Osvaldo Soriano y la novela definitiva sobre la violenta interna peronista de los años 70

Ambientada en un pueblo ficticio de la provincia de Buenos Aires, “No habrá más penas ni olvido” relata en tono tragicómico el enfrentamiento de izquierda y derecha por el legado político del general Perón

Guardar
Osvaldo Soriano (1943-1997)
Osvaldo Soriano (1943-1997)

La literatura argentina ha dado cuenta de los hechos políticos más relevantes del siglo XX de nuestra historia. Entre ellos, la producción más copiosa está dedicada a las múltiples facetas que ha ofrecido el peronismo, incluyendo por supuesto las figuras de sus líderes, Juan Domingo Perón y, muy especialmente, Eva Perón. De hecho, en estas mismas páginas en notas anteriores hemos abordado textos de Beatriz Guido, Borges y Martínez Estrada concernientes al “peronismo clásico” (1946-1955). En esta ocasión, nos referiremos a No habrá más penas ni olvido, de Osvaldo Soriano, una novela que trata otra etapa del peronismo, la de los turbulentos años de la década del setenta previos al golpe de marzo de 1976.

La obra de Soriano fue escrita (según el autor) en 1974, pero publicada por obvios motivos en 1980 en el exterior, durante el exilio del escritor durante la dictadura militar. Con la recuperación de la democracia, la novela fue luego editada en la Argentina en los años ochenta y también convertida en una conocida película. Además, los dramáticos años setenta no solo se ven representados por el autor en esta obra, sino que también fueron abordados en Cuarteles de invierno (sobre el período de la dictadura).

Te puede interesar: Jorge Luis Borges, un antiperonista incorregible

Si bien es usual que el contexto histórico que rodea lo narrado en una obra contribuya a una más amplia interpretación de ella, en este caso tener presentes algunos hechos del momento se torna imprescindible. Cabe recordar que desde mediados de los años sesenta, con el golpe de Estado de 1966, se fue incrementando un proceso de radicalización política, que llevó a incorporarse al peronismo a numerosos grupos de jóvenes de clase media. Como un aspecto particular de este proceso, hacia fines de los años sesenta y principios de los setenta, también surgieron organizaciones armadas peronistas de “izquierda”, sostenedoras de un “socialismo nacional”, siendo la más importante de ellas “Montoneros”. Asimismo, esta organización mantenía lazos con amplios sectores que no participaban en acciones militares (el llamado “frente de masas”), siendo la Juventud Peronista uno de los nucleamientos más destacados entre estos.

En "No habrá más penas
En "No habrá más penas ni olvido", Soriano relata el enfrentamiento de la izquierda y la derecha peronista en un pueblo de la provincia de Buenos Aires

A su vez, fue creciendo dentro del peronismo en los años setenta un rechazo a esta “versión izquierdista”, conformándose distintos agrupamientos de “derecha”, que también recurrían a las armas, generándose así un enfrentamiento violento entre ambas vertientes. Un penoso y claro ejemplo de la violencia desatada entre ambos bandos del peronismo fueron los hechos conocidos como “la masacre de Ezeiza”, ocurridos el 20 de junio de 1973. Ese día, en ocasión del recibimiento preparado para Perón por su regreso definitivo a la Argentina, en las cercanías del palco levantado en la autopista que conduce al aeropuerto de Ezeiza, hubo furiosos enfrentamientos entre la “derecha” y la “izquierda” peronista que dejaron como saldo numerosos muertos y heridos.

Dentro del contexto global descripto, debe verse lo relatado en la novela de Soriano. Para dar cuenta del conflicto que se desataba en la Argentina en la época entre las fracciones peronistas mencionadas, la estrategia adoptada por el autor es mostrarlo en una especie de “reproducción en escala”. Es decir, la lucha entre las vertientes peronistas descriptas se va a reproducir en un pequeño e imaginario pueblo de la provincia de Buenos Aires llamado Colonia Vela.

Allí, ciertos personajes encarnarán la vertiente de izquierda (incluyendo a quienes representarían a un peronismo “tradicional” o “histórico”), los cuales se enfrentarán a otros que pertenecerían a la derecha. Varios son los personajes destacados de la novela, pudiéndose considerar como protagonista de ella a Ignacio Fuentes, autoridad municipal del lugar y perteneciente a un peronismo de tipo “histórico”. Él será quien de alguna manera encabezará lo que puede considerarse como la vertiente histórica-izquierdista del conflicto, siendo uno de sus antagonistas el comisario Rubén Llanos, que estaría encuadrado dentro de la fracción derechista.

Federico Luppi y Rodolfo Ranni,
Federico Luppi y Rodolfo Ranni, protagonistas de la versión fílmica de "No habrá más penas ni olvido" (1983)

La obra está construida básicamente sobre la base de numerosos diálogos y pocos fragmentos narrativos y descriptivos (motivo por el cual cierta parte de la crítica la consideró como una especie de guion cinematográfico). La narración se abre precisamente con un diálogo entre los mencionados Fuentes y Llanos, siendo este intercambio inicial el punto de partida del conflicto que se desatará en el lugar. Algunos de los pasajes de este diálogo son los siguientes: “—Tenés infiltrados —dijo el comisario. / —¿Infiltrados? Acá solo trabaja Mateo, y hace veinticuatro años que está en la delegación. / —Está infiltrado. Te digo, Ignacio, échalo porque va a haber lío.” […] “—El Mateo es marxista comunista. / —¿Quién te metió eso en la cabeza? Mateo fue a la escuela con nosotros. / —Se torció. / —Pero si lo único que hace es cobrar impuestos y arreglar los papeles de la oficina. / —Yo te aviso, Ignacio, echalo.”

Fuentes hace caso omiso de la advertencia del comisario, enterándose a la vez de otros hechos. El secretario del partido, Suprino, había visitado al intendente de Tandil (se da a entender que Colonia Vela es un pueblo chico, más pequeño que esa localidad bonaerense) y ha vuelto como delegado “normalizador”. Este secretario, también representante de la vertiente derechista, ha comentado que no solo Mateo sino el mismo Fuentes es un traidor, por lo cual los dos deberían renunciar.

Además, junto con el martillero Guzmán se han ido a reunir con Reinaldo, un representante de la CGT del pueblo. De estos hechos se entera Fuentes en una conversación que mantiene con otro parroquiano del lugar: “—¿Qué más te dijo Suprino? / —Poca cosa. Que vas a renunciar. / —¿Yo? / —Vos y Mateo. Dice que son traidores. […] —Que sos traidor. Lo dijo delante de Guzmán. / —¿Qué hacía el martillero acá? / —Lo estaba esperando, me parece. Se fueron juntos a la CGT. / —Vos sabés que Guzmán no es peronista.” Por cierto, Fuentes no entiende cómo alguien como el martillero que nunca había sido peronista ahora podía acusarlo de ser un traidor justamente a él, que había sido peronista desde siempre.

Una escena de "No habrá
Una escena de "No habrá más penas ni olvido", película de Héctor Olivera (1983)

Esa acusación de traidor se repite poco después por los parlantes difundiéndola en el pueblo. La voz que se escucha por los parlantes es la de Reinaldo, el miembro de la CGT, quien dice: “—¡Compañeros! ¡Echemos a los traidores Ignacio Fuentes y Mateo Guastavino! ¡Con la CGT de los trabajadores y la policía del pueblo desbarataremos la maniobra sinárquica contra Colonia Vela! ¡Compañeros! ¡De pie en apoyo del secretario general del justicialismo, compañero Suprino! ¡Hagamos tronar el escarmiento contra la oligarquía marxista!”

Ante el giro que van tomando los acontecimientos, Ignacio se aprovisiona de unas armas y se marcha hacia la municipalidad para resistir desde allí. En la entrada de ese edificio se encuentran dos agentes de la policía, que están custodiando el lugar para impedirle entrar a Fuentes. Sin embargo, este convence a uno de ellos (García) que lo deje pasar a cambio de ascenderlo a cabo, promesa que luego cumple. De esta manera, dentro del edificio municipal, quedan Fuentes, García (ahora con jerarquía de cabo), Mateo (el empleado municipal), Moyano (el cuidador de la plaza) y Comini (el otro policía que queda encerrado como prisionero en el baño).

Poco después, fuera de la municipalidad, el comisario Llanos (está acompañado por Reinaldo, Guzmán, Suprino y otros más) les ordena a los policías que salgan. Quedan así en principio delineados los dos bandos, uno dentro de la municipalidad y otro fuera. Luego, otros personajes se irán sumando a los nombrados. A la fracción histórica-izquierdista, se unirán miembros de la Juventud Peronista lugareña y el aviador Cerviño; junto a la otra fracción, aparecerán Guglielmini (el intendente de Tandil) y hombres armados.

Hasta el momento en que Fuentes se atrinchera en la municipalidad y todavía no se han disparado balas, la novela presenta un tono humorístico. Por ejemplo, en lo que hemos relatado, puede verse que el agente García está dispuesto a acompañar a Fuentes en su postura simplemente por el ascenso a cabo que este le otorgó. También puede observarse en el mensaje difundido por los parlantes la parodia de ciertas consignas derechistas típicas de la época (“maniobra sinárquica”) e incluso palabras del propio Perón (“tronar el escarmiento”).

El regreso de Perón en
El regreso de Perón en junio de 1973 marcó un punto de inflexión en la disputa entre facciones de izquierda y derecha del peronismo

Sin embargo, a partir del momento señalado, irá cambiando el tono de la obra. Cierto costumbrismo, humor y parodia inicial irá siendo reemplazado por un clima de tragedia. La violencia se apoderará de Colonia Vela, con un irrefrenable crescendo. Poco a poco irán surgiendo heridos y muertos en ambos bandos (entre ellos, el propio Fuentes) y no estarán ausentes las explosiones. Dentro de una tragedia generalizada desatada a partir de un hecho nimio, lo que quedará solo es cierto humor negro y un clima de grotesco, siendo ejemplo de ello el hecho de que Cerviño (el aviador que habitualmente se dedicaba a fumigar) sobrevuela el pueblo dejando caer estiércol sobre los “derechistas”.

Por último, cabe resaltar que en distintos momentos de la novela, personajes de ambos bandos proclaman “¡Viva Perón!” mientras llevan a cabo diversas acciones, es decir, los miembros de ambas fracciones ejercían la violencia en nombre de Perón. Aunque esto visto desde el presente aparezca como algo muy poco realista, la novela (por supuesto, en forma literaria) da cuenta en verdad de algo que efectivamente sucedía en esa época entre los distintos grupos peronistas. El mismo individuo podía ser un “traidor” o un “peronista auténtico” según la visión de cada bando. Careciendo de un sentido unívoco las palabras, en ese momento las contrapuestas interpretaciones de la identidad peronista solo podían “aclararse” mediante la violencia.

Seguir leyendo

Guardar