Si pensamos en Nicolás García Uriburu, enseguida recordamos la imagen del Gran Canal de Venecia pintado de color verde fluorescente, en medio de una de las ediciones de la tradicional bienal de arte. Esa acción, arriesgada y atrevida para la época, marcó el espíritu de un artista que siempre dió un paso más en la consecución de sus ideales artísticos y socio ambientales.
Hace unos días se cumplieron 55 años de la primera coloración - en realidad fueron 36 acciones oficiales en distintos ríos, canales y fuentes de todo el mundo- en la que su futuro artístico cambiaría para siempre. Y en ese marco, el Museum District de Descentraland (primer museo virtual alojado en un metaverso) y la Fundación Nicolás García Uriburu (ubicada en Pasaje Bollini 2260 - Recoleta) se unieron para homenajear su obra.
La Fundación, que habitualmente funciona a puertas cerradas y trabaja en la conservación y preservación de la obra del artista, abrió para una visita guiada especial, a cargo de Agustina Giulietti. Allí, en los tres pisos de la enorme casona donde supo funcionar su taller y estudio privado, se despliega su obra plástica dispuesta a la manera de un museo, una gran cantidad de fotografías de archivo que permiten revivir sus acciones y hasta su pasión por el arte precolombino argentino, que se traduce también en una de las colecciones más importantes de América Latina.
En la Fundación, sólo se encuentra la parte que abarca nuestro territorio, ya que el resto fue donado por el mismo artista al Museo Histórico Nacional. El recorrido también permitió conocer su mesa de trabajo original, con cientos de pinceles, pinturas y elementos de trabajo.
Nicolás García Uriburu nació en 1937. Se recibió de arquitecto al mismo tiempo que fue dando forma a su obra y esta influencia quedó plasmada muy claramente en sus trabajos, de colores planos y líneas rectas. Con su conocimiento, creó su propia casa en Uruguay y ganó el Premio Braque, que lo llevó a París, donde se estableció durante 15 años junto a su mujer Blanca Álvarez de Toledo.
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Allí, lo recibió Pierre Restany con quien fue desarrollando muchos de sus grandes proyectos artísticos, como los 8 kilómetros de coloración verde fluorescente del Gran Canal de Venecia durante la Bienal del 68. Coloración que se hizo con un producto inocuo para las aguas pero cuya acción, lo llevó a quedar detenido hasta que esto pudiera ser demostrado toxicológicamente. Así coronó una de las primeras acciones en señal de alarma de los daños ecológicos y ambientales que podrían sufrir las aguas a futuro. Hoy, queda en evidencia que esa advertencia no fue en vano.
“Precursor del land art y el arte social, como él prefería ser llamado, le llevó 10 años la investigación de que era posible ir navegando por los ríos y canales de toda sudamérica, desde el Río de la Plata y recién allí terminó uno de sus cuadros. Sus obras trascienden la tela porque su mensaje va más allá”, explica Giulietti.
Además, durante más de 10 años se dedicó a plantar árboles en la Avenida 9 de julio, todos los 9 de julio. Tenía la idea de unir el norte con el sur de la ciudad, desde Constitución hasta el Bajo, a través de un río verde conformado por la plantación de árboles. Su arte llamaba a la concientización y cada vez más gente se sumaba a las acciones que proponía por su mensaje ecológico.
La visita a la Fundación se produjo en el marco de la muestra virtual e inmersiva Homenaje a Nicolás García Uriburu, que cuenta con la curaduría de Vitoria Tolomei y que permite conocer la obra del artista y vivenciar en primera persona, un espacio de exhibición virtual.
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La experiencia, que seguirá online hasta septiembre, está organizada por Museum District, un museo virtual alojado en el metaverso de Descentraland. “Un metaverso es algo parecido a una ciudad, una experiencia en la que entrás y podés recorrer un territorio de forma virtual. Es fascinante y podés hacer un montón de cosas, como, en este caso, recorrer la muestra de Nicolás García Uriburu, a modo de homenaje”, afirmó Tolomei, en diálogo con Infobae Cultura.
Al finalizar el recorrido por las obras físicas y a través de Oculus, lentes de realidad virtual, se invitó a los espectadores a vivir una experiencia inmersiva y recorrer una sala expositiva virtual con una selección de las obras del artista, animaciones y un enorme ombú en el centro, árbol emblema en su obra. “Para nosotros es un proyecto súper importante ya que es la primera muestra de Nicolás en un territorio virtual”, contó la curadora.
Actualmente la Fundación Nicolás Garcías Uriburu trabaja con galerías y museos de Argentina y el mundo, para la difusión y conservación de la obra del artista y la transmisión de su mensaje de concientización sobre problemáticas socio ambientales.
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