Nadie puede negar el éxito de Carlos Gardel, pero son muy pocos los que saben que éste se terminó de consolidar en solo trece meses; desde su triunfo en la NBC en Nueva York, el 31 de diciembre de 1933, hasta el anuncio de la presentación de sus últimas dos películas, El día me quieras y Tango Bar. El 20 de marzo de 1935 comenzó la que se conocería como la última gira, que comprendía la visita a algunos países de Latinoamérica, coartada por el trágico final, hecho que marcó y puso fin a los sueños de todo un continente.
La popularidad del cantor había roto todas las fronteras y gracias a la magia del cine su figura y su arte alcanzaron dimensiones inimaginadas, generando una devoción nunca antes vista hacia un cantante popular. A priori parecen exageradas estas definiciones, pero no son opiniones que surgen de la admiración sino de una realidad documentada, que se puede corroborar fácilmente observando las crónicas periodísticas, las fotografías y algunas películas mudas de índole periodístico tomadas durante la gira. En esas pruebas irrefutables se puede constatar fehacientemente el fervor popular que despertaba la presencia del cantor, a quien llamaron el “El Rey del Tango”, en cada una de las ciudades o pueblos latinoamericanos en los que iba actuando.
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Haciendo historia
Hasta aquí podemos decir que es la historia que todos conocemos, pero hay que ponerla en contexto. En el año 1934, una serie de errores propios de la Paramount y los efectos de la Gran Depresión habían puesto a la productora al borde de la quiebra. Un año antes los estudios en Saint Maurice (Francia), donde el Zorzal había filmado sus primeras 4 películas, habían cerrado; debido en una parte a que los estudios en Nueva York concentraban las producciones internacionales. La fórmula que predominaba en este negocio era, que si bien la mayoría de las películas filmadas en Francia perdieron dinero para el estudio, algunas producciones en castellano como “Las Luces de Buenos Aires” y “Melodía de Arrabal” habían sido la excepción y que tener ese tipo de material en catálogo era una ventaja a la hora de cerrar acuerdos de distribución de las películas en inglés en los países hispanos.
Gracias a la experiencia vivida con las películas de Gardel en Francia, los directivos de la Paramount de Nueva York ya conocían bien al Zorzal, percibida como una persona agradable, responsable y capaz de reunir un equipo de trabajo para producir una película en castellano. Esto último fue muy importante, ya que en la época la industria del cine de los Estados Unidos tenía muy poca gente que hablara castellano y mucho menos que tuvieran éxito en el público de habla hispana, un mercado muy importante para los estudios.
Esto hizo que el destino ubicara a Carlos Gardel y su equipo en el lugar y momento preciso para avanzar. Desde el punto de vista de Gardel, con el sueño de la productora propia, tema que le preocupaba mucho, ya que él deseaba tener control no solo del argumento sino de la puesta en escena y del reparto, algo que era imposible si se hacía bajo el ala de los grandes estudios.
Otro tema importante que intervino en esta crisis, es que la Paramount New York, por las deudas que había contraído, en 1932 tuvo que vender a su principal acreedor, la Western Electric, los estudios de Astoria, en Long Island. En 1934, esta empresa, parte de AT&T, estaba en una gran lucha comercial con el gigante de la electrónica RCA para dominar el negocio del sonido en la industria del cine. Eran dos tecnologías distintas que trataron de conseguir apoyo entre los productores y exhibidores. Dentro de este contexto, Western Electric, a través de la subsidiaria ERPI (Electrical Research Products, Inc.), estaba dispuesta a financiar producciones de cine independiente para filmarse en los estudios de Astoria e imponer mostrando las bondades del sistema de sonido Western Electric.
La Éxito Production
La historia es que en marzo de 1934, la Paramount le propone a Carlos Gardel crear su propia productora, la Éxito Production, empresa creada legalmente por los abogados de la Paramount, y que tuvo como dirección legal 1501 Broadway, la famosa sede de las oficinas en Nueva York. Desde este emblemático edificio se manejó el negocio de las películas de Gardel.
Se creó una entidad legal independiente, la Éxito Producciones, cuyo responsable era Carlos Gardel y único dueño de las acciones; de esta manera se llegó a un acuerdo entre la Western Electric, la Paramount Pictures y Carlos Gardel.
Con la financiación de la Western Electric a través de ERPI, se dispusieron las sumas de US$ 71.000 y US$ 81.000 como presupuesto para las primeras dos películas, con opción a cuatro películas adicionales si los resultados de estas fueran favorables. Además de ofrecer en condiciones ventajosas el importante estudio de cine Astoria, en Nueva York, que había sido el orgullo de la Paramount y ahora era de su propiedad.
Gardel cobraba un adelanto importante de la Éxito, más el 20% por las ventas; a primera vista, la Paramount Pictures apareció en el acuerdo solo como la distribuidora de las películas resultantes, siendo para ellos un negocio de bajo riesgo y posibles beneficios económicos.
Pero la realidad fue que gracias a la presencia de la Éxito Production y la Western Electric, la Paramount Pictures pudo evitar el riesgo financiero de que las producciones fracasaran, aunque en la práctica –fiel a la cultura en la industria del cine en esos años– la Paramount trató a las películas como suyas y estuvo involucrada, en forma indirecta, en todo el proceso.
En una carta enviada a Armando Defino, Gardel se lo contaba de esta manera: “Acabo de firmar contrato con Paramount en la bonita suma que paso a detallarte: dos películas empezando el 16 de abril aquí en Nueva York donde están los estudios ultra-modernos que según opinión general saldrán una maravilla; por estas dos películas cobro así, por la primera 12.500 dólares y el 20 % deducidos los gastos de producción y publicidad, gastos que no excederán de 80.000 dólares, quiere decir que si la película produce neto –poniéndote el mínimo– unos 200.000 dólares de ganancia, a mí me corresponden 40.000 dólares, ahora todas las demás van en mismas condiciones de porcentaje, pero mirá el precio que va aumentando; segunda película 15.000 dólares y siempre el 20 % teniendo más o menos el mismo gasto, yo di opción a dos películas más que se filmarían después de la gira de tres meses por Centroamérica, me dan libertad de hacer esa tournée y volver a hacer los dos films aquí, excuso decirte que en la gira está calculada una entrada de 30.000 dólares, por la tercera me pagarán 17.500 y el 20 % y la cuarta 20.000 dólares y el 20 %. Queda pendiente otra opción de otras dos películas más que el precio es de 22.500 y la sexta 25.000 y como siempre el 20 % cada una, quiere decir que si la estrellita me entra a chamuyar otra vez y el éxito es de verdad en cuestión finanzas más o menos regular el tipo cierra este ‘affaire’ después de tres años con más o menos 800.000 dólares”.
Para Gardel todos los planetas se alinearon e inmediatamente convocó a su equipo de trabajo para comenzar a trabajar. Alfredo Le Pera, amigo y estrecho colaborador del Zorzal, llegó a Nueva York dos semanas después de la firma del contrato y comenzó a trabajar inmediatamente con el guión y las canciones de Cuesta abajo.
Por varias cartas enviadas a Armando Defino podemos inferir que Gardel se había dado cuenta que el tiempo pasaba y que tenía que aprovechar el éxito que estaba logrado para asegurarse el futuro de él y los suyos. A partir de ese momento comenzó un severo control sobre sus gastos, tratando de ahorrar todo lo que fuera posible.
Para esta época Gardel se estaba perfilando como un gran empresario del mundo del espectáculo, con proyección internacional, un carrera que solo el destino pudo terminar, y que hubiera puesto a la industria cinematográfica de nuestro país a la vanguardia en el mundo y a Carlos Gardel como el ejecutor de la hazaña artística más importante hasta nuestros días.
Como sabemos, las producciones cinematográficas tuvieron un éxito arrasador y esto se puede certificar en las diferentes notas publicadas en la “Paramount International News”, la revista interna de la compañía, de los años 1934 y 1935.
Repercusiones
Estas son algunas de ellas: “Sentimos que para los territorios para los que se produjo la película no se necesita aquí ningún elogio especial, porque la producción hablará por sí misma. Hemos respaldado la película con una amplia gama de anuncios, venta de material y también hemos producido para él un libro de prensa muy completo, el cual se encuentra ahora en las distintas oficinas españolas. Sin embargo, es un placer para nosotros citar aquí extractos de algunos de los comentarios sobre la película de la prensa comercial estadounidense:
The Film Daily: Carlos Gardel es uno de los mayores atractivos del escenario y la pantalla, es el campeón en grabar discos fonográficos en el mundo y es el ídolo supremo en varios países donde la mayoría de las estrellas de Hollywood no significan nada, porque el señor Gardel resulta ser el ídolo de los países latinoamericanos y en todo el sur de los Estados Unidos puede superar ampliamente a cualquier otra estrella de teatro, cine y ópera.
Motion Picture Daily: Gardel canta varias canciones. Su voz es notable. Tiene calidez, poder y canta con gracia y facilidad. La dirección de Louis Gasnier es eficaz y Mona Maris luce extremadamente hermosa. Incluso las audiencias que no hablan español y que disfrutan del buen canto y de una personalidad cautivadora quedarán plenamente satisfechas con esta película”.
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El estreno
A medida que se iba estrenando en los diferentes países las noticias que le llegaban a la Paramount eran muy alentadoras. En Argentina, España, Cuba, Puerto Rico, México, Chile, Perú, Colombia, la repercusión que tuvo Cuesta abajo fue sorprendente. Los cables hablaban de entradas agotadas en todas las funciones, gente que intentaba entrar a los cines por la fuerza, y, algo habitual en las películas de Gardel, el ruidoso pedido de los espectadores para que el operador rebobine la cinta y proyecte nuevamente las escenas cantadas.
Más adelante, luego de la filmación de El día que me quieras, y ante el tremendo éxito de las películas de Gardel, el análisis que hacían en la Paramount era que “las películas de Gardel han ayudado a poner de nuevo en el mapa de la empresa a los países de habla hispana”. Recordemos que las películas de la Paramount en Latinoamérica no tenían respuesta del público, por lo que la empresa registraba grandes pérdidas en el mercado hispanohablante. La llegada de Gardel fue muy beneficiosa para la Paramount, ya que les vendían a los exhibidores paquetes que incluían las películas del Zorzal, que eran las realmente interesaban al público, junto a las demás producciones norteamericanas.
La formidable oportunidad económica que se le presentaba en la industria del cine era imposible de replicar con las presentaciones en vivo, por eso había decidido, después del éxito de sus películas filmadas en Nueva York, concentrar sus esfuerzos en el medio cinematográfico –su idea era crear una productora independiente en Buenos Aires– y las audiciones radiales.
En una de sus últimas cartas escritas a Armando Defino le adelantó algo de sus planes con respecto a esto: “Es muy posible que no haga ninguna actuación teatral en Buenos Aires y en Montevideo y que me limite solamente a cantar por radio. El trabajo teatral es demasiado fatigante y yo quisiera hacer un largo paréntesis en las tareas teatrales y dedicarme a radio y cine. Mi porvenir económico está en el cine y lo compruebo cada vez más al ir visitando estos países donde mis películas han batido todos los récords. Con un par de buenas películas por año, sobre todo si la mayor parte de lo que producen viene para mí, puedo ganar una fortuna, con escaso trabajo y con comodidades. Creo que es mejor que me vean lo menos posible en Buenos Aires y que esperen mis películas para darse el gusto. Cada día se me hace más pesada la faena de cantar una o dos veces diarias, de vestirme y de desvestirme y de ensayar repetidamente. Por radio es interesante, pero por teatro después que junté unos pesos que serán la base de la tranquilidad futura, me parece que me cortó la coleta”.
Como podemos ver, Gardel en Nueva York alcanzó el punto más alto de su carrera. Creció como actor, algo que puede comprobarse en su bien lograda actuación en El día que me quieras. También se destacó como un inspirado compositor, conformando un increíble dúo creativo con Alfredo Le Pera, un dúo que a fuerza de talento e inspiración nos legó una veintena de canciones memorables, que aún hoy se siguen interpretando en todo el mundo, corroborando que esas obras siguen vivas a casi 90 años de la partida de ambos.
La gira por Latinoamérica, en donde perdió la vida en un accidente aéreo, sorprendió a Gardel en el auge de su popularidad. Tal fue el éxito de sus películas en los mercados hispanohablantes que, como dijimos, salvó de la bancarrota nada más ni nada menos que a una empresa de la dimensión de la Paramount.
(Extracto del libro Gardel en New York, de Sardella-Santoro).
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