El particular universo artístico de la polifacética creadora japonesa Yayoi Kusama (1929), plagado de lunares, habitaciones infinitas, autorretratos, oscuras referencias a la muerte y coloristas al triunfo de la vida, se muestra desde mañana, martes, en el Museo Guggenheim Bilbao.
El centro expositivo bilbaíno dedica a la creadora japonesa, desconocida para el gran público en España pese a estar considerada una de las artistas más influyentes e icónicas del arte contemporáneo y que se codeó en Nueva York con figuras del pop-art norteamericano como Andy Warhol o Clase Oldenburg, la mayor retrospectiva de su obra que se la hecho en la última década, que reúne casi 200 obras creadas entre 1945 y 2022.
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La exposición se ha organizado en colaboración con el Museo M+ de Hong Kong y se sale de los cánones de retrospectivas anteriores dedicadas a la artista de 94 años, que mantiene su actividad creativa pese a su avanzada edad (en 2021 y 2022 creó 15 obras nuevas para esta exposición), que se estructuraban de forma cronológica, mientras que en esta ocasión se hace por las temáticas que interesaron a la artista a lo largo de sus casi 8 décadas de trayectoria artística.
Esta carrera, iniciada en 1945, ha estado mediatizada, según se comprueba al observar la evolución de su obra, tanto por su situación personal (una mujer joven y menuda queriendo ser artista en el Japón fuertemente conservador y patriarcal surgido de la derrota en la II Guerra Mundial) como de su inestable salud mental.
Yayoi Kusama sufrió alucinaciones a finales de los años 60, fruto de las cuales fueron sus series de figuras con lunares y posteriormente una depresión profunda acompañada de pensamientos suicidas que le llevó a internarse voluntariamente en un centro psiquiátrico en Japón a mediados de los años 70, a su vuelta de los Estados Unidos.
La artista japonesa sigue viviendo en la actualidad en este centro, del que sólo salía hasta la pandemia de la COVID-19 para desplazarse a su taller a realizar sus obras, han recordado los comisarios de la muestra, Doryun Chong, del M+ de Hong Kong, y Lucía Agirre, del Guggenheim Bilbao.
Fruto de esta época fueron sus obras e instalaciones sobre la muerte que son, a juicio de los comisarios de la exposición, “una revelación de lo que pasaba por su psique”.
“El hablar de ello le permite renovar su deseo de vivir y mantiene alejada la idea del suicidio. La salud mental no es para Kusama algo incapacitante para ejercer su arte, sino que fue una fuerza facilitadora de su creatividad a lo largo de su carrera”, ha mantenido Doryun Chong.
Durante su estancia en Nueva York, la artista mostró en sus obras su preocupación por el medio ambiente, por la discriminación de género y racial que percibía en la sociedad norteamericana, y se posicionó en contra de la guerra de Vietnam con su participación en numerosas acciones de denuncia en las calles de la urbe norteamericana.
La última parte de la exposición, titulada La fuerza de la vida, está compuesta por numerosas obras alegres y coloristas, que contrastan con las oscuras referencias a la muerte que la preceden, y que reflejan también su triunfo personal sobre la depresión y los pensamientos suicidas.
Yayoi Kusama mantiene su actividad creadora y, pese a no haber podido viajar a Bilbao para estar presente en la inauguración este lunes de su muestra, ha enviado un breve texto al Museo en el afirma que “en este mundo caótico, usaría todo el poder del arte para expresar totalmente el deseo de paz y la magnificencia de la humanidad”.
“Corazones ardiendo con amor rojo fuego, eterno e inagotable. Oremos juntos por el amor”, concluye.
La exposición, que está compuesta por pinturas, dibujos, esculturas, instalaciones, material de archivo de sus performances y collages hechos con recortes de papel, permanecerá abierta hasta el 8 de octubre próximo.
Fuente: EFE.
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