en las funciones que él programa.

Enrique Bellande, director del documental "La vida a oscuras"
Enrique Bellande, director del documental "La vida a oscuras"

—¿Qué facetas de Peña descubriste con este documental?

—Fue como un viaje a las cosas más profundas de lo que intuía. Una comprobación del personaje medio extremo que es, en su modo de vida. En su tarea hay algo brutal, por la cantidad de horas de trabajo que le pone a sus proyectos o la cantidad de información que maneja. Es increíble charlar con él y escuchar todo lo que sabe sobre la historia del cine y la pasión que le pone al transmitirlo.

—¿Creés que el documental puede servir para abrir el debate sobre la importancia de la preservación del cine?

—No le veo una solución, es algo que ya pasó, el material que no lo tiene Peña en su casa se perdió o se tiró. Sacando el trabajo que está haciendo el Museo del Cine, no hay mucho. Es algo que está pasando y todo el mundo mira para un costado. La cinemateca que se podría construir en San Luis me parece una ridiculez, es como querer matar un reclamo haciendo algo que no tiene nada que ver, es un disparate. A esta altura, lo raro no es que no haya una cinemateca nacional, sino que Fernando siga consiguiendo lugares. Es muy difícil para él seguir manteniéndolos. No sólo se encarga de cosas que el Estado no hace; sino que, al mismo tiempo, su aporte siempre está colgando de un hilo. Es muy ilógico.

Este año, Peña editó "Diario de la Filmoteca" (Blatt & Ríos) que busca resumir su trabajo y su pasión por el cine
Este año, Peña editó "Diario de la Filmoteca" (Blatt & Ríos) que busca resumir su trabajo y su pasión por el cine

—Otro de los temas es el rol de la exhibición, uno de los grandes problemas que tiene el cine de Argentina hoy.

—Creo que hoy quedó muy fijada la imagen de Fernando como preservador. Pero él siempre fue un gran programador, siempre programó cine en un montón de sitios, fue un gran agente cultural. Ir al cine es un ritual colectivo que tiene mucha magia y siempre lo vi en ese contexto. Para mí, esa parte era muy importante, quizás más todavía que preservar. Es una persona que está todo el tiempo pensando en el ritual del cine. Estar sentado viendo la pantalla a oscuras con otras personas que se ríen o saltan de miedo al lado tuyo. En ese punto, para mí la sala era como una nave espacial, donde Peña está en la cabina comandando esa nave. Era como una especie de juego de parque de diversiones y cada vez que volvés a entrar, volvés a flashear, en cuanto se programe con ese amor por el cine.

—Como documentalista, ¿qué obstáculos te aparecen a la hora de encontrar salas para exhibir?

—El problema no es solo para los documentales, sino para las películas en general. Lo que noto es que fueron desapareciendo los cines, en el sentido estricto de la palabra. Lo que quedan son estas multisalas que no son realmente cines sino que están a la orden del entretenimiento. Está bien que existan, pero llegamos a un punto donde los directores más famosos del mundo no tienen exhibición en Argentina. Para una película de Spielberg es difícil encontrar una pantalla en acá, imaginate para una película argentina, y ni te digo para un documental.

Creo que también desapareció el lugar que tuvo el cine en nuestras vidas, eso hay que aceptarlo. Van cambiando no solo los soportes y las tecnologías. Pienso que a los chicos no les importa el cine como nos importó a nosotros, donde una primera cita era siempre ir al cine o una salida con amigos, cuando uno no sabía qué hacer, ibas al cine. Íbamos porque era lo mejor que había para hacer, quizás hoy a la gente le parece que lo mejor es otra cosa.

Desde diciembre de 2006, conduce el ciclo de cine Filmoteca, temas de cine en la medianoche de la TV Pública
Desde diciembre de 2006, conduce el ciclo de cine Filmoteca, temas de cine en la medianoche de la TV Pública

—¿Qué recorrido tuvo la película?

—Estuvo en la última edición de BAFICI y fue increíble. Pudimos estrenar en la Sala Lugones: que una película que habla sobre el ir al cine sea proyectada por primera vez en ese sitio fue algo soñado y además, Fernando estuvo para acompañarla. Estoy con mucha expectativa de ver qué pasa con el estreno en el MALBA. Después se va a presentar en otras ciudades como Córdoba y Rosario. Voy a intentar ir a cada función para charlar con los asistentes y que tengan un plus diferencial que suma a la experiencia de verla en una sala. Creo que el MALBA es perfecto para esta película, allí puede estar un buen tiempo teniendo un diálogo con la gente.

Seguir leyendo

Guardar