La ciencia y los monstruos de la ficción también pueden ser una obra de arte

El libro “Ciencia monstruosa 2″ del biólogo y divulgador Alberto Díaz Añel, examina desde una perspectiva científica algunos de los monstruos más famosos y temidos de la literatura y el cine

Alberto Díaz Añel, autor del libro "Ciencia monstruosa 2"

Las credenciales de Alberto Díaz Añel (1966) son abundantes. Es licenciado en biología y obtuvo su doctorado en química biológica en la Universidad de Buenos Aires. Además es docente y especialista en comunicación pública de la ciencia y periodismo científico por la Universidad de Córdoba. En esta área, la divulgación científica, se destacó por publicar en 2016 Ciencia monstruosa, que llenaba un espacio vacante en la academia argentina: el cruce entre las expresiones artísticas populares—especialmente el cine y sus espantajos—y las ciencias biológicas. Así, desfilan por sus páginas la criatura de Frankenstein, Drácula, el monstruo de la Laguna Negra, el Hombre Lobo y otros seres, que encuentran explicaciones racionales, metódicas, para fenómenos que, en su mayoría, surgieron de mitos y leyendas.

Siete años después, Díaz Añel continúa aquella interesante línea, que todavía permanece como terra incognita para el mundo académico nacional, que suele soslayar estas exploraciones. Si consideramos que se trata de un estudio producido por alguien que no se dedica a la crítica literaria o cinematográfica, tal vez valoremos aún más este necesario volumen. En Ciencia monstruosa 2 encontramos capítulos dedicados a los zombies, al Doctor Jekyll y el Señor Hyde, al hombre invisible que imaginó H. G. Wells, a Dorian Gray, a plantas (por ejemplo, los trífidos de John Wyndham) y animales monstruosos (entre los que hallamos al trágico King Kong), y a los seres extraterrestres que han poblado las bibliotecas y los cines de la humanidad desde, al menos, el siglo XIX, cuando Wells hizo que unos marcianos invadieran la Tierra de una forma espectacular, con rayos calóricos incluidos.

Herbert George Wells 1866 - 1946

Ciencia monstruosa 2 complementa el primer tomo, editado en 2016. ¿Qué recepción tuvo aquella publicación?

–El primer libro tuvo una excelente recepción, a tal punto que se imprimieron dos ediciones más y se elaboró una versión electrónica. Además, a partir de ese libro, se inició la sección de Divulgación de la Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba.

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–En este volumen hay varias instancias en las que sugerís al lector que no avance con el texto si no vio la película o no leyó el libro que estás comentando. Le advertís sobre spoilers, lo cual parece ser una innovación respecto del primer volumen. ¿Hubo alguna queja al respecto?

–No, no hubo quejas. En esta segunda parte hay muchas historias nacidas de libros que quizás no son tan famosos como Frankenstein, de Mary Shelley, que es la única novela mencionada con detalle en la primera parte. Quizás al leer mi libro los lectores se vean tentados a leer la historia original y no la quería arruinar con spoilers. Lo mismo con muchas películas que dieron origen a monstruos más modernos que no pasaron por la literatura.

–El orden de los capítulos es importante en una obra determinada. En tu caso abrís el juego con los zombis, que fueron sumamente populares en los últimos veinte años. ¿Cómo fuiste determinando el orden?

–Empecé por los zombis porque habían quedado fuera del primer libro. Después seguí con los personajes individuales salidos de novelas (Jekyll y Hyde, El hombre invisible y Dorian Gray) y dejé para el final los personajes grupales (plantas, animales y extraterrestres).

El libro comienza con un capítulo dedicado a los zombis, que han poblado el cine y las series en las últimas décadas

–En el libro encontramos pasajes que tienden a lo humorístico, tal vez para quitarle el velo cientificista, solemne, a los temas tratados. Por ejemplo, cuando concluís el capítulo sobre plantas monstruosas decís: “Pudimos ver que las plantas también pueden ser atemorizantes, no solo en la fantasía de la literatura y el cine, sino también en la vida real. Por eso, tengan mucho cuidado y no se olviden de regar al ficus o al geranio, no sea cosa que quieran vengarse de ustedes cuando menos se lo esperen”. ¿Quiénes son tus referentes para la escritura de divulgación?

–Mi gran referente es Carl Sagan. Su serie Cosmos fue la que me inspiró a estudiar biología y a seguir el camino de la divulgación. He leído muchos de sus libros y no dejo de maravillarme de su forma de contar la ciencia con sencillez y rigurosidad, algo muy difícil de lograr. Muchos quizás lo vean como muy solemne, pero en muchas de sus entrevistas sabía utilizar muy bien el humor para llegar al público.

–Cuando hablás de El retrato de Dorian Gray decís que “el arte y la ciencia, aunque muchos no lo crean, están conectados en incontables aspectos”. ¿Podrías elaborar?

–En ese capítulo hablo sobre algunos de los puntos que ciencia y arte tienen en común. Los más importantes, y que son los que nos permiten a los divulgadores contar la ciencia con la ayuda del arte, son la creatividad y la imaginación. Ambas se asocian siempre al arte, pero también son absolutamente necesarias para que la ciencia avance. El arte y la ciencia también se basan en la observación del entorno para recopilar la información necesaria para crear una nueva obra de arte o para desarrollar una investigación científica.

–En un momento se aclara que es un libro dedicado a la divulgación de la ciencia y no de la ciencia ficción. ¿Qué diferencias podrías marcar entre una y otra?

–Estos libros se mueven por una delgada línea que separa la ciencia real de la ciencia ficción. Utilizo a esta última para hablar sobre la primera. No podemos negar que muchas veces la ciencia ficción se alimenta de la ciencia, como en la historia de Frankenstein, pero por lo general suele ir un poco más allá, alimentada por la imaginación. Pero también la ciencia ficción ha demostrado ser premonitoria de muchos cambios científicos que luego sucedieron. Hoy nos estamos planteando temas éticos relacionados con “el mejoramiento humano”, algo que muchos escritores y cineastas de ciencia ficción vienen narrando desde hace décadas. Hoy tenemos una herramienta que podría ser utilizada para ese “mejoramiento”, la manipulación del genoma, y lo que antes era ciencia ficción se está acercando peligrosamente a la realidad. Y ni que hablar de la inteligencia artificial.

"Muchas veces la ciencia ficción se alimenta de la ciencia, como en la historia de Frankenstein, pero por lo general suele ir un poco más allá, alimentada por la imaginación", dice Díaz Añel

–De todos los monstruos analizados, ¿tenés predilección por alguno?

–Siempre digo que mi monstruo preferido es la criatura de Frankenstein, quizás porque es la historia más científica de todas. Pero si tengo que elegir algún personaje del segundo libro, me quedo con el hombre invisible. También hay mucho de ciencia en esa historia, y es una temática que hoy en día nos sigue obsesionando, a tal punto que la tecnología continúa buscando formas de hacer invisibles personas y objetos.

–¿Qué rol debería ocupar la divulgación científica en el mercado editorial hoy?

–Creo que está creciendo rápidamente, al punto que en muchas librerías ya existe una sección de divulgación científica, algo impensado años atrás. De cualquier forma, debería tener un papel aun mayor, no solo en el mercado editorial, sino también en otras áreas, como por ejemplo en los medios de comunicación. La pasada pandemia demostró lo importante que es la comunicación pública de la ciencia, pero a pesar de ello seguimos viendo una gran escasez de comunicadores profesionales en temas científicos que puedan informar a la sociedad sobre temáticas centrales, sobre todo aquellas que tienen que ver con la salud pública.

–En el cine (y en menor medida en la literatura) son comunes las trilogías, pero vos aclarás que no habrá un tercer volumen. ¿Es una decisión tomada?

–Cuando escribí el primer libro no tenía pensado realizar una segunda parte. La necesidad de información veraz durante la pandemia me llevó a escribir notas con personajes y temáticas nuevas que finalmente se convirtieron en Ciencia monstruosa 2. Ya no quedan muchos monstruos y temas científicos nuevos para un tercer libro, por eso decidí no ilusionar a los lectores con una trilogía. Pero nunca se sabe, quizás ocurra algo que me lleve a escribir otro volumen. Esperemos que no sea otra pandemia.

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