El arte como alimento. El arte en esas pequeñas cosas que pueden hacer de lo cotidiano, con un poco de imaginación, un reposo para pensar las urgencias del presente; el arte como herramienta para reflexionar, sí, pero sin perder el humor.
Con ese espíritu comenzó la cuarta edición de Bienalsur, con la muestra EXTRA/ordinario en el Museo Mar, de Mar del Plata, que da la señal de partida al mega evento global que, entre julio y diciembre, recorrerá más de 70 ciudades de 27 países de los cinco continentes.
EXTRA/ordinario reúne obras de 20 artistas de Argentina, Colombia, Uruguay, Brasil, Turquía y Francia, y “busca resignificar a los objetos”, dijo durante el recorrido inaugural del que participó Infobae Cultura, Florencia Battiti, co-curadora junto a Fernando Farina.
“Teniendo en cuenta que se acercan las vacaciones de invierno buscamos que la propuesta fuese muy accesible, con elementos reconocibles para todos, para generar una experiencia abierta”, sumó Farina. En ese sentido, EXTRA/ordinario propone “lecturas de diferentes niveles”, dijeron, para que “cada visitante pueda tener la propia”.
Como en ediciones anteriores, el evento comenzó con un ritual musical con espíritu de fiesta, en este caso realizado por el grupo de percusión afrolatina Lamba, mientras en los visitantes participaban del extinto ritual marplatense de la ruleta para ganarse y degustar barquillos.
Y es que el arte, multidisciplinario, como el que se propone Bienalsur, busca también “alimentar el espíritu”, dijo Battiti, y por eso en el ingreso y se entregaban galletas con la palabra arte, recuperando la performance que la brasileña Regina Silveira, en 1976, realizó con su Biscoito Arte.
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Desde el hall de entrada se puede observar Un año de aire, de Esteban Álvarez, una versión “resignificada” dice el artista, de la que ya presentó en el Malba en 2001. La obra consiste en una enorme nube de botellas plásticas, de la que se desprenden dos cánulas que en sus extremos poseen máscara para inhalar el aire más limpio que allí se acumula.
“Creo que el crecimiento de la pieza está relacionado también a que el aumento de los desechos de un lugar, de la basura, también es un indicador de un crecimiento poblacional o económico. Cuando hice la obra de 2001 no era común comprar agua embotellada, entonces en ese momento se podía leer la obra de una manera, hoy está muy normalizado. Entonces, eso también habla de cambios en los hábitos de consumo. Hoy hay que preguntarse cuánto tiempo falta para que se venda aire puro embotellado”, dijo Álvarez.
Ya en una de las dos grandes salas donde se distribuyen el resto de las obras, surge a primer golpe de vista el rojo furioso y cálido de Arrecife, de Gaspar Libedinsky, en el que recurre, como es costumbre en su trabajo, a elementos de limpieza. En este caso, a fibras plásticas 100% recicladas para componer una instalación de sitio específico efímera, “que durará cinco meses y luego serán convertidas en escobillones que se van a vender en negocios de la ciudad”, explicó el artista sobre esta pieza que se se expande por el centro de la sala y, a partir de la cual, propone una mirada sobre la relación con el medioambiente.
En esta sala también aparece Intenciones Muralistas dibujos de Mimi Laquidara realizados durante una residencia en México, en los que representa objetos de mercados, tianguis y tienditas del país norteamericano, junto a una instalación de Mariana Tellería, en la que la artista que representó a Argentina en la Bienal de Venecia de 2018 coloca de manera escalonada en una “articulación del mundo natural y cultural”, enumeró Battiti, objetos como un neumático, piedras y un caracol, entre otras.
En una parte que bien se podría haber llamado Tiempos Modernos, puestas en diálogo, dos piezas reflexionan sobre la relación con el reloj. Una, la instalación Taxonomía de una línea de la colombiana Olga Huyke, elegida a través del programa de convocatoria abierta a artistas, en la que distribuye sobre el muro una serie de engranajes de relojería para “replantear la concepción lineal del tiempo” y el video Clock master, del turco Ali Kazma, quien en su quehacer propone reflexiones sobre la producción, la organización social y el trabajo.
En esta sala también se presentan composiciones de Irina Kirchuk, con “tres trabajos con cierto espíritu juguetón”, comentó Farina. En uno, se produce una suerte de danza o caminata a partir de unos semicírculos realizados conformados por sopapas y caños de plástico que se adhieran a uno de los ventanales y el piso; luego, una disección de un ventilador que se expande en el espacio y una estufa de la que ondas de metal simulan la irradiación del calor.
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A continuación, el marplatense Daniel Basso aparece con sus esculturas en las que maximiza el tamaño de dos diferentes tipos de zarcillos y un lápiz labial, con típico gesto estético pop. Y del otro lado, Eugenia Calvo presenta una puesta en escena, que apela también a la imaginación, de objetos como una heladera, una mesa o una cocina, que humanizados parecen estar teniendo una trifulca o una discusión acalorada o, más bien, todo lo contrario.
Unas reposeras con estampas de Delia Cancela marcan, en el pasillo, el camino hacia la segunda sala, en la que apenas se ingresa La velocidad de las cosas, de Nicolás Bacal, toma el centro del espacio formando, a partir de banquitos de madera y mesas pequeñas, las 52 constelaciones del hemisferio sur.
“Es una obra sobre la cartografía del cielo, en la que marqué puntitos en cada banquito con cada una de las constelaciones. Algunos están alineados con las patas y en otros casos sumo algún elemento de lo cotidiano porque, puntualmente, me interesan las metáforas de alto contraste, que lidian con lo pequeño y con lo gigante. En algunos casos, la constelación ya tiene una proyección simbólica, como la de los signos, entonces trabajé con elementos ya relacionados, pero hay muchas constelaciones que están casi vacías de significado, sobre las que no se proyectó nada, entonces propongo juegos poéticos posibles sobre ellas”, comentó Bacal.
Las 36 constelaciones del hemisferio norte, por su parte, se presentarán durante noviembre en el Museo Nacional de Arte Decorativo, en otra propuesta expositiva de Bienalsur.
De fondo, Leornado Damonte presenta una imponente -12 metros x 3- instalación lumínica de gran tamaño que “como en el teatro, busca representar tres actos” mientras que un costado el francés Pierre Ardouvin plantea el conflicto de lo cotidiano con Democracia, una instalación de mirada salomónica, simpática y a la vez potente, pesada, en la que un living (sillón, mesa ratona, alfombra persa) está cortada al medio donde revela como lo privado está directamente intervenido por lo político.
Una delicada pieza de una tejedora de Liliana Porter junto a tres en pequeña escala de Marie Orensanz otorgan nombres consagrados a la muestra.
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El también marplatense Amadeo Azar se presenta con varias esculturas, unas instalaciones colgantes de cerámica realizadas a partir de objetos como platos y tazas y otras en las que trabaja “sobre el legado del modernismo” con elementos de oficinas, diarios, etcétera, mientras Marco Maggi retoma sus cuestionamientos sobre la ontología del dibujo con una instalación hecha de lápices.
También en esta sala se puede apreciar los destacados retratos de escritores que se suicidaron del chileno Pedro Tyler, que utiliza como base a las cintas métricas a las que, con una pulidora, le va generando las sombras para conformar los rostros.
“Para estos bajorrelieves elegí una serie de escritores, de una serie más grande de 90 artistas en general que se suicidaron. Me llamó la atención esto del creador-destructor, la capacidad del ser humano para las dos cosas y que es a su vez una metáfora sobre todos los seres humanos porque ellos, más allá de su poder creativo, tenían los mismos problemas que todos”, dijo Tyler.
Allí están Ryunosuke Akutagawa, Reinaldo Arenas, Walter Benjamín, Pablo y Carlos de Rokha, Primo Levi, Jack London, Sandor Marai, Vladimir Mayakovsky, Hunter Thompson, Yukio Mishima, Alejandra Pizarnik, Horacio Quiroga y, por supuesto, Alfonsina Storni, entre otros.
Esta edición de Bienalsur, que se centra en problemáticas del medio ambiente, las perspectivas de género, la construcción de relatos, las “fake news” y la democracia, fue elegida por la UNESCO como uno de sus socios y representantes, en el marco del aniversario de los 40 años de democracia ininterrumpida en Argentina.
“La UNESCO decidió dar un apoyo a Bienalsur porque los temas que trata coinciden plenamente con nuestras prioridades. Al exponer obras de arte sobre la igualdad de género, la protección de la naturaleza, la desinformación y la libertad artística, por desgracia atacada con demasiada frecuencia. Bienalsur plasma en imágenes la labor de la UNESCO a través del mundo”, dijo en un video Audrey Azoulay, directora de la organización internacional que representa los derechos humanos y de la cultura en el mundo.
Hasta los últimos días de diciembre, Bienalsur presentará exposiciones en España, Francia, Italia, Marruecos, Australia, Japón, Perú, Guatemala, Paraguay, Colombia, Bolivia, Brasil, México, Uruguay, Chile, Costa Rica y Arabia Saudita, entre otros, como en los países debutantes de Argelia, Croacia, Noruega, República Dominicana, Senegal, Túnez y Turquía.
“Hace unos siete años, a comienzos del 2016, cuando empezamos a pensar con Diana Wechsler la posibilidad de crear una bienal internacional de arte contemporáneo que fuera distinta, que no tuviera que ver con intereses comerciales, que reflejara por igual el arte del Sur y el arte del Norte, que lograra que artistas argentinos, uruguayos, brasileños, chilenos… estuvieran presentes entre muchos artistas en muchos lugares del mundo, nos decían que esto no era posible”, dijo Aníbal Jozami, director general de Bienalsur.
Y agregó: “Esto es una pequeña digresión. Nos dijeron que era imposible, pero resolvimos que teníamos que poder hacerlo y hoy estamos inaugurando la cuarta edición: mucho más grande, mucho más amplia, mucho más fuerte, más intensa y totalizadora desde el punto de vista de todas las expresiones del arte”.
Por su parte, Diana Wechsler, directora artística, comentó: “Nos gusta decir que somos un proyecto indisciplinado, pero indisciplina no quiere decir hacer un capricho, sino pensar con lo que hay y más allá de lo que hay, pensar fuera de la caja; pensar cómo superar los escollos, cómo encontrar otras maneras de transitar el mundo distintas de las carreteras que siempre se transitan”.
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“Hacemos esta bienal porque somos indisciplinados, porque nos gusta jugar a que las jerarquías pueden no ser estas, por eso ven los kilómetros, por eso ven estas alianzas con la provincia, con ciudades, con espacios comunitarios, con todo el mundo”.
En Argentina, por ejemplo, en el evento diseñado desde la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) se podrán visitar las exhibiciones Ficciones reales, en el Centro Cultural Kirchner; “Rompecabezas”, “Sindemia, estallidos andinos” y “X-Ville Buenos Aires” en MUNTREF, de CABA, y también ingresan en el calendario de inauguraciones espacios de La Plata, Córdoba, Tucumán, Rosario, Tilcara, San Juan y otras ciudades.
Además, a nivel internacional y por nombrar algunos, participan el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Chile; el Mambo de Bogotá, Colombia; el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo, Uruguay; el Archivo General de Indias en Sevilla, la Casa de América de Madrid y el Pompidou en Málaga, de España; la Maison de l’Amérique Latine y el Frac Bretagne, ambos en Francia; el Musée de la Photographie de Rabat, Marruecos; el Samoca-Museo de Arte Contemporáneo de Riyadh, Arabia Saudita; el Museo del Renacimiento Africano, en Dakar, Senegal; el Centro Cultural Banco do Brasil de São Paulo, Río de Janeiro y Brasilia; la Casona de San Marcos, el LUM (Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social) y el Museo Inca Garcilaso en Lima, Perú.
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